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sábado, 18 de julio de 2015

¿Qué Sucede Con Nosotros Después De La Muerte?



Al dejar el cuerpo físico se sume el alma en profundo sueño o estado comático, semejante al del feto en el claustro materno, y así se predispone a nacer en el mundo astral, pues necesita tiempo para adaptarse a las nuevas condiciones y cobrar la fuerza y vigor requeridos por la nueva fase de existencia. 

De ordinario descansa en paz, sin que la perturben externas influencias. Sin embargo, hay circunstancias excepcionales, o sea los ensueños del alma dormida, determinados por dos causas:

1º las emociones intensas de amor y odio, o la inquietud por el incumplimiento de alguna labor importante o de un sagrado deber; 

2º el vehementísimo pensamiento en los seres que deja en el mundo, con tal que éstos se hallen emocionalmente relacionados con el alma del difunto. Ambas causas producen en el alma que acaba de desprenderse del cuerpo físico una inquietud y desasosiego lo bastante poderosos para atraerla hacia las cosas de la tierra, ya por medio de una ensoñadora comunicación telepática, o en muy raros casos mediante un estado parecido al sonambulismo de la vida física., 
Estas condiciones son deplorables porque perturban al alma y retrasan su evolución y desenvolvimiento en su nueva fase de existencia.



El alma que pasa tranquilamente del mundo físico al astral, rara vez se ve conturbada por semejantes ensueños, sino que después del estado comático despierta a la otra vida con tanta naturalidad como el capullo se abre en flor. No le sucede lo mismo a quien está poseído de vehementes deseos relativos a la vida terrena o apesadumbrado por remordimientos o invadido de emociones de amor o de odio, o teme por la suerte de los seres amados a quienes deja en la Tierra

En este último caso atormentan dichas inquietudes a la pobre alma; su sueño astral es febril y desazonado; y a veces nota el involuntario impulso de aparecerse a sus deudos o comunicarse con ellos, en el ya referido estado de sonambulismo.
Si el alma cede a este impulso, y se aparece visiblemente a sus deudos o amigos, se advierte en la aparición algo que no es propio de la personalidad física, como si estuviera medio dormida y careciese de la prestancia que tuvo en la vida física. Sin embargo, con el tiempo, estas pobres almas apegadas a las cosas terrenas se cansan y caen en plácido sueño. De análoga suerte, los vehementes deseos de los que en el mundo físico quedan, pueden establecer una relación con el alma del difunto y perturbar su descanso. 




Muchas personas bien intencionadas establecieron con su intenso deseo dicha relación, sin tener en cuenta que de tal modo retardaban la evolución del ser querido en el mundo astral.

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