Hemos estudiado el cuerpo físico del hombre en sus partes invisible y
visible, y comprendemos ya cómo el hombre, en su conciencia en estado de
"vigilia", viviendo en el mundo físico, sólo puede demostrar aquella parte de
sus conocimientos y poderes que le es posible expresar, por conducto del
cuerpo físico. Conforme sea la perfección e imperfección de su desarrollo, así
será la perfección o imperfección de su expresión en el plano físico; le limita
mientras funciona en el mundo inferior, formando un verdadero círculo
infranqueable a su alrededor. Lo que no puede pasar por él, no puede
manifestarse en la tierra, y de aquí su importancia para el hombre que
evoluciona. Del mismo modo, cuando el hombre funciona sin su cuerpo físico
en otra región del Universo, el plano astral o mundo astral, sólo puede expresar
en él la parte de sus conocimientos y facultades, aquella parte de sí mismo, en
una palabra, que su cuerpo astral le permita manifestar. Es a la vez su vehículo
y su limitación. El hombre es más que sus cuerpos; tiene en sí mucho que no
puede manifestar ni el plano físico ni en el astral; pero todo lo que puede
expresar puede considerarse como el hombre mismo en aquella región
determinada del Universo. Lo que puede mostrar aquí abajo, está limitado por el
cuerpo físico, y lo que puede mostrar en el mundo astral, está limitado por el
cuerpo astral; y así veremos, a medida que nos elevemos en nuestro estudio a
mundos superiores, que el hombre puede manifestar más y más de sí mismo, a
medida que se desarrolla en su evolución y que perfecciona vehículos de
conciencia más y más elevados.
visible, y comprendemos ya cómo el hombre, en su conciencia en estado de
"vigilia", viviendo en el mundo físico, sólo puede demostrar aquella parte de
sus conocimientos y poderes que le es posible expresar, por conducto del
cuerpo físico. Conforme sea la perfección e imperfección de su desarrollo, así
será la perfección o imperfección de su expresión en el plano físico; le limita
mientras funciona en el mundo inferior, formando un verdadero círculo
infranqueable a su alrededor. Lo que no puede pasar por él, no puede
manifestarse en la tierra, y de aquí su importancia para el hombre que
evoluciona. Del mismo modo, cuando el hombre funciona sin su cuerpo físico
en otra región del Universo, el plano astral o mundo astral, sólo puede expresar
en él la parte de sus conocimientos y facultades, aquella parte de sí mismo, en
una palabra, que su cuerpo astral le permita manifestar. Es a la vez su vehículo
y su limitación. El hombre es más que sus cuerpos; tiene en sí mucho que no
puede manifestar ni el plano físico ni en el astral; pero todo lo que puede
expresar puede considerarse como el hombre mismo en aquella región
determinada del Universo. Lo que puede mostrar aquí abajo, está limitado por el
cuerpo físico, y lo que puede mostrar en el mundo astral, está limitado por el
cuerpo astral; y así veremos, a medida que nos elevemos en nuestro estudio a
mundos superiores, que el hombre puede manifestar más y más de sí mismo, a
medida que se desarrolla en su evolución y que perfecciona vehículos de
conciencia más y más elevados.
Conviene recordar al lector, toda vez que vamos a entrar en terreno
compartivamente virgen y desconocido para la mayoría, que no pretendemos, en
modo alguno, expresar conocimientos infalibles a un poder perfecto de
observación. Pueden cometerse errores de observación y deducción en los
planos superiores al físico lo mismo que en éste, y tal posibilidad no debe
olvidarse. A medida que aumenta el conocimiento y se prolonga la práctica,
mayor exactitud se alcanza, y los errores cesarán gradualmente. Pero como
quien esto escribe es sólo un estudiante, puede cometer algunas equivocaciones
de poca monta que necesiten rectificación más adelante. Pueden los errores
deslizarse en los detalles, pero no tocarán los principios generales ni viciarán
las principales conclusiones.
El primer término, debe entenderse bien lo que significan las palabras
plano astral o mundo astral. El mundo astral es una región definida de universo
que rodea y penetra el mundo físico, pero que es imperceptible a la observación
ordinaria, por estar constituido por una clase distinta de materia. Si se toma un
átomo físico de fa última clase y se descompone, se desvanece en lo que
compartivamente virgen y desconocido para la mayoría, que no pretendemos, en
modo alguno, expresar conocimientos infalibles a un poder perfecto de
observación. Pueden cometerse errores de observación y deducción en los
planos superiores al físico lo mismo que en éste, y tal posibilidad no debe
olvidarse. A medida que aumenta el conocimiento y se prolonga la práctica,
mayor exactitud se alcanza, y los errores cesarán gradualmente. Pero como
quien esto escribe es sólo un estudiante, puede cometer algunas equivocaciones
de poca monta que necesiten rectificación más adelante. Pueden los errores
deslizarse en los detalles, pero no tocarán los principios generales ni viciarán
las principales conclusiones.
El primer término, debe entenderse bien lo que significan las palabras
plano astral o mundo astral. El mundo astral es una región definida de universo
que rodea y penetra el mundo físico, pero que es imperceptible a la observación
ordinaria, por estar constituido por una clase distinta de materia. Si se toma un
átomo físico de fa última clase y se descompone, se desvanece en lo que
oncierne el mundo físico; pero se ve que está compuesto de numerosas
partículas de la materia astral más grosera: la materia sólida del mundo astral
*(3)
.
*(3) La palabra "astral", estrellado, no es muy afortunada, pero se ha usado durante tantos siglos para
expresar materia suprafísica, y sería difícil reemplazarla ahora. Probablemente fue escogida por los
observadores en un principio, a consecuencia de la apariencia luminosa de la materia astral en
comparación de la física.
Hemos visto siete estados de materia física: sólido, líquido, gaseoso y
cuatro etéreos, bajo los cuales se hallan clasificadas las innumerables
combinaciones que constituyen el mundo físico. Del mismo modo tenemos siete
estados subalternos de materia astral que comprenden los físicos, y bajo ellos
pueden clasificarse las innumerables combinaciones que igualmente constituyen
el mundo astral. Todos los átomos físicos tiene su envoltura astral, formando
así la materia astral, lo que pudiera llamarse la matriz de la física, estando ésta
embebida en la astral. La materia astral sirve de vehículo a Jiva, la Vida Una
que todo lo anima, y por conducto de la materia astral, las corrientes de Jiva
rodean, sostienen y alimentan cada partícula de materia física, dando lugar estas
corrientes de Jiva, no sólo a lo que generalmente se llama fuerzas vitales, sino
también a todas las energías eléctricas, magnéticas, químicas y otras, y a la
atracción, cohesión, repulsión y semejantes, todas las cuales son
diferenciaciones de la Vida Una, en la que los universos nadan ,como los peces
en el mar. Del plano astral, que así compenetra al físico, Jiva pasa al éter de
este último, el cual se convierte así en el vehículo de todas estas fuerzas,
respecto a los estados inferiores de la materia física, en donde observamos sus
funciones. Si imaginásemos al mundo físico desapareciendo de la existencia sin
que tenga lugar ningún otro cambio, tendríamos todavía una copia perfecta del
mismo en la materia astral; y si pensamos además que todos estamos dotados de
facultades astrales activas, el hombre permanecería en un principio inconsciente
de la diferencia en lo que le rodease; la gente que "muere" y que despierta en la
región inferior del mundo astral, se encuentra a menudo en ese estado, y se cree
que continúa viviendo en el mundo físico. Como la mayoría de entre nosotros
no ha desarrollado aún la visión astral, es necesario insistir en esta realidad
relativa del plano astral, como parte del universo fenomenal, y verlo con los
ojos mentales, ya que no con los astrales. Es tan real como el físico, y de hecho,
estando menos alejado de la Realidad Una, es más real aún; sus fenómenos se
hallan a la vista de la observación competente, lo mismo que los del plano
físico. Del mismo modo que un ciego no puede ver los objetos físicos, y que
muchas cosas no pueden observarse sin la ayuda de instrumentos, como el
microscopio, el espectroscopio, etc., asimismo sucede en el plano astral. La
gente ciega astral no puede ver los objetos astrales, y muchas cosas se escapan a
la visión astral ordinaria o clarividencia. Pero en el presente estado de
evolución, muchas gentes pueden desarrollar los sentidos astrales, y los están
desarrollando, hasta cierto punto. Estas personas están indudablemente sujetas a
cometer muchos errores, como sucede con los niños cuando principian a hacer
uso de los sentidos físicos; pero estos errores son corregidos por una
experiencia mayor, y después de cierto tiempo pueden oír y ver con tanta
exactitud como en el plano físico. No es conveniente forzar este desarrollo por
medios artificiales, pues hasta que no se ha adquirido cierta fuerza espiritual
partículas de la materia astral más grosera: la materia sólida del mundo astral
*(3)
.
*(3) La palabra "astral", estrellado, no es muy afortunada, pero se ha usado durante tantos siglos para
expresar materia suprafísica, y sería difícil reemplazarla ahora. Probablemente fue escogida por los
observadores en un principio, a consecuencia de la apariencia luminosa de la materia astral en
comparación de la física.
Hemos visto siete estados de materia física: sólido, líquido, gaseoso y
cuatro etéreos, bajo los cuales se hallan clasificadas las innumerables
combinaciones que constituyen el mundo físico. Del mismo modo tenemos siete
estados subalternos de materia astral que comprenden los físicos, y bajo ellos
pueden clasificarse las innumerables combinaciones que igualmente constituyen
el mundo astral. Todos los átomos físicos tiene su envoltura astral, formando
así la materia astral, lo que pudiera llamarse la matriz de la física, estando ésta
embebida en la astral. La materia astral sirve de vehículo a Jiva, la Vida Una
que todo lo anima, y por conducto de la materia astral, las corrientes de Jiva
rodean, sostienen y alimentan cada partícula de materia física, dando lugar estas
corrientes de Jiva, no sólo a lo que generalmente se llama fuerzas vitales, sino
también a todas las energías eléctricas, magnéticas, químicas y otras, y a la
atracción, cohesión, repulsión y semejantes, todas las cuales son
diferenciaciones de la Vida Una, en la que los universos nadan ,como los peces
en el mar. Del plano astral, que así compenetra al físico, Jiva pasa al éter de
este último, el cual se convierte así en el vehículo de todas estas fuerzas,
respecto a los estados inferiores de la materia física, en donde observamos sus
funciones. Si imaginásemos al mundo físico desapareciendo de la existencia sin
que tenga lugar ningún otro cambio, tendríamos todavía una copia perfecta del
mismo en la materia astral; y si pensamos además que todos estamos dotados de
facultades astrales activas, el hombre permanecería en un principio inconsciente
de la diferencia en lo que le rodease; la gente que "muere" y que despierta en la
región inferior del mundo astral, se encuentra a menudo en ese estado, y se cree
que continúa viviendo en el mundo físico. Como la mayoría de entre nosotros
no ha desarrollado aún la visión astral, es necesario insistir en esta realidad
relativa del plano astral, como parte del universo fenomenal, y verlo con los
ojos mentales, ya que no con los astrales. Es tan real como el físico, y de hecho,
estando menos alejado de la Realidad Una, es más real aún; sus fenómenos se
hallan a la vista de la observación competente, lo mismo que los del plano
físico. Del mismo modo que un ciego no puede ver los objetos físicos, y que
muchas cosas no pueden observarse sin la ayuda de instrumentos, como el
microscopio, el espectroscopio, etc., asimismo sucede en el plano astral. La
gente ciega astral no puede ver los objetos astrales, y muchas cosas se escapan a
la visión astral ordinaria o clarividencia. Pero en el presente estado de
evolución, muchas gentes pueden desarrollar los sentidos astrales, y los están
desarrollando, hasta cierto punto. Estas personas están indudablemente sujetas a
cometer muchos errores, como sucede con los niños cuando principian a hacer
uso de los sentidos físicos; pero estos errores son corregidos por una
experiencia mayor, y después de cierto tiempo pueden oír y ver con tanta
exactitud como en el plano físico. No es conveniente forzar este desarrollo por
medios artificiales, pues hasta que no se ha adquirido cierta fuerza espiritual
deben contentarse con el mundo físico; pues el comenzar a ver y oír en el
mundo astral, puede causar desórdenes y hasta no poca alarma. Pero se
aproxima el tiempo en que ha de alcanzarse este estado, en que la realidad
relativa de la parte astral del mundo invisible se haga patente a la ciencia que
despierta.
Para esto es necesario, no sólo tener un cuerpo astral, como todos
tenemos, sino tenerlo completamente organizado y en estado de obrar, estando
la conciencia acostumbrada a actuar en él, y no tan sólo a obrar por su medio en
el cuerpo físico. Todo el mundo está constantemente obrando por medio del
cuerpo astral, pero son relativamente pocos los que obran en él separados del
cuerpo físico. Sin la acción general por medio del cuerpo astral, no habría
relación entre el mundo externo y la mente del hombre; no habría conexión
entre las impresiones recibidas por los sentidos físicos y su percepción por la
mente. La impresión se convierte en una sensación en el cuerpo astral, y
entonces es percibida por la mente. El cuerpo astral en el cual residen los
centros de sensación, es llamado generalmente el hombre astral, como si al
cuerpo físico lo llamáramos el hombre físico; pero por supuesto sólo es un
vehículo, una funda, como lo llamarían los vedantinos, en la que el hombre
funciona, y por cuyo medio alcanza y es alcanzado por el cuerpo físico, el
vehículo más grosero.
mundo astral, puede causar desórdenes y hasta no poca alarma. Pero se
aproxima el tiempo en que ha de alcanzarse este estado, en que la realidad
relativa de la parte astral del mundo invisible se haga patente a la ciencia que
despierta.
Para esto es necesario, no sólo tener un cuerpo astral, como todos
tenemos, sino tenerlo completamente organizado y en estado de obrar, estando
la conciencia acostumbrada a actuar en él, y no tan sólo a obrar por su medio en
el cuerpo físico. Todo el mundo está constantemente obrando por medio del
cuerpo astral, pero son relativamente pocos los que obran en él separados del
cuerpo físico. Sin la acción general por medio del cuerpo astral, no habría
relación entre el mundo externo y la mente del hombre; no habría conexión
entre las impresiones recibidas por los sentidos físicos y su percepción por la
mente. La impresión se convierte en una sensación en el cuerpo astral, y
entonces es percibida por la mente. El cuerpo astral en el cual residen los
centros de sensación, es llamado generalmente el hombre astral, como si al
cuerpo físico lo llamáramos el hombre físico; pero por supuesto sólo es un
vehículo, una funda, como lo llamarían los vedantinos, en la que el hombre
funciona, y por cuyo medio alcanza y es alcanzado por el cuerpo físico, el
vehículo más grosero.
El cuerpo astral está formado de los siete estados de la materia astral, y
puede contener materiales más groseros o más finos sacados de cada uno de
aquellos estados. Es fácil describir a un hombre en un cuerpo astral bien
formado; podemos imaginario abandonando el cuerpo físico y apareciendo en
uno más sutil, una copia luminosa de aquél, visible en su propia semejanza para
el clarividente, bien que invisible a la vista ordinaria. He dicho "un cuerpo
astral bien formado", porque una persona no desarrollada presenta en su cuerpo
astral una apariencia incipiente. Sus contornos son indefinidos, sus materiales
son toscos y mal coordinados, y si se le saca del cuerpo es una mera nube
flotando e informe, que desde luego se comprende que es impropia para obrar
como vehículo independiente, es indudablemente más bien un fragmento de
materia astral que un cuerpo astral organizado, una masa de protoplasma astral,
de tipo ameboideo. Un cuerpo astral bien formado, significa que el hombre ha
alcanzado un nivel verdaderamente elevado de cultura intelectual o desarrollo
espiritual, de modo que la apariencia del cuerpo astral implica el progreso realizado
por su dueño, por lo definido de los contornos, por la luminosidad de sus
componentes y por lo perfecto de su organización; puede juzgarse del estado de
evolución alcanzado por el Ego que lo usa.
Respecto del modo de mejorarlo, asunto que a todos interesa, debe tenerse
presente que el progreso del cuerpo astral depende por una parte de la
purificación del cuerpo físico, y por otra de la purificación y desarrollo de la
mente. El cuerpo astral es particularmente sensible a las impresiones del
pensamiento, pues la materia astral responde más rápidamente que la física a
todos los impulsos del mundo mental. Por ejemplo, si observamos el mundo
astral, lo vemos lleno de formas que cambian constantemente; allí percibimos
las "formas de pensamiento", formas compuestas de esencia elemental animadas
puede contener materiales más groseros o más finos sacados de cada uno de
aquellos estados. Es fácil describir a un hombre en un cuerpo astral bien
formado; podemos imaginario abandonando el cuerpo físico y apareciendo en
uno más sutil, una copia luminosa de aquél, visible en su propia semejanza para
el clarividente, bien que invisible a la vista ordinaria. He dicho "un cuerpo
astral bien formado", porque una persona no desarrollada presenta en su cuerpo
astral una apariencia incipiente. Sus contornos son indefinidos, sus materiales
son toscos y mal coordinados, y si se le saca del cuerpo es una mera nube
flotando e informe, que desde luego se comprende que es impropia para obrar
como vehículo independiente, es indudablemente más bien un fragmento de
materia astral que un cuerpo astral organizado, una masa de protoplasma astral,
de tipo ameboideo. Un cuerpo astral bien formado, significa que el hombre ha
alcanzado un nivel verdaderamente elevado de cultura intelectual o desarrollo
espiritual, de modo que la apariencia del cuerpo astral implica el progreso realizado
por su dueño, por lo definido de los contornos, por la luminosidad de sus
componentes y por lo perfecto de su organización; puede juzgarse del estado de
evolución alcanzado por el Ego que lo usa.
Respecto del modo de mejorarlo, asunto que a todos interesa, debe tenerse
presente que el progreso del cuerpo astral depende por una parte de la
purificación del cuerpo físico, y por otra de la purificación y desarrollo de la
mente. El cuerpo astral es particularmente sensible a las impresiones del
pensamiento, pues la materia astral responde más rápidamente que la física a
todos los impulsos del mundo mental. Por ejemplo, si observamos el mundo
astral, lo vemos lleno de formas que cambian constantemente; allí percibimos
las "formas de pensamiento", formas compuestas de esencia elemental animadas
Por un pensamiento, y vemos también grandes masas de esta esencia elemental
de la cual surgen constantemente formas, dentro de la cual vuelven a
desaparecer; observando con cuidado podremos ver cómo las corrientes de
pensamiento penetran en esta materia astral, cómo los pensamientos potentes se
revisten de ella y persisten como entidades durante mucho tiempo, mientras que
los pensamientos débiles se revisten fugazmente y se desvanecen luego, de
modo que en todo mundo astral los cambios se suceden incesantemente bajo los
impulsos del pensamiento. El cuerpo astral del hombre estando hecho de
materia astral participa de esta facilidad para responder a los impulsos del
pensamiento y responde en vibraciones a todos los pensamientos que le tocan,
ya vengan de afuera de las mentes de otros hombres, o de adentro de la mente
de su dueño.
de la cual surgen constantemente formas, dentro de la cual vuelven a
desaparecer; observando con cuidado podremos ver cómo las corrientes de
pensamiento penetran en esta materia astral, cómo los pensamientos potentes se
revisten de ella y persisten como entidades durante mucho tiempo, mientras que
los pensamientos débiles se revisten fugazmente y se desvanecen luego, de
modo que en todo mundo astral los cambios se suceden incesantemente bajo los
impulsos del pensamiento. El cuerpo astral del hombre estando hecho de
materia astral participa de esta facilidad para responder a los impulsos del
pensamiento y responde en vibraciones a todos los pensamientos que le tocan,
ya vengan de afuera de las mentes de otros hombres, o de adentro de la mente
de su dueño.
Estudiaremos este cuerpo astral bajo estos impulsos internos y externos. Vemos
que compenetra el cuerpo físico o que se extiende a su alrededor en todas
direcciones, como una nube de colores. Los colores varían según la naturaleza
del hombre, con su naturaleza interior, animal y pasional, llamándose la parte
fuera del cuerpo físico el aura kámica, como perteneciente al cuerpo de kama o
de deseos, llamado comúnmente el cuerpo astral del hombre*(4)
Pues el cuerpo
astral es el vehículo de la conciencia kámica del hombre, el asiento de todas las
pasiones y deseos animales, el centro de los sentidos, como ya se ha dicho, en
donde todas las sensaciones se originan. Cambia continuamente de color a
medida que vibra bajo los impulsos del pensamiento; si un hombre se irrita,
aparecen resplandores rojos; si siente amor, muéstranse rosa-encarnados. Si los
pensamientos del hombre son elevados y nobles, exigen una materia astral más
sutil para responder a ellos, y esto se puede percibir en el cuerpo astral por la
carencia en él de las partículas más densas y groseras de cada subplano, que se
hallan reemplazadas por las clases más raras y delicadas. El cuerpo astral de
un hombre cuyos pensamientos son inferiores y animales, es grosero, basto,
denso y de color oscuro, generalmente tan denso que los contornos del cuerpo
físico casi se pierden en él; al paso que el de un hombre desarrollado es
refinado, brillante, luminoso y de color claro: una cosa verdaderamente
hermosa. En estos casos las pasiones inferiores han sido dominadas, y la acción
selectiva de la mente ha refinado la materia astral. Así, pues, al pensar
noblemente, purificamos el cuerpo astral, aún sin trabajar conscientemente en
pro de este objeto. Y téngase presente que este trabajo interno ejerce una
influencia potente en los pensamientos que se atraen de afuera al cuerpo astral;
un cuerpo cuyo dueño le hace responder habitualmente a pensamientos malos,
actúa como un imán respecto de las formas de pensamientos similares próximas,
mientras que un cuerpo astral puro actúa sobre esos pensamientos con una
energía repelente, y atrae a sí formas de pensamiento compuestas de materia
afín a la suya.
Como se ha dicho, el cuerpo astral está unido por un lado al físico, y es
afectado por la pureza e impureza del mismo. Hemos visto que los sólidos,
líquidos, gases y éteres de que está compuesto el cuerpo físico, pueden ser
bastos o refinados, groseros o delicados. Su naturaleza afecta a su vez la
naturaleza de las envolturas astrales correspondientes. Si somos descuidados e
que compenetra el cuerpo físico o que se extiende a su alrededor en todas
direcciones, como una nube de colores. Los colores varían según la naturaleza
del hombre, con su naturaleza interior, animal y pasional, llamándose la parte
fuera del cuerpo físico el aura kámica, como perteneciente al cuerpo de kama o
de deseos, llamado comúnmente el cuerpo astral del hombre*(4)
Pues el cuerpo
astral es el vehículo de la conciencia kámica del hombre, el asiento de todas las
pasiones y deseos animales, el centro de los sentidos, como ya se ha dicho, en
donde todas las sensaciones se originan. Cambia continuamente de color a
medida que vibra bajo los impulsos del pensamiento; si un hombre se irrita,
aparecen resplandores rojos; si siente amor, muéstranse rosa-encarnados. Si los
pensamientos del hombre son elevados y nobles, exigen una materia astral más
sutil para responder a ellos, y esto se puede percibir en el cuerpo astral por la
carencia en él de las partículas más densas y groseras de cada subplano, que se
hallan reemplazadas por las clases más raras y delicadas. El cuerpo astral de
un hombre cuyos pensamientos son inferiores y animales, es grosero, basto,
denso y de color oscuro, generalmente tan denso que los contornos del cuerpo
físico casi se pierden en él; al paso que el de un hombre desarrollado es
refinado, brillante, luminoso y de color claro: una cosa verdaderamente
hermosa. En estos casos las pasiones inferiores han sido dominadas, y la acción
selectiva de la mente ha refinado la materia astral. Así, pues, al pensar
noblemente, purificamos el cuerpo astral, aún sin trabajar conscientemente en
pro de este objeto. Y téngase presente que este trabajo interno ejerce una
influencia potente en los pensamientos que se atraen de afuera al cuerpo astral;
un cuerpo cuyo dueño le hace responder habitualmente a pensamientos malos,
actúa como un imán respecto de las formas de pensamientos similares próximas,
mientras que un cuerpo astral puro actúa sobre esos pensamientos con una
energía repelente, y atrae a sí formas de pensamiento compuestas de materia
afín a la suya.
Como se ha dicho, el cuerpo astral está unido por un lado al físico, y es
afectado por la pureza e impureza del mismo. Hemos visto que los sólidos,
líquidos, gases y éteres de que está compuesto el cuerpo físico, pueden ser
bastos o refinados, groseros o delicados. Su naturaleza afecta a su vez la
naturaleza de las envolturas astrales correspondientes. Si somos descuidados e
Imprudentes con el físico, construimos en nuestro cuerpo denso partículas
sólidas de clase impura, y atraemos la clase impura correspondiente que llamamos
el astral sólido. Por otra parte, si construimos nuestros cuerpos densos con
partículas sólidas de un tipo puro, atraeremos la clase más pura correspondiente
de materia astral. A medida que llevamos a efecto la purificación del cuerpo
físico, dándole alimentos y bebidas puras, excluyendo de nuestro régimen clases
impuras de alimentos, tales como la sangre de los animales, el alcohol y otras
cosas groseras y degradantes, no sólo mejoramos nuestro vehículo de
conciencia físico, sino que también empezamos a purificar nuestro vehículo
astral, tomando del mundo astral materiales más delicados y finos para su construcción.
El efecto de esto no es sólo importante por lo que respecta a la
sólidas de clase impura, y atraemos la clase impura correspondiente que llamamos
el astral sólido. Por otra parte, si construimos nuestros cuerpos densos con
partículas sólidas de un tipo puro, atraeremos la clase más pura correspondiente
de materia astral. A medida que llevamos a efecto la purificación del cuerpo
físico, dándole alimentos y bebidas puras, excluyendo de nuestro régimen clases
impuras de alimentos, tales como la sangre de los animales, el alcohol y otras
cosas groseras y degradantes, no sólo mejoramos nuestro vehículo de
conciencia físico, sino que también empezamos a purificar nuestro vehículo
astral, tomando del mundo astral materiales más delicados y finos para su construcción.
El efecto de esto no es sólo importante por lo que respecta a la
*(4) Esta separación del "aura" del hombre, como si fuera algo diferente de él, es errónea, aun cuando
muy natural desde el punto de vista de la observación. El "aura" es la nube que rodea el cuerpo, en
lenguaje ordinario; en realidad, el hombre vive en los diversos planos con la vestimenta que a cada uno
de ellos corresponde, y todas estas envolturas o cuerpos se compenetran entre sí; el más pequeño e
inferior es llamado el "cuerpo", y a las substancias mezcladas de las demás envolturas, se da el nombre
de aura cuando se extienden fuera del cuerpo. El aura kámica, pues, es sólo aquella parte del cuerpo
kámico que se extiende fuera del físico.
muy natural desde el punto de vista de la observación. El "aura" es la nube que rodea el cuerpo, en
lenguaje ordinario; en realidad, el hombre vive en los diversos planos con la vestimenta que a cada uno
de ellos corresponde, y todas estas envolturas o cuerpos se compenetran entre sí; el más pequeño e
inferior es llamado el "cuerpo", y a las substancias mezcladas de las demás envolturas, se da el nombre
de aura cuando se extienden fuera del cuerpo. El aura kámica, pues, es sólo aquella parte del cuerpo
kámico que se extiende fuera del físico.
presente vida terrestre, sino que también tiene una influencia marcada, como
veremos más adelante, en el estado post mortem próximo, en la estancia en el
mundo astral y también en la clase del cuerpo que en la próxima vida tendremos
en la tierra. Ni es esto todo: las peores clases de alimento atraen al cuerpo astral
entidades perniciosas pertenecientes al mundo astral, sino también con lo que
llamamos los elementales de esta región. Estas son entidades de tipo superior e
inferior que existen en este plano creadas por los pensamientos de los hombres;
y hay también en el mundo astral hombres perversos aprisionados en sus
cuerpos astrales y conocidos por elementarios. Los elementales son atraídos
hacia la gente cuyo cuerpo' astral contiene materia afín con su naturaleza, al
paso que los elementarios buscan, naturalmente, a los que están entregados a los
vicios, a que ellos eran aficionados cuando se hallaban en la vida física. Una
persona dotada de la visión astral ve, a su paso por las calles, hordas de
asquerosos elementales agrupándose alrededor de las carnicerías; y en las cervecerías
y tabernas se reúnen especialmente los elementarios, gozándose en las
emanaciones impuras de los licores, e introduciéndose, cuando les es posible,
en los mismos cuerpos de los bebedores. Estos seres son atraídos por los que
construyen sus cuerpos con tales materiales, los cuales tienen esta atmósfera
como parte de su vida astral. Lo mismo tiene lugar en cada grado del plano
astral; a medida que purificamos la materia física, atraemos a nosotros los
estados puros correspondientes de la materia astral.
Ahora bien: las variedades de los cuerpos astrales dependen de la
naturaleza de los materiales con que se construyen; a medida que por el
procedimiento de la purificación hacemos a estos cuerpos más y más refinados,
dejan de vibrar en contestación a los impulsos inferiores, y principian a
responder a las influencias superiores del mundo astral. De este modo construimos
un instrumento, el cual, aunque por su propia naturaleza es sensible a
las influencias que vienen de afuera, pierde gradualmente la aptitud para
responder a las vibraciones inferiores, y adquieren la de contestar a las
veremos más adelante, en el estado post mortem próximo, en la estancia en el
mundo astral y también en la clase del cuerpo que en la próxima vida tendremos
en la tierra. Ni es esto todo: las peores clases de alimento atraen al cuerpo astral
entidades perniciosas pertenecientes al mundo astral, sino también con lo que
llamamos los elementales de esta región. Estas son entidades de tipo superior e
inferior que existen en este plano creadas por los pensamientos de los hombres;
y hay también en el mundo astral hombres perversos aprisionados en sus
cuerpos astrales y conocidos por elementarios. Los elementales son atraídos
hacia la gente cuyo cuerpo' astral contiene materia afín con su naturaleza, al
paso que los elementarios buscan, naturalmente, a los que están entregados a los
vicios, a que ellos eran aficionados cuando se hallaban en la vida física. Una
persona dotada de la visión astral ve, a su paso por las calles, hordas de
asquerosos elementales agrupándose alrededor de las carnicerías; y en las cervecerías
y tabernas se reúnen especialmente los elementarios, gozándose en las
emanaciones impuras de los licores, e introduciéndose, cuando les es posible,
en los mismos cuerpos de los bebedores. Estos seres son atraídos por los que
construyen sus cuerpos con tales materiales, los cuales tienen esta atmósfera
como parte de su vida astral. Lo mismo tiene lugar en cada grado del plano
astral; a medida que purificamos la materia física, atraemos a nosotros los
estados puros correspondientes de la materia astral.
Ahora bien: las variedades de los cuerpos astrales dependen de la
naturaleza de los materiales con que se construyen; a medida que por el
procedimiento de la purificación hacemos a estos cuerpos más y más refinados,
dejan de vibrar en contestación a los impulsos inferiores, y principian a
responder a las influencias superiores del mundo astral. De este modo construimos
un instrumento, el cual, aunque por su propia naturaleza es sensible a
las influencias que vienen de afuera, pierde gradualmente la aptitud para
responder a las vibraciones inferiores, y adquieren la de contestar a las
Superiores: un instrumento afinado de modo que sólo vibra en las notas altas.
Del mismo modo que tomamos un alambre para producir una vibración simpá-
tica, eligiendo con este objeto su diámetro, longitud y tensión, así también
podemos templar nuestros cuerpos astrales para que respondan con vibraciones
simpáticas a las nobles armonías que a nuestro alrededor suenen en el mundo.
Esto no es asunto de pura especulación o teoría: es un hecho científico. Así
como templamos las cuerdas de un instrumento, podemos templar también las
cuerdas del cuerpo astral; la ley de la causa y del efecto es tan efectiva en lo
uno como en lo otro; apelamos a la ley, nos acogemos a ella y en ella
confiamos. Lo que necesitamos es conocimientos y la voluntad para llevar estos
conocimientos a la práctica. Este conocimiento se puede experimentar primeramente
como mera hipótesis, con arreglo a los hechos conocidos en el mundo
inferior; más adelante, a medida que se purifica el cuerpo astral, la hipótesis se
cambiará en conocimiento; puede ser asunto de la observación directa, de modo
que se llega a comprobar las teorías que en un principio se aceptaran sólo como
hipótesis practicables.
La posibilidad, pues, de dominar el mundo astral y de ser verdaderamente
útiles en él, depende primeramente de todo este proceso de purificación. Hay
sistemas definidos de Yoguismo, por los cuales puede ayudarse el desarrollo de
los sentidos astrales de un modo racional y saludable; pero de nada sirve tratar
de enseñarlos a quien no use estos simples medios preparatorios de
purificación. Comúnmente la gente ansía ensayar algún método nuevo,
extraordinario, para hacer progresos; pero es inútil instruir las gentes en el
Yoguismo, cuando ni tan siquiera practican estos estados preparatorios en su
vida ordinaria. Supongamos que se principia a enseñar una forma no preparada:
la acogería ansiosamente, con entusiasmo, porque era nueva, porque era
extraña, porque espera resulta. dos muy inmediatos, y antes de que hubiese
pasado un año trabajando en ella, se cansaría del esfuerzo metódico de la misma
en su vida diaria, y se desanimaría por la falta de inmediatos efectos; no
acostumbrado a un esfuerzo persistente, sostenido con constancia día tras día,
cejaría en su propósito y abandonaría el ejercicio; pasada la novedad, el
cansancio dominaría. Si una persona no puede o no quiere cumplir el sencillo
deber, comparativamente fácil, de purificar sus cuerpos físico y astral, usando
una abstinencia temporal para romper los lazos de sus malos hábitos en las
comidas y bebidas, es inútil que apetezca procedimientos más difíciles que le
atraigan a causa de su novedad, y que abandonaría pronto como carga intolerable.
Es inútil cuanto se hable sobre métodos especiales, mientras no se haya
practicado por cierto tiempo estos modestos sistemas ordinarios; pero con, la
purificación empezarán a mostrarse nuevas posibilidades. El discípulo verá
aumentar gradualmente su conocimiento, se despertará una visión más penetrante;
las vibraciones llegarán a él de todos lados, produciendo en él
contestaciones que no se hubieran mostrado en los días de ceguera e
impedimento. Más pronto o más tarde, con arreglo al Karma de su pasado, esta
experiencia será suya, y lo mismo que el niño al dominar las letras del alfabeto
siente el placer de poder leer un libro, así el que se dedique a estos estudios
verá llegar a su conocimiento y bajo su dominio posibilidades que no había ni
Del mismo modo que tomamos un alambre para producir una vibración simpá-
tica, eligiendo con este objeto su diámetro, longitud y tensión, así también
podemos templar nuestros cuerpos astrales para que respondan con vibraciones
simpáticas a las nobles armonías que a nuestro alrededor suenen en el mundo.
Esto no es asunto de pura especulación o teoría: es un hecho científico. Así
como templamos las cuerdas de un instrumento, podemos templar también las
cuerdas del cuerpo astral; la ley de la causa y del efecto es tan efectiva en lo
uno como en lo otro; apelamos a la ley, nos acogemos a ella y en ella
confiamos. Lo que necesitamos es conocimientos y la voluntad para llevar estos
conocimientos a la práctica. Este conocimiento se puede experimentar primeramente
como mera hipótesis, con arreglo a los hechos conocidos en el mundo
inferior; más adelante, a medida que se purifica el cuerpo astral, la hipótesis se
cambiará en conocimiento; puede ser asunto de la observación directa, de modo
que se llega a comprobar las teorías que en un principio se aceptaran sólo como
hipótesis practicables.
La posibilidad, pues, de dominar el mundo astral y de ser verdaderamente
útiles en él, depende primeramente de todo este proceso de purificación. Hay
sistemas definidos de Yoguismo, por los cuales puede ayudarse el desarrollo de
los sentidos astrales de un modo racional y saludable; pero de nada sirve tratar
de enseñarlos a quien no use estos simples medios preparatorios de
purificación. Comúnmente la gente ansía ensayar algún método nuevo,
extraordinario, para hacer progresos; pero es inútil instruir las gentes en el
Yoguismo, cuando ni tan siquiera practican estos estados preparatorios en su
vida ordinaria. Supongamos que se principia a enseñar una forma no preparada:
la acogería ansiosamente, con entusiasmo, porque era nueva, porque era
extraña, porque espera resulta. dos muy inmediatos, y antes de que hubiese
pasado un año trabajando en ella, se cansaría del esfuerzo metódico de la misma
en su vida diaria, y se desanimaría por la falta de inmediatos efectos; no
acostumbrado a un esfuerzo persistente, sostenido con constancia día tras día,
cejaría en su propósito y abandonaría el ejercicio; pasada la novedad, el
cansancio dominaría. Si una persona no puede o no quiere cumplir el sencillo
deber, comparativamente fácil, de purificar sus cuerpos físico y astral, usando
una abstinencia temporal para romper los lazos de sus malos hábitos en las
comidas y bebidas, es inútil que apetezca procedimientos más difíciles que le
atraigan a causa de su novedad, y que abandonaría pronto como carga intolerable.
Es inútil cuanto se hable sobre métodos especiales, mientras no se haya
practicado por cierto tiempo estos modestos sistemas ordinarios; pero con, la
purificación empezarán a mostrarse nuevas posibilidades. El discípulo verá
aumentar gradualmente su conocimiento, se despertará una visión más penetrante;
las vibraciones llegarán a él de todos lados, produciendo en él
contestaciones que no se hubieran mostrado en los días de ceguera e
impedimento. Más pronto o más tarde, con arreglo al Karma de su pasado, esta
experiencia será suya, y lo mismo que el niño al dominar las letras del alfabeto
siente el placer de poder leer un libro, así el que se dedique a estos estudios
verá llegar a su conocimiento y bajo su dominio posibilidades que no había ni
Soñado en sus días de abandono; percibirá ante su vista nuevos horizontes de
saber, un universo más vasto desarrollándose en todas direcciones.
Si ahora, por algunos momentos, estudiamos el cuerpo astral actuando en
los estados de sueño y de vigilia, podremos apreciar rápida y fácilmente sus
funciones cuando se convierte en vehículo de la conciencia fuera del cuerpo. Si
estudiamos una persona cuando está despierta y cuando está dormida, nos
haremos cargo de un cambio muy marcado respecto del cuerpo astral; cuando
está despierta, las actividades astrales -el cambio de colores y lo demás- todo se
manifiesta en el cuerpo e inmediatamente a su alrededor; pero cuando duerme
tiene lugar una separación y vemos el cuerpo físico -el cuerpo denso y el doble
etéreo- que yacen solos en la cama, mientras que el cuerpo astral flota en el aire
sobre ellos. Si la persona que estudiamos es de mediano desarrollo, el cuerpo
astral, así separado del físico, es una masa algún tanto informe, según antes se
describió; no puede ir lejos de su cuerpo físico, es inútil como vehículo de
conciencia, y el hombre dentro de él está en un estado vago de soñolencia, no
estando acostumbrado a actuar fuera de su vehículo físico; en una palabra,
puede decirse que casi está dormido, faltándole el medio por cuyo conducto se
ha acostumbrado a obrar, y no puede recibir impresiones definidas del mundo
astral, ni expresarse claramente por medio del cuerpo astral pobremente
organizado. Los centros de sensación en este último pueden ser afectados por
formas de pensamiento pasajeras, y pueden responder en él a estímulos que
despierten la naturaleza inferior; pero el efecto general que representa al
observador, es el de un estado de vaguedad y de sueño, careciendo el cuerpo
astral de toda actividad definida y flotando perezoso, incoherente, sobre la
forma física dormida. Si sucediese algo que tendiese a llevarlo lejos de su
compañero físico, éste se despertará, y el astral volverá a entrar en él
inmediatamente. Pero si se observa una persona mucho más desarrollada, .por
ejemplo, uno que esté acostumbrado a actuar en el mundo astral, y a usar el
cuerpo astral con este objeto, se verá que cuando el cuerpo físico se duerme y el
astral se desliza fuera, tenemos ante nosotros al hombre mismo en completa
conciencia; el cuerpo astral está claramente delineado y definidamente
organizado, siendo la imagen del hombre, y el hombre puede usarlo como
vehículo, vehículo mucho más útil que el físico. Hállase por completo
despierto, y trabaja mucho más activamente, con más exactitud y con mayores
poderes de comprensión que cuando se halla confinado en su vehículo físico
más denso, pudiendo moverse libremente y con inmensa rapidez a cualquier
distancia, sin causar la menor perturbación al cuerpo que duerme en la cama.
Si esta persona no ha aprendido aún a enlazar sus vehículos astral y físico;
si hay una interrupción de la conciencia cuando se duerme, y el cuerpo astral se
desliza fuera, entonces, al paso que él mismo se halla completamente despierto
y en completa conciencia en el plano astral, no podrá imprimir el conocimiento
de lo que ha estado haciendo durante su ausencia; en estas circunstancias su
conciencia de "vigilia", como se acostumbra llamar la forma más limitada de
vuestra conciencia, no participará de las experiencias del hombre en el mundo
astral, no porque él no las conozca, sino porque el organismo físico es demasiado
denso para recibir sus impresiones. Algunas veces, al despertarse el cuerpo
saber, un universo más vasto desarrollándose en todas direcciones.
Si ahora, por algunos momentos, estudiamos el cuerpo astral actuando en
los estados de sueño y de vigilia, podremos apreciar rápida y fácilmente sus
funciones cuando se convierte en vehículo de la conciencia fuera del cuerpo. Si
estudiamos una persona cuando está despierta y cuando está dormida, nos
haremos cargo de un cambio muy marcado respecto del cuerpo astral; cuando
está despierta, las actividades astrales -el cambio de colores y lo demás- todo se
manifiesta en el cuerpo e inmediatamente a su alrededor; pero cuando duerme
tiene lugar una separación y vemos el cuerpo físico -el cuerpo denso y el doble
etéreo- que yacen solos en la cama, mientras que el cuerpo astral flota en el aire
sobre ellos. Si la persona que estudiamos es de mediano desarrollo, el cuerpo
astral, así separado del físico, es una masa algún tanto informe, según antes se
describió; no puede ir lejos de su cuerpo físico, es inútil como vehículo de
conciencia, y el hombre dentro de él está en un estado vago de soñolencia, no
estando acostumbrado a actuar fuera de su vehículo físico; en una palabra,
puede decirse que casi está dormido, faltándole el medio por cuyo conducto se
ha acostumbrado a obrar, y no puede recibir impresiones definidas del mundo
astral, ni expresarse claramente por medio del cuerpo astral pobremente
organizado. Los centros de sensación en este último pueden ser afectados por
formas de pensamiento pasajeras, y pueden responder en él a estímulos que
despierten la naturaleza inferior; pero el efecto general que representa al
observador, es el de un estado de vaguedad y de sueño, careciendo el cuerpo
astral de toda actividad definida y flotando perezoso, incoherente, sobre la
forma física dormida. Si sucediese algo que tendiese a llevarlo lejos de su
compañero físico, éste se despertará, y el astral volverá a entrar en él
inmediatamente. Pero si se observa una persona mucho más desarrollada, .por
ejemplo, uno que esté acostumbrado a actuar en el mundo astral, y a usar el
cuerpo astral con este objeto, se verá que cuando el cuerpo físico se duerme y el
astral se desliza fuera, tenemos ante nosotros al hombre mismo en completa
conciencia; el cuerpo astral está claramente delineado y definidamente
organizado, siendo la imagen del hombre, y el hombre puede usarlo como
vehículo, vehículo mucho más útil que el físico. Hállase por completo
despierto, y trabaja mucho más activamente, con más exactitud y con mayores
poderes de comprensión que cuando se halla confinado en su vehículo físico
más denso, pudiendo moverse libremente y con inmensa rapidez a cualquier
distancia, sin causar la menor perturbación al cuerpo que duerme en la cama.
Si esta persona no ha aprendido aún a enlazar sus vehículos astral y físico;
si hay una interrupción de la conciencia cuando se duerme, y el cuerpo astral se
desliza fuera, entonces, al paso que él mismo se halla completamente despierto
y en completa conciencia en el plano astral, no podrá imprimir el conocimiento
de lo que ha estado haciendo durante su ausencia; en estas circunstancias su
conciencia de "vigilia", como se acostumbra llamar la forma más limitada de
vuestra conciencia, no participará de las experiencias del hombre en el mundo
astral, no porque él no las conozca, sino porque el organismo físico es demasiado
denso para recibir sus impresiones. Algunas veces, al despertarse el cuerpo
Físico, hay el sentimiento de algo que se ha experimentado, y de lo cual no hay
recuerdo; sin embargo, este mismo sentimiento demuestra que ha habido un
funcionamiento de la conciencia en el mundo astral aparte del cuerpo físico,
aunque el cerebro no es lo suficientemente receptivo para obtener ni aún un
recuerdo vago de lo que ha ocurrido. Otras veces, cuando el cuerpo astral
vuelve al físico, el hombre consigue hacer una impresión pasajera en el doble
etéreo y cuerpo denso, y cuando éste despierta, hay un recuerdo vívido de una
experiencia obtenida en el mundo astral; pero el recuerdo se desvanece bien
pronto y no se puede despertar, y cada esfuerzo hace más imposible el éxito,
porque despierta fuertes vibraciones más sutiles del astral. También puede el
hombre llegar a imprimir nuevos conocimientos en el cerebro físico, sin poder
recordar cómo ni cuándo los obtuvo; en estos casos las ideas se despertarán en
el estado de vigilia como engendradas espontáneamente; así se presentarán
soluciones de problemas antes incomprensibles, y se hará luz en asuntos antes
oscuros. Cuando esto sucede, es un signo lisonjero de progreso, pues demuestra
que el cuerpo astral está bien organizado y funciona activamente en el mundo
astral, aunque el cuerpo físico sea todavía sólo muy parcialmente receptivo.
Algunas veces, sin embargo, el hombre consigue que el físico responda, y
entonces tendremos lo que se considera como un sueño vívido, coherente y
razonable: sueños de una clase que la mayoría de los pensadores han experimentado
alguna vez, en que se sienten más vivos que "despiertos", pudiendo
hasta adquirir conocimientos útiles en la vida física. Todos éstos son grados de
progreso que señalan la evolución y el perfeccionamiento en la organización del
cuerpo astral.
Por otra parte, personas que están haciendo verdaderos y rápidos progresos
espirituales, pueden estar funcionando del modo más activo y provechoso en el
mundo astral, sin imprimir en su cerebro a su vuelta de aquél, ni el más ligero
recuerdo de la obra en que han estado ocupados, aunque en su conciencia
inferior pueden notar mayor claridad y un conocimiento mayor de las verdades
espirituales. Hay un hecho que los estudiantes pueden tomar como estímulo, y
en el que deben tener confianza, por más nula que sea su memoria física
respecto de las experiencias suprafísicas: a medida que aprendemos a trabajar
en pro de los demás, a medida que tratamos de ser más y más útiles al mundo, a
medida que nos hacemos más fuertes .Y más firmes en nuestra devoción hacia
los Hermanos Mayores de la Humanidad, y procuramos ejecutar, cada vez con
más ardor, nuestra pequeña parte en su grande obra, estamos desarrollando de
modo inevitable el cuerpo astral, y el poder de funcionar en él que nos hace ser
más útiles; con memoria física o sin ella, dejamos nuestras prisiones físicas
sumidas en profundo sueñe, y nos lanzamos a trabajar en el plano astral en
obras de provecho, coadyuvando a la labor de gentes que de otra manera no
hubiéramos podido alcanzar, prestando servicios y consuelos en condiciones
que de otro modo no podríamos emplear. Esta evolución se verifica en aquellos
que son puros de mente, elevados en pensamientos, y con su corazón dedicado
al deseo de servir. Pueden trabajar durante muchos años en el plano astral, sin
traer recuerdo alguno a sus conciencias inferiores, y emplearán poderes para el
bien del mundo mucho más trascendentales de lo que se consideran capaces;
recuerdo; sin embargo, este mismo sentimiento demuestra que ha habido un
funcionamiento de la conciencia en el mundo astral aparte del cuerpo físico,
aunque el cerebro no es lo suficientemente receptivo para obtener ni aún un
recuerdo vago de lo que ha ocurrido. Otras veces, cuando el cuerpo astral
vuelve al físico, el hombre consigue hacer una impresión pasajera en el doble
etéreo y cuerpo denso, y cuando éste despierta, hay un recuerdo vívido de una
experiencia obtenida en el mundo astral; pero el recuerdo se desvanece bien
pronto y no se puede despertar, y cada esfuerzo hace más imposible el éxito,
porque despierta fuertes vibraciones más sutiles del astral. También puede el
hombre llegar a imprimir nuevos conocimientos en el cerebro físico, sin poder
recordar cómo ni cuándo los obtuvo; en estos casos las ideas se despertarán en
el estado de vigilia como engendradas espontáneamente; así se presentarán
soluciones de problemas antes incomprensibles, y se hará luz en asuntos antes
oscuros. Cuando esto sucede, es un signo lisonjero de progreso, pues demuestra
que el cuerpo astral está bien organizado y funciona activamente en el mundo
astral, aunque el cuerpo físico sea todavía sólo muy parcialmente receptivo.
Algunas veces, sin embargo, el hombre consigue que el físico responda, y
entonces tendremos lo que se considera como un sueño vívido, coherente y
razonable: sueños de una clase que la mayoría de los pensadores han experimentado
alguna vez, en que se sienten más vivos que "despiertos", pudiendo
hasta adquirir conocimientos útiles en la vida física. Todos éstos son grados de
progreso que señalan la evolución y el perfeccionamiento en la organización del
cuerpo astral.
Por otra parte, personas que están haciendo verdaderos y rápidos progresos
espirituales, pueden estar funcionando del modo más activo y provechoso en el
mundo astral, sin imprimir en su cerebro a su vuelta de aquél, ni el más ligero
recuerdo de la obra en que han estado ocupados, aunque en su conciencia
inferior pueden notar mayor claridad y un conocimiento mayor de las verdades
espirituales. Hay un hecho que los estudiantes pueden tomar como estímulo, y
en el que deben tener confianza, por más nula que sea su memoria física
respecto de las experiencias suprafísicas: a medida que aprendemos a trabajar
en pro de los demás, a medida que tratamos de ser más y más útiles al mundo, a
medida que nos hacemos más fuertes .Y más firmes en nuestra devoción hacia
los Hermanos Mayores de la Humanidad, y procuramos ejecutar, cada vez con
más ardor, nuestra pequeña parte en su grande obra, estamos desarrollando de
modo inevitable el cuerpo astral, y el poder de funcionar en él que nos hace ser
más útiles; con memoria física o sin ella, dejamos nuestras prisiones físicas
sumidas en profundo sueñe, y nos lanzamos a trabajar en el plano astral en
obras de provecho, coadyuvando a la labor de gentes que de otra manera no
hubiéramos podido alcanzar, prestando servicios y consuelos en condiciones
que de otro modo no podríamos emplear. Esta evolución se verifica en aquellos
que son puros de mente, elevados en pensamientos, y con su corazón dedicado
al deseo de servir. Pueden trabajar durante muchos años en el plano astral, sin
traer recuerdo alguno a sus conciencias inferiores, y emplearán poderes para el
bien del mundo mucho más trascendentales de lo que se consideran capaces;
Estos tendrán, cuando karma lo permita, la conciencia completa no interrumpida
que pasa a voluntad del mundo astral al físico y viceversa; se construirá el
puente que permite a la memoria cruzar de uno a otro sin esfuerzo, de modo que
el hombre, al volver de su trabajo en el plano astral, se revestirá de su envoltura
física sin perder nada de su conciencia. Esta certeza constituye una esperanza
de los que escogen una vida de abnegación. Llegará día en que adquieran esta
conciencia continuada, y entonces la vida no será para ellos de días de
recuerdos y de noches de olvido, sino que será un todo continuado; el cuerpo
físico se pone a un lado cuando necesite tomar descanso, y entretanto el hombre
emplea su cuerpo astral para su trabajo en aquel mundo; se conservarán
entonces los eslabones del pensamiento sin roturas, con conciencia de cuánto se
deje el cuerpo físico, de cuándo se sale de él; con conciencia de la vida fuera de
él, y del momento en que se vuelve a ocuparlo; de este modo, semana tras
semana, año tras año, se conservará la conciencia continua e infatigable, la cual
da la certidumbre absoluta de que el cuerpo es tan sólo una vestidura que se
lleva, que se pone y se quita según se quiera, y no un instrumento indispensable
para pensar y vivir. Se verá que lejos de ser necesario para ambas cosas, son,
por el contrario, sin él, el pensamiento mucho más activo, y la vida mucho más
desembarazada.
Cuando el hombre ha alcanzado este estado, principia a comprender el
mundo y su vida en él es mucho mejor que antes; comienza a penetrar mejor lo
que halla ante sí, las posibilidades de la humanidad superior. Gradualmente
llega a ver que del mismo modo que el hombre adquiere primeramente la
conciencia física y luego la astral, podrá adquirir también estados de conciencia
superiores, llevando su actividad a planos más elevados de mundos más vastos,
ejerciendo poderes más trascendentes cuando actúa como servidor de los
Maestros en ayuda y beneficio de la Humanidad. Entonces la vida física
principia a reducirse a sus verdaderas proporciones, y nada de lo que pasa en el
mundo de los sentidos puede afectarle ya, como sucedía antes de conocer la
vida más amplia y más rica, siendo la muerte impotente para afectarle en nada
que a él o a sus deseos de servir a los demás pueda referirse. La vida terrestre
queda relegada a su verdadero lugar, como la parte menor de la actividad
humana, y no volverá a ser tan oscura como antes, porque la luz de las regiones
superiores brilla en sus más lóbregas profundidades.
Dejando a un lado ahora el estudio de las funciones y posibilidades del
cuerpo astral, pasemos a considerar ciertos fenómenos relacionados con él.
Puede mostrarse a otras personas aparte del cuerpo físico, ya sea durante la vida
terrestre o después de ésta. Una persona que tenga dominio completo sobre el
cuerpo astral, puede dejar el físico en cualquier momento, y visitar a un amigo
que se halle distante. Si la persona a quien visita es clarividente, esto es, si ha
desarrollado la visión astral, verá el cuerpo astral de su amigo; de lo contrario,
el visitante puede condensar ligeramente su vehículo, atrayendo de la atmósfera
que lo rodea partículas de materia física, "materializándose" así lo suficiente
para hacerse visible a la mirada física. Esta es la explicación de muchas
apariciones de amigos, fenómenos que es mucho más común de lo que la gente
se imagina, pues la gente tímida a quien sucede, suele callarlo, temerosa de que
que pasa a voluntad del mundo astral al físico y viceversa; se construirá el
puente que permite a la memoria cruzar de uno a otro sin esfuerzo, de modo que
el hombre, al volver de su trabajo en el plano astral, se revestirá de su envoltura
física sin perder nada de su conciencia. Esta certeza constituye una esperanza
de los que escogen una vida de abnegación. Llegará día en que adquieran esta
conciencia continuada, y entonces la vida no será para ellos de días de
recuerdos y de noches de olvido, sino que será un todo continuado; el cuerpo
físico se pone a un lado cuando necesite tomar descanso, y entretanto el hombre
emplea su cuerpo astral para su trabajo en aquel mundo; se conservarán
entonces los eslabones del pensamiento sin roturas, con conciencia de cuánto se
deje el cuerpo físico, de cuándo se sale de él; con conciencia de la vida fuera de
él, y del momento en que se vuelve a ocuparlo; de este modo, semana tras
semana, año tras año, se conservará la conciencia continua e infatigable, la cual
da la certidumbre absoluta de que el cuerpo es tan sólo una vestidura que se
lleva, que se pone y se quita según se quiera, y no un instrumento indispensable
para pensar y vivir. Se verá que lejos de ser necesario para ambas cosas, son,
por el contrario, sin él, el pensamiento mucho más activo, y la vida mucho más
desembarazada.
Cuando el hombre ha alcanzado este estado, principia a comprender el
mundo y su vida en él es mucho mejor que antes; comienza a penetrar mejor lo
que halla ante sí, las posibilidades de la humanidad superior. Gradualmente
llega a ver que del mismo modo que el hombre adquiere primeramente la
conciencia física y luego la astral, podrá adquirir también estados de conciencia
superiores, llevando su actividad a planos más elevados de mundos más vastos,
ejerciendo poderes más trascendentes cuando actúa como servidor de los
Maestros en ayuda y beneficio de la Humanidad. Entonces la vida física
principia a reducirse a sus verdaderas proporciones, y nada de lo que pasa en el
mundo de los sentidos puede afectarle ya, como sucedía antes de conocer la
vida más amplia y más rica, siendo la muerte impotente para afectarle en nada
que a él o a sus deseos de servir a los demás pueda referirse. La vida terrestre
queda relegada a su verdadero lugar, como la parte menor de la actividad
humana, y no volverá a ser tan oscura como antes, porque la luz de las regiones
superiores brilla en sus más lóbregas profundidades.
Dejando a un lado ahora el estudio de las funciones y posibilidades del
cuerpo astral, pasemos a considerar ciertos fenómenos relacionados con él.
Puede mostrarse a otras personas aparte del cuerpo físico, ya sea durante la vida
terrestre o después de ésta. Una persona que tenga dominio completo sobre el
cuerpo astral, puede dejar el físico en cualquier momento, y visitar a un amigo
que se halle distante. Si la persona a quien visita es clarividente, esto es, si ha
desarrollado la visión astral, verá el cuerpo astral de su amigo; de lo contrario,
el visitante puede condensar ligeramente su vehículo, atrayendo de la atmósfera
que lo rodea partículas de materia física, "materializándose" así lo suficiente
para hacerse visible a la mirada física. Esta es la explicación de muchas
apariciones de amigos, fenómenos que es mucho más común de lo que la gente
se imagina, pues la gente tímida a quien sucede, suele callarlo, temerosa de que
Se rían de ella por supersticiosa. Afortunadamente este temor va disminuyendo,
y si la gente tan sólo tuviese el valor y el buen sentido de decir lo que sabe que
es verdad, pronto tendríamos gran cantidad de pruebas de la aparición de
personas cuyos cuerpos físicos se encuentran muy lejos de los sitios donde sus
cuerpos astrales se han manifestado. Estos cuerpos, en ciertas circunstancias,
pueden ser vistos por los que normalmente no poseen la vista astral, sin
necesidad de la materialización. Si el sistema nervioso de una persona se halla
muy excitado. y el cuerpo físico extenuado de modo que el pulso lata más
débilmente que de ordinario, la actividad nerviosa, que tanto depende del doble
etéreo, puede ser anormal mente estimulada, y en estas condiciones el hombre
llega a ser temporalmente vidente. Por ejemplo: una madre que sabe que su hijo
está gravemente enfermo en país extranjero, y se halle atormentada por la
ansiedad, puede, de este modo, ser susceptible a las vibraciones astrales,
especialmente en las horas de la noche, cuando la vitalidad está en su punto más
bajo; en estas condiciones, si su hijo está pensando en ella. y su cuerpo físico se
halla inconsciente de modo que le permita visitarla astral mente, es muy
probable que ella pueda verlo. Más a menudo tiene lugar semejantes visitas
cuando la persona acaba de fallecer y de abandonar el cuerpo físico. Estas apariciones
no son muy raras, especialmente cuando el moribundo tiene gran. deseo
de ver a una persona a quien quiera en extremo, o cuando ansía comunicar
alguna cosa especial y ha fallecido sin poderlo verificar.
Si seguimos al cuerpo astral después de la muerte, cuando se ha
abandonado el doble etéreo así como el cuerpo denso, observaremos un cambio
en su apariencia. Durante su conexión con el cuerpo físico, los subestados de la
materia astral se hallan mezclados entre sí, compenetrándose y confundiéndose
las clases más densas y las más rarificadas. Pero después de la muerte tiene
lugar una nueva disposición, y las partículas de los diferentes subestados se
separan unas de otras, y, por decirlo así, se agrupan por el orden de sus
respectivas densidades, asumiendo de este modo el cuerpo astral una
constitución por capas, o convirtiéndose en una serie de células concéntricas, de
las cuales las más densas están por fuera. En este punto se manifiesta de nuevo
la importancia que tiene la purificación del cuerpo astral durante la vida en la
tierra; pues vemos que después de la muerte, no ha de colocarse a voluntad en
cualquier nivel. del plano astral. Este mundo tiene siete subplanos, y el hombre
se encuentra limitado a aquel subplano a que pertenece la capa externa; cuando
esta primera envoltura se desintegra, pasa al subplano próximo, y así sucesivamente.
Un hombre de tendencias muy bajas y animales, tendrá en su cuerpo
astral mucha parte de la clase más densa y grosera de materia astral; y esto lo
mantendrá sujeto al nivel más bajo de Kamaloka; hasta que esta envoltura se
desintegre en gran parte, el hombre permanece prisionero en esta sección del
mundo astral, y sufre las molestias de una localidad de las menos apetecibles.
Cuando esta capa más externa está lo suficientemente desintegrada para
permitir la salida, el hombre pasa al nivel próximo del mundo astral, o mejor
dicho, puede ponerse en contacto con las vibraciones del subplano siguiente de
materia astral, por lo que le parece que se encuentra en una región diferente; allí
permanece hasta que la capa del sexto subplano se disipa y le permite pasar al
y si la gente tan sólo tuviese el valor y el buen sentido de decir lo que sabe que
es verdad, pronto tendríamos gran cantidad de pruebas de la aparición de
personas cuyos cuerpos físicos se encuentran muy lejos de los sitios donde sus
cuerpos astrales se han manifestado. Estos cuerpos, en ciertas circunstancias,
pueden ser vistos por los que normalmente no poseen la vista astral, sin
necesidad de la materialización. Si el sistema nervioso de una persona se halla
muy excitado. y el cuerpo físico extenuado de modo que el pulso lata más
débilmente que de ordinario, la actividad nerviosa, que tanto depende del doble
etéreo, puede ser anormal mente estimulada, y en estas condiciones el hombre
llega a ser temporalmente vidente. Por ejemplo: una madre que sabe que su hijo
está gravemente enfermo en país extranjero, y se halle atormentada por la
ansiedad, puede, de este modo, ser susceptible a las vibraciones astrales,
especialmente en las horas de la noche, cuando la vitalidad está en su punto más
bajo; en estas condiciones, si su hijo está pensando en ella. y su cuerpo físico se
halla inconsciente de modo que le permita visitarla astral mente, es muy
probable que ella pueda verlo. Más a menudo tiene lugar semejantes visitas
cuando la persona acaba de fallecer y de abandonar el cuerpo físico. Estas apariciones
no son muy raras, especialmente cuando el moribundo tiene gran. deseo
de ver a una persona a quien quiera en extremo, o cuando ansía comunicar
alguna cosa especial y ha fallecido sin poderlo verificar.
Si seguimos al cuerpo astral después de la muerte, cuando se ha
abandonado el doble etéreo así como el cuerpo denso, observaremos un cambio
en su apariencia. Durante su conexión con el cuerpo físico, los subestados de la
materia astral se hallan mezclados entre sí, compenetrándose y confundiéndose
las clases más densas y las más rarificadas. Pero después de la muerte tiene
lugar una nueva disposición, y las partículas de los diferentes subestados se
separan unas de otras, y, por decirlo así, se agrupan por el orden de sus
respectivas densidades, asumiendo de este modo el cuerpo astral una
constitución por capas, o convirtiéndose en una serie de células concéntricas, de
las cuales las más densas están por fuera. En este punto se manifiesta de nuevo
la importancia que tiene la purificación del cuerpo astral durante la vida en la
tierra; pues vemos que después de la muerte, no ha de colocarse a voluntad en
cualquier nivel. del plano astral. Este mundo tiene siete subplanos, y el hombre
se encuentra limitado a aquel subplano a que pertenece la capa externa; cuando
esta primera envoltura se desintegra, pasa al subplano próximo, y así sucesivamente.
Un hombre de tendencias muy bajas y animales, tendrá en su cuerpo
astral mucha parte de la clase más densa y grosera de materia astral; y esto lo
mantendrá sujeto al nivel más bajo de Kamaloka; hasta que esta envoltura se
desintegre en gran parte, el hombre permanece prisionero en esta sección del
mundo astral, y sufre las molestias de una localidad de las menos apetecibles.
Cuando esta capa más externa está lo suficientemente desintegrada para
permitir la salida, el hombre pasa al nivel próximo del mundo astral, o mejor
dicho, puede ponerse en contacto con las vibraciones del subplano siguiente de
materia astral, por lo que le parece que se encuentra en una región diferente; allí
permanece hasta que la capa del sexto subplano se disipa y le permite pasar al
Quinto; correspondiente la duración de su permanencia en cada subplano a la
fuerza de aquellas partes de su naturaleza representadas en el cuerpo astral por
la cantidad de materia perteneciente a aquel plano. Así, pues, mientras mayor
sea la cantidad de materia de los subestados más groseros, más tiempo
permanece en los niveles inferiores de Kamaloka; y mientras con más prontitud
pueda desprenderse de tales elementos, más breve será el tiempo que haya de
pasar en este mundo. Aun cuando los materiales más groseros no estén
eliminados por completo, pues para su completa extinción es necesario un
procedimiento largo y difícil, la conciencia puede estar, durante la vida
terrestre, tan apartada de las pasiones inferiores, que la materia por la cual
pueden éstas manifestarse cesa de funcionar activamente como vehículo de
conciencia, y, por decirlo así, se atrofia. En este caso, aunque el hombre puede
ser detenido algún tiempo en los niveles inferiores, dormirá apaciblemente en
ellos, sin experimentar las sensaciones desagradables que les son peculiares.
Con su conciencia había cesado de buscar expresión por medio de estas clases
de materia, ya no puede ponerse en contacto por su medio con el plano astral.
El paso por Kamaloka de uno que ha purificado su cuerpo astral, de modo
que sólo ha retenido en él los elementos más puros y sutiles de cada subplano,
aquellos que sólo un grado más pasarían inmediatamente a la materia del
subplano superior siguiente, es verdaderamente veloz. Hay un punto entre cada
dos subestados de materia, conocido como el punto o estado crítico; el hielo
puede llevarse a un punto donde el aumento más insignificante de calor, puede
convertirlo en líquido; el agua puede elevarse a un estado donde el menor calor
puede cambiarla en vapor. Del mismo modo, cada subestado de materia astral
puede llevarse a un punto en donde cualquier refinamiento mayor puede
transformarla en el subestado próximo. Si esto ha sido hecho en cada subestado
de materia del cuerpo astral, si ha sido purificado éste hasta el último grado
posible de delicadeza, entonces su paso por Kamaloka será de rapidez
inconcebible, y el hombre pasará a través de él como un relámpago, sin tropiezos
en su cambio a regiones superiores.
Queda por tratar otro asunto relacionado con la purificación del cuerpo
astral, mediante un procedimiento físico y mental; tal es el efecto de esta
purificación en el nuevo cuerpo astral que a su debido tiempo ha de formarse
para la próxima encarnación. Cuando el hombre pasa del Kamaloka al
Devachán, no puede llevar allí formas de pensamiento del mal género; la
materia astral no puede existir en el nivel devachánico, ni la materia
devachánica puede responder a las vibraciones groseras de las malas pasiones y
deseos. Por tanto, todo lo que el hombre puede llevar consigo cuando se
desprende de los restos del cuerpo astral, son los gérmenes latentes o las
tendencias, las cuales, cuando pueden encontrar expresión apropiada, se
manifiestan como pensamientos y pasiones malas en el mundo astral. Lleva
aquellos gérmenes o tendencias latentes a la vida devachánica, y cuando vuelve
a la reencarnación les trae consigo y las exterioriza. Entonces atraen a sí del
mundo astral, por una especie de afinidad magnética, los materiales propios
para su manifestación, y se revisten de la materia astral en armonía con su
propia naturaleza, formando así parte del cuerpo astral del hombre para la
fuerza de aquellas partes de su naturaleza representadas en el cuerpo astral por
la cantidad de materia perteneciente a aquel plano. Así, pues, mientras mayor
sea la cantidad de materia de los subestados más groseros, más tiempo
permanece en los niveles inferiores de Kamaloka; y mientras con más prontitud
pueda desprenderse de tales elementos, más breve será el tiempo que haya de
pasar en este mundo. Aun cuando los materiales más groseros no estén
eliminados por completo, pues para su completa extinción es necesario un
procedimiento largo y difícil, la conciencia puede estar, durante la vida
terrestre, tan apartada de las pasiones inferiores, que la materia por la cual
pueden éstas manifestarse cesa de funcionar activamente como vehículo de
conciencia, y, por decirlo así, se atrofia. En este caso, aunque el hombre puede
ser detenido algún tiempo en los niveles inferiores, dormirá apaciblemente en
ellos, sin experimentar las sensaciones desagradables que les son peculiares.
Con su conciencia había cesado de buscar expresión por medio de estas clases
de materia, ya no puede ponerse en contacto por su medio con el plano astral.
El paso por Kamaloka de uno que ha purificado su cuerpo astral, de modo
que sólo ha retenido en él los elementos más puros y sutiles de cada subplano,
aquellos que sólo un grado más pasarían inmediatamente a la materia del
subplano superior siguiente, es verdaderamente veloz. Hay un punto entre cada
dos subestados de materia, conocido como el punto o estado crítico; el hielo
puede llevarse a un punto donde el aumento más insignificante de calor, puede
convertirlo en líquido; el agua puede elevarse a un estado donde el menor calor
puede cambiarla en vapor. Del mismo modo, cada subestado de materia astral
puede llevarse a un punto en donde cualquier refinamiento mayor puede
transformarla en el subestado próximo. Si esto ha sido hecho en cada subestado
de materia del cuerpo astral, si ha sido purificado éste hasta el último grado
posible de delicadeza, entonces su paso por Kamaloka será de rapidez
inconcebible, y el hombre pasará a través de él como un relámpago, sin tropiezos
en su cambio a regiones superiores.
Queda por tratar otro asunto relacionado con la purificación del cuerpo
astral, mediante un procedimiento físico y mental; tal es el efecto de esta
purificación en el nuevo cuerpo astral que a su debido tiempo ha de formarse
para la próxima encarnación. Cuando el hombre pasa del Kamaloka al
Devachán, no puede llevar allí formas de pensamiento del mal género; la
materia astral no puede existir en el nivel devachánico, ni la materia
devachánica puede responder a las vibraciones groseras de las malas pasiones y
deseos. Por tanto, todo lo que el hombre puede llevar consigo cuando se
desprende de los restos del cuerpo astral, son los gérmenes latentes o las
tendencias, las cuales, cuando pueden encontrar expresión apropiada, se
manifiestan como pensamientos y pasiones malas en el mundo astral. Lleva
aquellos gérmenes o tendencias latentes a la vida devachánica, y cuando vuelve
a la reencarnación les trae consigo y las exterioriza. Entonces atraen a sí del
mundo astral, por una especie de afinidad magnética, los materiales propios
para su manifestación, y se revisten de la materia astral en armonía con su
propia naturaleza, formando así parte del cuerpo astral del hombre para la
Encarnación inmediata. Así, pues, no sólo estamos ahora viviendo en un cuerpo
astral, sino que estamos modelando el tipo del que tendremos en otro
nacimiento; razón de más para purificar el cuerpo astral presente tanto como sea
posible, poniendo en práctica nuestros conocimientos actuales para asegurar
nuestro progreso futuro.
Todas nuestras vías están enlazadas y ninguna puede separarse de las que
la han precedido ni de las que están por venir. A la verdad, sólo tenemos una
vida de la que lo que llamamos vidas sólo son realmente los momentos. Nunca
empezamos una vida con una hoja en blanco, sobre la cual se ha de escribir una
historia completamente nueva; no hacemos más que principiar un nuevo
capítulo para desarrollar el plano antiguo. No podemos desprendemos de las
responsabilidades kármicas de una vida precedente pasando por la muerte, así
como no podemos desembarazarnos de las deudas pecuniarias en que incurrimos
un día por el sueño de una noche; si contraemos hoy una deuda, no estamos
libres de ella mañana, sino que la reclamación se presenta hasta que se haya
pagado. La vida del hombre es continua, sin interrupción; las vidas terrestres
están enlazadas y no aisladas. Los procesos de purificación y de desarrollo son
también continuos y tienen que desenvolverse por medio de vidas terrestres
Sucesivas. A cada cual le llega á su vez el momento de principiar la obra de su
regeneración, el momento de sentirse cansado de las sensaciones de la naturaleza
inferior, de estar Sujeto a lo animal, de estar sometido a la tiranía de los
sentidos; y entonces el hombre se decidirá a romper los lazos de su cautiverio.
¿Por qué hemos de prolongar más este cautiverio, cuando está en nuestra mano
el destruirlo en todo momento? Tenemos derecho para escoger; nuestra
voluntad es libre, y dado que todos hemos de encontramos un día en el mundo
Superior, ¿por qué no hemos de principiar desde luego a romper nuestras
cadenas y a reclamar nuestra herencia divina? El principio de la destrucción de
nuestras ligaduras, de la obtención de la libertad, es cuando un hombre se
determina a que su naturaleza inferior sea servidora de la Superior, a empezar
aquí en el plano de la conciencia física la construcción de los cuerpos
superiores, tratando de comprender aquellas elevadas Posibilidades que son
suyas por derecho divino, y que sólo están oscurecidas por el animal en que
vive.
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astral, sino que estamos modelando el tipo del que tendremos en otro
nacimiento; razón de más para purificar el cuerpo astral presente tanto como sea
posible, poniendo en práctica nuestros conocimientos actuales para asegurar
nuestro progreso futuro.
Todas nuestras vías están enlazadas y ninguna puede separarse de las que
la han precedido ni de las que están por venir. A la verdad, sólo tenemos una
vida de la que lo que llamamos vidas sólo son realmente los momentos. Nunca
empezamos una vida con una hoja en blanco, sobre la cual se ha de escribir una
historia completamente nueva; no hacemos más que principiar un nuevo
capítulo para desarrollar el plano antiguo. No podemos desprendemos de las
responsabilidades kármicas de una vida precedente pasando por la muerte, así
como no podemos desembarazarnos de las deudas pecuniarias en que incurrimos
un día por el sueño de una noche; si contraemos hoy una deuda, no estamos
libres de ella mañana, sino que la reclamación se presenta hasta que se haya
pagado. La vida del hombre es continua, sin interrupción; las vidas terrestres
están enlazadas y no aisladas. Los procesos de purificación y de desarrollo son
también continuos y tienen que desenvolverse por medio de vidas terrestres
Sucesivas. A cada cual le llega á su vez el momento de principiar la obra de su
regeneración, el momento de sentirse cansado de las sensaciones de la naturaleza
inferior, de estar Sujeto a lo animal, de estar sometido a la tiranía de los
sentidos; y entonces el hombre se decidirá a romper los lazos de su cautiverio.
¿Por qué hemos de prolongar más este cautiverio, cuando está en nuestra mano
el destruirlo en todo momento? Tenemos derecho para escoger; nuestra
voluntad es libre, y dado que todos hemos de encontramos un día en el mundo
Superior, ¿por qué no hemos de principiar desde luego a romper nuestras
cadenas y a reclamar nuestra herencia divina? El principio de la destrucción de
nuestras ligaduras, de la obtención de la libertad, es cuando un hombre se
determina a que su naturaleza inferior sea servidora de la Superior, a empezar
aquí en el plano de la conciencia física la construcción de los cuerpos
superiores, tratando de comprender aquellas elevadas Posibilidades que son
suyas por derecho divino, y que sólo están oscurecidas por el animal en que
vive.
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