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jueves, 24 de septiembre de 2015

OPERACIÓN YAHVÉ: El dios extraterrestre que manipuló a la humanidad


YAHVÉ: El dios extraterrestre que manipuló a la humanidad 


el estudioso de los textos sumerios David Parcerisa defiende con abundantes evidencias que el dios sumerio Enlil y Yahvé del Antiguo Testamento eran la misma deidad. Su meta consistiría en generar guerras, divisiones y enfrentamientos entre los pueblos para tener sometida a la humanidad y poder dirigir desde las sombras el curso de la historia. El autor incluso llega a ahondar en los auténticos objetivos que los dioses buscarían creando el caos en la Tierra… 

extraterrestres

David Parcerisa




En 1876, el asiriólogo inglés George Smith publicó El relato caldeo del Génesis después de estudiar las inscripciones cuneiformes asirio-babilónicas. Smith realizó un hallazgo sorprendente: múltiples pasajes de la Biblia, en especial del Génesis, son una copia casi literal de la epopeya de la creación babilónica, el Enûma Elish. Eso significa que existe un texto escrito en un dialecto babilónico como mínimo mil años más antiguo que los textos bíblicos… 

humanidad 
George Smith


En otras palabras, contamos con un relato previo a la Biblia que nada tiene que ver con mitos ni leyendas, y sí con una sucesión de acontecimientos reales —al menos así lo consideraban los referidos textos cuneiformes— que tuvieron lugar durante la primera gran civilización, la sumeria, que dio origen al resto de culturas del mundo. El nexo que establecemos entre la cultura sumeria y la hebrea nos permite aproximarnos a una visión revolucionaria y reveladora sobre qué o quién se esconde detrás de los grandes mitos bíblicos. 

En otras palabras, contamos con un relato previo a la Biblia que nada tiene que ver con mitos ni leyendas, y sí con una sucesión de acontecimientos reales —al menos así lo consideraban los referidos textos cuneiformes— que tuvieron lugar durante la primera gran civilización, la sumeria, que dio origen al resto de culturas del mundo. 

El nexo que establecemos entre la cultura sumeria y la hebrea nos permite aproximarnos a una visión revolucionaria y reveladora sobre qué o quién se esconde detrás de los grandes mitos bíblicos. En el panteón sumerio se veneraban un total de 23 deidades, conocidas como los Anunnaki, una raza de criaturas suprahumanas a quienes se les adjudicaba la creación misma del ser humano. Uno de sus más altos mandatarios era Enlil, conocido como el dios del Viento y las Tormentas, considerado el comandante supremo de una misión terrestre. Enlil era célebre por su crueldad con el ser humano, y su sed de conquista le llevó a enfrentarse a otras deidades, como su propio hermanastro Enki, Señor de la Tierra, un dios benévolo que hizo al hombre depositario del conocimiento espiritual. En textos sumerios leemos que Enki fue el «Padre de la Humanidad», quizá una especie de genetista que hibridó sus genes Anunnaki con los homínidos Neanderthalensis, fruto de lo cual emergería el Homo sapiens. 

manipulacion 

Los dioses sumerios conocidos como Anunnaki eran unas criaturas sobrehumanas con la capacidad de volar (sobre estas líneas, representados con alas).


Según mi interpretación de los textos sumerios, los Anunnaki recurrieron a las llamadas Diosas Procreadoras para que incubaran a un trabajador primitivo. Habrían tomado el óvulo de una hembra neandertal, fertilizándolo con su esperma y reimplantándolo de nuevo en la misma hembra homínida. Pero el resultado fue un fracaso: los niños que nacían no daban destellos de raciocinio. Aquellos prototipos simiescos no les servían, puesto que no estaban capacitados siquiera para manejar las herramientas. Entonces habrían ideado otro sistema: reimplantar el óvulo fertilizado en el útero de una hembra Anunnaki. La voluntaria para el experimento fue Ninhursag, la hermanastra de Enki y Enlil, una Diosa Madre que muchos identifican con una especie de experta genetista. Ninhursag engendró el primer prototipo semihumano, al que bautizaron como Adamu, «el que como arcilla de la tierra es». Una vez creada su consorte, a la que llamaron Tiamat, ya podían procrear. A lo largo de 3.000 años su estirpe acabó por degradarse, y los descendientes del Adamu robaban el alimento de los dioses y saqueaban ciudades, regresando a un estado primitivo y salvaje. Aunque eran portadores del gen Anunnaki que les había conferido inteligencia, con el tiempo esta característica acabó diluyéndose. Ante tal fracaso, Enki pensó en confeccionar una raza mejorada, que sirviera a los Anunnaki con dignidad. 

Esclavos de los dioses


Si bien Enki se presentaba a la humanidad como tutor y maestro, Enlil, en cambio, odiaba a estos humanos inicialmente llamados Lulu (esclavos primitivos relegados a realizar ingratos trabajos), pues temía que algún día, con el conocimiento adquirido de ciertos dioses, llegaran a superarles en número y pudiesen rebelarse contra ellos. 

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Ninhursag con el espíritu de los bosques junto al árbol cósmico de la vida de siete puntas. Relieve de Susa.


La Diosa Madre Ninhursag, en complicidad con Enki y su hijo Ningishzidda, se dispuso entonces a crear al nuevo ser humano: «Mientras la Diosa del Nacimiento esté presente, que la Diosa del Nacimiento forje una descendencia. Mientras la Madre de los Dioses esté presente, que la Diosa del Nacimiento forje un Lulu; que el trabajador lleve la carga de los Dioses. 
Que cree un Lulu Amelu, que él lleve el yugo». Los textos sumerios revelan en qué consistió el proceso de manipulación genética. Se emplearon genes de un Dios para conferirlos al útero de las Diosas Madre o Diosas Procreadoras. 

Los escritos se refieren al útero como «arcilla», clara metáfora de un contenedor de vida: «Prepararé un baño purificador, que un dios sea sangrado (…) De su carne y sangre, que Ninti mezcle la arcilla». Más adelante, a Ninhursag se une otra Diosa Madre, Ninki, la esposa de Enki. El proceso les permite elegir el sexo de los Lulu, realizando cada vez catorce inseminaciones, con siete machos y otras tantas hembras: «Ninti pellizcó catorce trozos de arcilla; depositó siete a la derecha, depositó siete a la izquierda. Ninki, mi esposa-Diosa será la que afronte el parto. Siete Diosas del Nacimiento estarán cerca para asistir. El destino del recién nacido tú pronunciarás; Ninki fijará sobre él la imagen de los dioses; y lo que será él es Hombre». 

Dios 

Representación de Enki.


Transcurren nueve meses y no se producen los nacimientos. Al empezar el décimo mes, los Anunnaki recurren a la cesárea: «Ninti (…) cuenta los meses (…) Al destinado décimo mes llamaron; la Dama Cuya Mano Abre llegó. Con el (…) ella abrió el útero. Su rostro brilló de alegría. Su cabeza fue cubierta (…) Hizo una abertura; lo que estaba en el útero salió». Cuando surge el primer «prototipo», Ninhursag lo alza en brazos y grita: «¡Lo he creado! ¡Mis manos lo han hecho!». Sin embargo, la perspectiva tradicional de la biología evolutiva da por hecho que la teoría de Charles Darwin sobre la evolución de las especies es completamente verídica, a pesar de que carecemos de informaciones sobre varios eslabones perdidos en el proceso evolutivo de los humanos. A la vista de lo expuesto hasta ahora, lo más probable es que no aparezcan nunca. 

Ingenieros genéticos


El «milagroso» salto evolutivo que dio lugar a lo que somos ahora semeja más un laborioso trabajo de ingeniería genética. También resulta sorprendente que culturas tan avanzadas como la sumeria florecieran de la noche a la mañana, sin que dejaran rastros de sucesivas etapas de evolución que indiquen un progresivo avance cultural, arquitectónico o matemático. Al contrario, en un periodo relativamente corto, el ser humano primitivo emergió de la nada, levantando imperios y civilizaciones muy avanzadas en diversas áreas del saber. El origen de tales progresos lo escribieron hace miles de años nuestros ancestros: ellos insistieron en apuntar hacia las estrellas, hacia los dioses, hacia seres muy avanzados que un día se asentaron en nuestro mundo. Cuando acudimos al libro del Génesis, leemos cómo Yahvé ordenó la creación del ser humano: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, y tenga dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo, el ganado, y en toda la tierra, y sobre todo animal que se desplaza sobre la tierra» (Génesis 1: 26). Pero a Yahvé se le escapa un detalle… Habla en plural. 

reptiloides 

¿Somos producto de una ingeniería genética extraterrestre?


Aunque en la Biblia aparece constantemente la palabra cananea Elohim, que los hebreos utilizaron para designar a Dios en singular, también se traduce como «Poderoso». Y si bien en términos genéricos Elohim es singular, en otras partes se da a entender que no solo hay un dios, sino varios. O cuanto menos, Yahvé parece contar con otras entidades que están a su servicio. Efectivamente, en los textos sumerios se relata que Adán fue el resultado de lo que muchos interpretamos como una fertilización in vitro. Hemos apuntado anteriormente que los diseñadores genéticos habrían sido los dioses Enki, su hermanastra Ninhursag y Ningishzidda. Los tres habrían tomado el óvulo de una hembra neandertal, fertilizándolo con su esperma y reimplantándolo en el útero de Ninhursag, la Diosa Madre de la humanidad. 

Varios nombres para una misma deidad


En el Antiguo Testamento, concretamente en Jubileos 3:3-5, leemos que después de crear a Adán, Yahvé ordenó a sus subalternos, los ángeles que trabajaban para él, que confeccionaran una hembra como compañera de éste: «El Señor nos dijo: ‘No es bueno que esté el hombre solo: hagámosle un auxiliar como él. Y el Señor nuestro Dios le infundió un sopor, de manera que se durmió. Tomó para formar a la mujer uno de sus huesos. Y así lo hizo: aquella costilla de la mujer. Y arregló con carne su lugar tras formar a la mujer». Enlil adoptó diferentes nombres en función de las culturas que fue gobernando. En Canaán, Siria y Palestina lo veneraban como El (El Dios), el primero que se autoproclamó Dios absoluto en un sentido monoteísta. Con esta misma premisa se presentó Enlil como El Elyon o El Shaddai (atributos concernientes a su poder de soberanía) a los patriarcas hebreos Abraham, Isaac y Jacob. Luego cambió su nombre por YHWH, Yahvé, el Dios creador del Universo, cuando se mostró ante Moisés. 

YAHVÉ: El dios extraterrestre que manipuló a la humanidad 

Moisés en el Monte Sinaí. Óleo de Jean-Léon Gérôme, c. 1895.


El plan de Enlil —presentándose esta vez como Yahvé—, consistente en tomar a Israel como «el pueblo elegido», tenía desde el principio el objetivo de manipular las creencias de éste, estableciendo una religión basada en unas leyes inamovibles y favoreciendo los enfrentamientos con los egipcios, los babilonios o los persas, lo que se traducía siempre en un derramamiento de sangre constante. 

Yahvé era un Dios cruel que exigía sacrificios en masa: primero de animales y luego, bajo la excusa del castigo, de seres humanos: «Yahvé envió una epidemia a Israel, desde aquella mañana hasta el tiempo señalado, y murieron 70.000 hombres del pueblo, desde Dan hasta Beerseba». (2-Samuel 24:11-15). En Éxodo 32:26-28, Yahvé ordena a Moisés: «Ponga cada cual la espada a su lado; pasad y traspasad por medio del campamento desde una puerta a otra puerta, y cada uno mate aunque sea al hermano, y al amigo y al vecino». En un solo día 23.000 personas fueron pasadas a espada… 


link: https://www.youtube.com/watch?v=rvxN7fad5Qc 

Cuando Yahvé ayudó a los judíos a escapar de Egipto, los amalecitas se interpusieron en su camino. Pasados unos siglos, Yahvé no solo no había olvidado aquel incidente, sino que hizo exterminar así a sus habitantes: «He decidido castigar lo que hizo Amalec a Israel, cortándole el camino cuando subía de Egipto. ‘Ve, pues, Saúl, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene. ¡Y no te apiades de él, mata a hombres, mujeres, niños y aún los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos!’ Y Saúl derrotó a los amalecitas y tomó vivo a Agag, el rey de Amalec, pero mató a todo el pueblo a filo de espada». Su maldad se hacía especialmente extensible hacia las mujeres. En Deuteronomio 22:13-21 leemos: «Si un hombre descubre en su noche de bodas que su mujer no es virgen, debe apedrearla hasta la muerte». Consejos muy «didácticos» que cristalizaron en leyes que sentenciaban a muerte casi por cometer cualquier tontería. Yahvé también mostraba una gran «sensibilidad» en lo que concierne a la educación de los hijos: «Si alguien tiene un hijo rebelde que no obedece ni escucha cuando lo corrigen, lo sacarán de la ciudad y todo el pueblo lo apedreará hasta que muera» (Deuteronomio 21:18-21). 

Cruel y vengativo


Yahvé también era conocido porque no admitía traiciones: «Los que adoren a otros dioses, o al Sol, la Luna o todo su ejército del cielo, morirán lapidados» (Deuteronomio 17:2-5). Y no sólo promovía la esclavitud, sino que la establecía como un derecho legítimo: «Si un esclavo está contento contigo, tomarás un punzón y le horadarás la oreja y te servirá para siempre. Y lo mismo le harás a tu esclava» (Deuteronomio 15:16-18). En el siguiente pasaje de Números 15:32-40 comprobamos qué era lo que Yahvé entendía por justicia: «Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo. Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. Y Jehová dijo a Moisés: ‘Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como Jehová mandó a Moisés». 

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La nación de Moisés cruzó el Mar Rojo (sobre estas líneas, pintura) gracias a las extraordinarias capacidades de Yahvé, que hizo que se abrieran las aguas.

Masacre celestial


En muchos pasajes bíblicos se describe cómo es el vehículo aéreo en el que viaja Yahvé: «Durante el día es una nube y por la noche aparece como una columna de fuego». En ocasiones, Yahvé disponía de «ángeles» que le ayudaban en sus acciones: «Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y que pueden entrar ante su presencia gloriosa». (Tobías 12:15). Estos «ángeles» son los subordinados de quién se supone está al mando, y ejecutan sus órdenes, por crueles que sean. Por ejemplo, cuando el asedio de los asirios contra los judíos pone en peligro sus planes: «Aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Yahvé e hirió a 185.000 en el campamento de los asirios. Se levantaron por la mañana, y he aquí que todos ellos eran cadáveres». 

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Yahvé era una nube voladora que de noche alumbraba el camino de los huidos de Egipto


¿Una masacre de 185.000 hombres en una noche? ¿Qué clase de armamento utilizaron para semejante barbarie? Los textos describen «ejércitos de escuadrones en el cielo», y armas que disparaban rayos y producían ceguera, por lo que se puede deducir que se refieren a modernas armas de plasma, que causan un destello cegador. La misma crueldad que Yahvé manifestaba el Dios sumerio Enlil hacia los hombres, cuando decidió exterminarlos con un diluvio universal: «Destruiré al habitante de la tierra que he creado y lo echaré de la faz de la tierra». Porque Enlil y Yahvé eran la misma entidad sanguinaria y vengativa, expresándose en dos culturas diferentes. 

Conspiración cósmica


Pero lo más importante es que el dios sumerio Enlil era el máximo soberano en la Tierra, que contaba entre sus filas a los mejores ejércitos y la más avanzada logística a su disposición, para fabular el teatro y el engaño que lo lleva a revestirse con el disfraz de la divinidad ante los seres humanos. Exactamente idéntica firma de soberanía y mandato supremo mostraba Yahvé. Los dioses, supeditados a Enlil, instauraron culturas y pueblos para hacerlos enfrentar entre sí como piezas en un tablero de ajedrez. Todo esto sin otra finalidad que la obtención de dolor, entendido como vibración energética susceptible de ser absorbida. Es precisamente a través de la creación de un linaje real como los dioses establecieron una monarquía que impusiera sus decretos, eligiendo a unos pocos humanos con los que se mezclaron sexualmente, esparciendo su línea sanguínea. El ejemplo más ilustrativo fue David, el rey de Israel, sin duda el más preciado personaje bíblico de Yahvé, quién según muchos expertos no era hijo de Isaí, sino del propio Enlil/Yahvé. En la Biblia se citan los extraños prodigios y cualidades suprahumanas de David, que no pertenecían a un humano corriente: «He venido a ser extraño a mis hermanos, y extranjero para los hijos de mi madre» (Salmos 69:8). Y razones tenía para afirmarlo. David era muy diferente de sus hermanos. Tenía el pelo rubio, ojos azules y piel rosada, como los «ángeles» de Yahvé, por lo que fue menospreciado por sus padre. 

Lo que Yahvé perseguía era esparcir una genética Anunnaki exclusivamente entre los monarcas, que se distinguían por su frialdad y recto cumplimiento de las directrices de un plan de control global sobre el resto de la población. Entre los muchos objetivos de esta conspiración cósmica destacan dos: 

  • Crear un velo de confusión y división de razas y naciones que favorezca el conflicto, lo que se traduciría en dolor como alimento o sustrato vital para estos seres de baja densidad.
  • Impedir el acceso al conocimiento espiritual y moral del ser humano, para que no detecte quiénes son los carceleros que aprisionan su consciencia y no pueda así adquirir suficiente poder conceptual para liberarse y crecer como individuo independiente y para escapar a un sistema de control que lo reduce a un mero títere cruelmente condicionado a una existencia autómata 


Ondas cerebrales: Alimento de los dioses


manipulacion 

Muchas personas realizan la siguiente afirmación: «Si los extraterrestres quisieran invadirnos y destruirnos con su avanzada tecnología, ya lo habrían hecho». Pero la realidad es muy distinta, mucho más compleja e inquietante. En primer lugar hay que matizar que la humanidad no va a ser invadida, porque ya lo ha estado desde siempre. Nos enfrentamos a entidades que son verdaderos maestros del engaño, capaces de inocular veneno en nuestra conciencia. Un veneno que corroe nuestras mentes pero que nosotros percibimos bajo la máscara de una falsa libertad


3 comentarios:

  1. Muy bueno el artículo.............. Muchas gracias.

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  2. muy bueno... en la novela EL MISTERIO DE BELICEÑA VILCA se puede leer y comparar, pues la lectura ilustra un ambiente de violencia y sangre para que los subditos de yahve bajen a la tierra se materialicen y se les pueda combatir, según la novela ninrod planifica el ataque a estos con un chuchillo de jade, aunque las huestes de ninrod son derrotadas este logra matar a uno.

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