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lunes, 8 de junio de 2015

Fundamentos de la Cosmovisión Enkista


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Un hombre auténticamente sabio e iluminado siempre hallará en el estudio de la historia un valor incalculable. Al ensimismarnos en la ciencia de la historia y adquirir un entendimiento cabal y certero de nuestro pasado a nivel cósmico podemos saber de dónde venimos, quiénes somos e incluso adónde vamos. Las claves del presente y del futuro están en el pasado, pues el pasado es lo que determina el mundo actual y el porvenir. Si nos remontamos a los tiempos primigenios de nuestra historia y llegamos hasta el origen de nuestra especie entonces podemos entender cuál es el propósito de nuestra existencia y en qué debemos basar nuestras filosofías y nuestra moralidad. En este sentido, se podría decir que la historia de nuestra raza humana es el fundamento subyacente más importante de la filosofía. En fin, si queremos comprender bien algo, lo que tenemos que hacer primero es hacer un viaje histórico a tiempos pasados y empezar desde su origen.

Cuando nos remontamos al inicio de nuestra especie a través de los registros históricos y literarios más antiguos de la civilización humana se nos abren los ojos y llegamos a conocer la verdad de nuestros orígenes: fuimos creados por el gran dios sumerio Enki a su imagen y semejanza y luego fuimos dotados de la ciencia del designio del cielo y de la tierra por virtud de ser hijos y hijas de ese poderoso dios. Venimos de un origen de sangre divina y por lo tanto todos somos seres medio divinos y poseemos la chispa de la divinidad. Se podría decir que los humanos somos pequeños dioses en ciernes gracias a la marca de los dioses que nuestro gran padre ancestral nos implantó. Somos seres con un gran potencial y capaces de alcanzar el endiosamiento igual que nuestros grandes ancestros interplanetarios. Somos la querida progenie de nuestro gran creador Enki y somos de la semilla de los dioses.

Esta verdad tiene implicaciones muy significativas para nuestra cosmovisión filosófica actual. Esta revelación asombrosa cambia nuestro entendimiento del mundo y nuestra percepción de la humanidad por completo. Al entender nuestra verdadera historia, nuestra perspectiva de la vida es transformada en su totalidad. Ya no nos podemos ver como pecadores perdidos sometidos a un solo dios castigador ni como el producto de millones de años de evolución al azar sin ningún propósito objetivo salvo la supervivencia biológica. Ahora tenemos los ojos despiertos y podemos entender quiénes somos realmente. Ahora hemos espabilado a la divinidad dormiente que llevamos dentro de nuestra alma y somos capaces de prever adónde podemos llegar. Cuando despertamos y llegamos a descodificar nuestro pasado histórico entonces podemos ver nuestro presente con mucha claridad y también nos podemos proyectar al futuro para ver adónde vamos. La historia es un verdadero tesoro de la raza, pues la luz del conocimiento alumbra las tinieblas de la ignorancia y la verdad desemboca en la auténtica libertad.

A partir de ahora vamos a revisitar los grandes temas cósmicos como el propósito del hombre, el significado de la vida, las metas de la espiritualidad, la ética y la moralidad a la luz de la verdad de nuestros orígenes. Aquí voy a esbozar de modo breve el propósito del camino de la corriente espiritual enkista. Voy a enumerar algunos de los puntos más fundamentales de nuestra cosmovisión filosófica y espiritual y hacer comparaciones con las enseñanzas de otros sistemas donde sea apropiado. Este artículo no será de ninguna manera un tratado completo de nuestra filosofía sino más bien un esbozo básico de nuestra cosmovisión.
Los Dioses: Nuestra Deorispectia
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El término deorispectia es un acuñamiento teológico mío cuyo significado es 'nuestro modo ver y percibir la naturaleza de la divinidad o de los dioses'. A nivel léxico es una combinación del genitivo plural del sustantivo latino deus→  deōrum (de los dioses) y del sufijo acuñado -spectia que significa 'perspectiva' o 'modo de ver'. En fin, nuestra deorispectia es nuestra perspectiva teológica y cosmológica sobre los dioses. Es un término inherentemente politeísta, aunque acuñé también los términos sinónimos más generales deispectia y teovisión (nuestra perspectiva sobre la deidad). Nuestra deorispectia es bastante elaborada e incluso podría resultar bien novedosa para la gente acostumbrada a la teología convencional pero con la mente lo suficientemente abierta para ver las cosas desde otros puntos de vista.

Los Enkistas reconocemos a los dioses del panteón mesopotámico antiguo como los creadores divinos de la humanidad. En este sentido, abrazamos una teología politeísta. Los antiguos dioses crearon al hombre a su imagen y semejanza para que les sirviera y se encargara de las tareas arduas de las deidades menores y luego nos enseñaron la cultura y fundaron muchas de las grandiosas civilizaciones de la antigüedad como la sumeria, la egipcia y la índica. Los dioses Anunnaki son nuestros hacedores y nuestros maestros; sin embargo, ellos mismos también son seres creados engendrados por un padre y alumbrados por una madre igual que nosotros. Nuestros creadores sí son dioses, pero a la vez siguen siendo una creación del cosmos y de una fuerza superior aún más excelsa. Incluso las deidades más altas del panteón como el rey celestial Anu y nuestro creador Enki son seres creados que nacieron dentro del universo. Anu, el dios más elevado del panteón sumerio, fue engendrado por las deidades primigenias Anshar y Kishar, y su equivalente semítico occidental El (Yahvé) fue engendrado por los dioses pre-panteónicos Elyon y Beruth. En fin, las deidades de las grandes culturas politeístas eran una especie superior de origen celestial que creó al hombre a través de su sangre divina y estableció la civilización en la tierra, pero eran distintos al primer motor de la creación del cosmos.

¿De dónde vinieron nuestros creadores divinos? Nuestros grandes dioses son una parte de la creación cósmica. Son una especie humanoide sumamente avanzada que ha seguido una trayectoria evolutiva parecida a la nuestra en un mundo lejano pero semejante al nuestro. Nuestros creadores vienen de una civilización cósmica mucho más evolucionada que la nuestra. Son entidades biológicas extraterrestres del género humanoide que nos llevan cientos de miles de años de desarrollo evolutivo y han alcanzado el máximo nivel de su evolución. Los ancestros de nuestros dioses empezaron su existencia como una especie de homínido primitivo parecido al Homo Erectus en un sistema solar lejano. Siguieron una trayectoria evolutiva lenta y estable en su planeta originario hasta llegar al nivel Sapiens como nosotros actualmente. Sin embargo, su desarrollo biológico y espiritual no terminaría allí. Nuestros dioses seguirían avanzando en su evolución hasta alcanzar la última fase: el nivel Divinus. Los ancestros de los Anunnaki llegaron a despertar la chispa divina que llevaban dentro y lograron el Opus Magnum: el endiosamiento de su especie.

¿De dónde vino la chispa divina que permitió que se convirtieran en dioses? Todas las entidades conscientes y al nivel Sapiens en el cosmos estamos dotadas de la esencia de la divinidad que el gran creador de todo nos incrustó en el alma en el momento del inicio de la vida. Todas las especies del género humanoide estamos programadas a seguir una trayectoria evolutiva en la cual primero alcanzamos el nivel de la conciencia sapiente y finalmente despertamos la chispa celestial que llevamos dentro convirtiéndonos en dioses. El progenitor del cosmos lo ordenó así. La gran fuerza divina primigenia diseñó el cianotipo del universo y programó el itinerario de su evolución. Por lo tanto, la misma naturaleza está dotada de la divinidad. La evolución natural del género humanoide sigue la trayectoria de Homo Erectus → Homo Sapiens → Homo Divinus. Nosotros ahora estamos al nivel Sapiens mientras los grandes Anunnaki, los dioses de la antigüedad, ya alcanzaron el nivel Divinus hace cientos de miles o quizás incluso millones de años. El salto evolutivo del Erectus al Sapiens es uno primariamente biológico y psíquico. En esta etapa el homínido se desarrolla físicamente y adquiere un alto nivel de inteligencia y el raciocinio avanzado. En cambio, la transición del Sapiens al Divinus es un avance mucho más espiritual. Esta vez el homínido aprende a despertar su componente espiritual empezando con la activación de la glándula pineal, el abrimiento de los chakras y el levantamiento de la serpiente sagrada de la Kundalini y va descubriendo sus numerosas capacidades espirituales naturales. Así se convierte en un dios. Así es el alcance del endiosamiento. Así es el Opus Magnum de la espiritualidad enkita.

Los Anunnaki alcanzaron esa última fase de su evolución ya hace mucho tiempo. Por lo tanto, han logrado descodificar los misterios de la longevidad y la inmortalidad, han desarrollado habilidades psíquicas y poderes mágicos sumamente altos, poseen un nivel de inteligencia divino, tienen dominio sobre la interdimensionalidad y son capaces de hacer viajes interestelares en relativamente muy poco tiempo. Los Anunnaki son alienígenas humanoides que han evolucionado en otra parte del cosmos, pero también son dioses en pleno sentido de la palabra gracias a su alto nivel de desarrollo evolutivo.

Así que se podría decir que la cosmovisión teológica que abrazamos es una combinación elaborada del politeísmo extraterrestre o alieniteísmo y del emanantismo panenteísta, aunque nuestra posición cosmológica queda difícil de categorizar en términos convencionales. Primero, es cosmos fue diseñado y generado por un principio creativo transcendental. Luego, el universo emanó de la fuente primigenia y éste a su vez engendró a todas las formas de vida que habitan su interior. Desde entonces algunas especies humanoides seguirían trayectorias evolutivas avanzadas y establecerían grandes civilizaciones en sus mundos originarios. Entre ellos aparecería la raza orionita de los Anunnaki. La misma alcanzaría el nivel Divinus del itinerario de su evolución y despertaría la chispa divina que siempre había llevado dentro. Los ancestros de los Anunnaki se convertirían en dioses y más tarde emprenderían proyectos de exploración espacial. Al descubrir la tierra en el sistema solar nuestro, los Anunnaki establecerían una colonia terrenal y luego engendrarían al Homo Sapiens terrestre a través de su propia sangre. Nos formaron a través de la ingeniería genética avanzada y a base de un homínido primitivo terrestre que aún estaba al nivel Erectus en su trayectoria evolutiva. Así acelerarían la evolución biológica y psíquica de nuestra especie.

En resumen, podemos concluir que los dioses son esencialmente versiones más evolucionadas de nosotros. Son ahora como los terrícolas seremos en nuestra fase evolutiva final. A nivel cósmico, el orden natural de la evolución va de lo bestial a lo sapiente, y luego avanza de lo sapiente a lo divino. Así que nosotros también como los humanos sapientes que somos tenemos la capacidad natural de avanzar en nuestra evolución espiritual y por último convertirnos en seres divinos.
El Hombre y el Conflicto Cósmico
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El hombre fue creado a la imagen y semejanza de los Anunnaki y por lo tanto hemos heredado muchas de las características de nuestros creadores. Tenemos la misma naturaleza y compartimos las mismas metas cósmicas que nuestros ancestros divinos. Igual que todas las razas de homínidos en el cosmos, nuestro objetivo más básico es el avance de nuestra trayectoria evolutiva hasta llegar a la divinidad y experimentar la plenitud de la vida como un ser divino. Hablaremos más sobre el propósito de la vida en la siguiente sección.

El lugar del hombre en el cosmos viene a ser diferente dependiendo de la perspectiva. Aquí encontramos un gran conflicto de intereses. Según el orden cósmico natural y la perspectiva enkista, el hombre es una criatura sapiente cuya trayectoria evolutiva natural incluye el alcance de la divinidad, un hijo del linaje de los mismos dioses y por lo tanto un pequeño dios en ciernes con todo derecho a su evolución divina natural. En cambio, según los Anuistas, el humano terrestre es simplemente un recurso para ellos y un esclavo inteligente a su servicio. Allí está la gran diferencia entre la antropovisión de los Enkitas y la de los Anuistas. El gran conflicto cósmico entre los dioses radica en este conflicto de intereses.

Los dioses enkitas nos ven como su propia progenie y nos quieren como un padre quiere a su hijo puesto que fuimos hechos a través de su sangre divina y nuestros ancestros primigenios fueron alumbrados por las mismas diosas. Por lo tanto, los Enkitas desean nuestra evolución como especie. Llevamos su ADN celestial; somos consanguíneos. Los benévolos Enkitas naturalmente quieren apoyarnos en nuestro endiosamiento. Un buen padre siempre quiere lo mejor para sus hijos. En cambio, los malévolos Anuistas son extremadamente misántropos y sólo buscan convertirnos en ganado humano. Ellos quieren impedir nuestra evolución espiritual, atraparnos en un estado de ignorancia y mantenernos esclavizados para sacarnos provecho. A diferencia de los Enkitas paternales y benévolos, los Anuistas son malhechores vampíricos, parasíticos y abusones. Buscan esclavizarnos en su red de control mental, pues se alimentan de nuestra energía y de nuestro sufrimiento. En este sentido, los extraterrestres anuistas que incluyen los Anunnaki que se aliaron con Anu (en realidad una minoría pequeña), los Dracos infames y los Grises desalmados son muy parecidos a los malévolos Arcontes del Demiurgo en la tradición gnóstica. En fin, el gran conflicto cósmico se ha producido por un conflicto de intereses y una colisión de valores entre dos facciones de extraterrestres y por desgracia los humanos nos encontramos en el epicentro de la lucha.

La naturaleza del hombre es ni buena ni mala. Contrario a lo que enseña la cosmovisión bíblica, la humanidad no está caída, no nace en el pecado y por lo tanto no necesita de ninguna expiación a través de los sacrificios de sangre. Las ignominiosas doctrinas cristianas del Pecado Original y de la Caída del Hombre son nada más que una manera de esclavizar y manipular las mentes de los humanos ingenuos a través de la culpa religiosa y el miedo psicológico. En realidad, el hombre no está caído ni tampoco es inherentemente pecaminoso; el hombre es simplemente imperfecto, pues él fue hecho a la imagen y semejanza de seres moralmente imperfectos.

Gracias al hecho de que el hombre fuera creado como un ser inteligente y dotado del raciocinio de sus creadores divinos, los humanos somos seres racionales y poseemos un concepto de la moralidad innato. Por lo tanto, somos capaces de elegir el bien y vivir moralmente por nuestra propia cuenta. Todo depende de nuestra elección y también de nuestro nivel de conciencia. El conocimiento es la clave de una buena moralidad. Al contrario, la ignorancia es la raíz de todo mal en cuanto a la ética humana.

El pecado no es ninguna enfermedad mental o espiritual que contamine el cuerpo y el mundo físico y haga que todos los designios de la mente se corrompan y se vuelvan malos. Ese tipo de pensamiento supersticioso no tiene validez en una cosmovisión científica, civilizada e ilustrada. El pecado es simplemente el resultado de las malas acciones y no la causa del mal. Por lo tanto, si el hombre se educa, adquiere el conocimiento y aumenta su nivel de conciencia espiritual entonces podrá actuar moralmente y evitar el pecado. Del mismo modo, en la mayoría de los casos el conocimiento moral y la acción responsable pueden arreglar los errores del pasado. En fin, la educación, el conocimiento y la erradicación de la ignorancia son las claves de una vida moral.
La Vida del Hombre y el Propósito del Camino Enkista
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Los temas de la razón de ser del hombre y del propósito de la vida humana son dos preguntas fundamentales en cualquier sistema de filosofía sofisticado. Algunos pensadores suponen que sí hay un propósito objetivo, transcendental e inherente de esta vida mientras otros piensan que nuestra existencia es sin propósito alguno salvo la supervivencia biológica y por lo tanto todas las demás metas son solamente ideas subjetivas.

¿Cuáles son los propósitos de la vida según el camino enkista?

Nuestra filosofía mantiene que existen por lo menos tres objetivos fundamentales en la vida humana:

1) la evolución del alma
2) la adquisición del conocimiento
3) la búsqueda de la eudaimonía.


La evolución del alma es un objetivo fundamental para cualquier tipo de homínido y es una ley cósmica ordenada por la misma fuente vital del universo. La búsqueda de incrementar el nivel de existencia de uno mismo es un deseo natural de cualquier ser viviente. Justo como una obra de construcción empieza de cero y va irguiéndose poco a poco volviéndose cada vez más grande, fuerte, bella y suntuosa, el alma del hombre va superándose haciéndose cada vez más inteligente, creativa, ingeniosa, ilustrada, vivaz, grandiosa y poderosa de acuerdo con el orden evolutivo natural. Justo como el avance de la construcción de un hermoso templo trae un sentido de satisfacción al corazón de su arquitecto, la mejora del estado del alma y la edificación de la psique nos otorgan cierto sentido de complacencia duradera y bienestar jubiloso. La trayectoria evolutiva natural y diseñada de cualquier especie humanoide es de Homo Erectus a Homo Sapiens y luego de Homo Sapiens a Homo Divinus. La continuación de nuestra evolución psíquica y espiritual y el alcance del endiosamiento o el nivel de Homo Divinus son el objetivo principal natural de todas las especies humanoides, el hombre terrestre incluido. Eso se logra a través del Opus Magnum: el levantamiento de la serpiente sagrada de la Kundalini.


La adquisición del conocimiento también es un objetivo fundamental de la vida y ésta va muy vinculada con el primer objetivo de la evolución del alma. El conocimiento es el principio de todo. El conocimiento nos encamina a la verdad, nos permite discernir la falsedad, posibilita nuestro crecimiento psíquico y espiritual, nos ayuda a vivir una vida moral y virtuosa, nos permite prosperar como individuos creativos y borra todos los males de la ignorancia como la superstición, el miedo irracional y los vicios sociales.

Necesitamos un buen entendimiento de los hechos para conocer la verdad y protegernos del engaño. Si no tenemos conocimiento somos nada más que presa fácil para los lobos voraces de la mentira.

Necesitamos dominar la ciencia de los métodos ocultos como el yoga y la meditación para avanzar en nuestra búsqueda de la evolución espiritual y lograr el Opus Magnum. Si permanecemos en la ignorancia sólo nos estancaremos y no nos iluminaremos jamás.

Necesitamos una conciencia de lo moral y lo inmoral, un conocimiento del bien y del mal si se quiere, para elegir una vida de buenos principios morales. Si no tenemos eso quedamos a la merced del sistema de 'moralidad' primitivo de cualquier tirano perverso y depravado que quiera hacerse pasar por un modelo de la justicia.

Necesitamos un nivel de conocimiento bien desarrollado para independizarnos como individuos y vivir de acuerdo con nuestros ideales personales. Si seguimos ignorantes permanecemos en el gran rebaño colectivo de la multitud de borregos dóciles de la sociedad y nos dejamos llevar por las ideas y creencias irracionales de una mayoría poco iluminada y amarrada por el colectivismo ciego.

Necesitamos saber fundamentarnos en la realidad y distinguir entre lo verdadero y lo absurdo. Si no disponemos de suficiente conocimiento como para erradicar nuestra ignorancia siempre caeremos en las garras de los vampiros engañosos que nos quieren atrapar en su ignominiosa red de mentiras.

En resumen, la adquisición del conocimiento es primordial para la auténtica evolución de la mente.


La búsqueda de la eudaimonía es otro objetivo fundamental de la vida que tiene mucho que ver con el primero. El término eudaimonía es un concepto filosófico de origen griego cuyo significado general incluye bienestar duradero, plenitud del ser y sentido de satisfacción en la vida. El vocablo está compuesto por las raíces clásicas eu- (bueno, bien), daimōn (espíritu, genio) e -ía (estado de dicha cualidad) y por lo tanto significa literalmente 'estado de buen espíritu'.

En la Grecia antigua, la búsqueda de la eudaimonía era considerada el objetivo principal de la vida por la filosofía aristotélica. Para Aristóteles, la eudaimonía consistía en la realización de la felicidad humana, la garantía de la prosperidad de uno mismo, la plenitud y la armonía del alma, la búsqueda del conocimiento y el alcance de la ilustración, la productividad y la fructificación de las facultades creativas, la abundancia y las riquezas tanto materiales como culturales, la continua mejora del estado de cada uno y una existencia virtuosa de honor, dignidad y raciocinio. En resumen, la eudaimonía es la auténtica búsqueda de la felicidad en esta vida.

Dicha filosofía de la vida no podría estar más lejos de las filosofías del ascetismo y de la austeridad de las religiones anuistas como el Judeocristianismo, el Islam y el Budismo. Cada ser humano tiene todo el derecho de buscar su propia felicidad. Cualquier sistema que diga lo contrario y exija una vida ascética es un enemigo de la humanidad. La búsqueda de la felicidad o eudaimonía individual es uno de los caminos más nobles de la vida.
Las Filosofías Anuistas: La Antítesis de los Objetivos Enkistas
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Las doctrinas y enseñanzas de la religión judeocristiana y algunas de las otras filosofías de Anu son totalmente antitéticas a los principios de la corriente enkista, pues son flagrantemente anti-vitales y contrarias a nuestra auténtica evolución personal y espiritual.


1) La Evolución Espiritual Enkista VS La Involución Espiritual Anuista

El primer objetivo fundamental de la vida es la evolución del alma. El hombre debe avanzar en su trayectoria evolutiva natural y alcanzar el nivel de Homo Divinus a través del Opus Magnum: la activación de todos los chakras y el levantamiento de la serpiente sagrada de la Kundalini. Al contrario, la corriente judeocristiana no sólo rechaza todas estas metas sino que también las demoniza.

Primero, el Cristianismo denuncia vehementemente la enseñanza de que el hombre puede convertirse en un ser divino e incluso enseña que la adquisición de la ciencia divina fue lo que ocasionó la supuesta Caída del Hombre y llenó la creación entera de dolor y sufrimiento. Por supuesto, esta doctrina es totalmente absurda y ni siquiera tiene fundamento en el mismo Libro de Génesis como vimos en el artículo sobre el Árbol del Conocimiento.

Segundo, la Biblia prohíbe cualquier práctica oculta de la espiritualidad antigua bajo el pretexto de que va en contra de la ley de Moisés. En el Cristianismo el yoga, la meditación, la magia y el aprendizaje esotérico quedan prohibidos. Sin estas prácticas el levantamiento de la serpiente sagrada de la Kundalini es imposible, pues el yoga y las técnicas meditativas son necesarios para el abrimiento de todos los chakras de su camino. Si el hombre no puede levantar la serpiente sagrada de la Kundalini entonces no es capaz de lograr el endiosamiento y alcanzar la inmortalidad.

Para colmo, la absurda y venenosa religión del Cristianismo enseña una actitud de dependencia fatalista: "¡Tú no tienes que hacer nada sino creer! ¡El 'señor' Jesús lo hace todo! ¡Él se encargará de todas tus necesidades!". ¡Qué idiotez más grande! Si uno quiere crecer a nivel espiritual y lograr el Opus Magnum tiene que trabajar con los chakras a través de las técnicas yóguicas y la meditación esotérica para levantar la serpiente sagrada de la Kundalini. Nosotros tenemos que hacer el trabajo para lograr eso. La verdad es que los élites del Judeocristianismo no quieren que aprendamos las antiguas técnicas esotéricas y logremos la evolución espiritual y el Opus Magnum; ellos sólo quieren mantenernos como ovejas sumisas y obedientes que dependan de su autoridad y de su pastorado. Los Anuistas sólo nos quieren mantener en la esclavitud mental ignorantemente sometidas a su sistema. En fin, el Cristianismo es un gran obstáculo para el alcance de nuestro objetivo primario natural.


2) La Ilustración Enkista VS El Oscurantismo Anuista

La mayor virtud enkista es el conocimiento. El conocimiento es la puerta a la verdad, la luz reveladora que alumbra la oscuridad de la mentira, la base de nuestra evolución espiritual, nuestra guía de la ética y la moralidad, el fundamento del individualismo y de la creatividad personal y por último el antídoto contra los males de la ignorancia como la irracionalidad, los miedos inculcados, el control mental y los vicios sociales. El Judeocristianismo, en cambio, es la epítome del oscurantismo.

Primero, la religión cristiana exige la fe ciega como requisito de la salvación y el cuestionamiento de las doctrinas religiosas establecidas es mal visto e incluso condenado como herejía. La teología cristiana ortodoxa no promueve la búsqueda de la verdad sino que solamente busca justificar sus propias dogmas a todo costo. En la iglesia cristiana el estudio de otros sistemas espirituales y filosóficos también es mal visto y en las denominaciones fundamentalistas toda cosmovisión no-cristiana es satanizada. En fin, la religión dogmática y autoritaria impide la auténtica y honesta investigación de la verdad. Sin embargo, el conocimiento destruye los engaños religiosos y expone las mentiras piadosas. Un buen entendimiento de la erudición teológica moderna y la arqueología bíblica revelará que la Biblia es nada más que un plagio falsificado y las doctrinas del Judeocristianismo son sin fundamentos. Un poco de conocimiento certero anulará las afirmaciones falsas de la iglesia.

Segundo, como ya hemos visto, la religión cristiana obstruye el camino de nuestra auténtica evolución espiritual y destruye nuestra capacidad de lograr el Opus Magnum. Si no tenemos el conocimiento de los chakras y de la Kundalini y desconocemos las técnicas del yoga y de la meditación esotérica entonces no podemos crecer espiritualmente. El Cristianismo no sólo prohíbe la adquisición de dicho conocimiento espiritual sino que también enseña un concepto de 'crecimiento' espiritual totalmente opuesto. Es un engaño flagrante. Las instituciones religiosas de la corriente bíblica enseñan descaradamente que el crecimiento espiritual se consigue a través de la sumisión total, la fe ciega, el ascetismo y la matanza del ego de uno mismo. Eso no es el crecimiento espiritual auténtico, sino más bien el suicidio espiritual. Es simplemente la inactividad y la auto-privación. Lo que quieren los Anuistas es un ejército de esclavos dóciles e ingenuos. Por lo tanto, no quieren que tengamos acceso al verdadero conocimiento espiritual. Así que lo que hacen es vendernos espiritualidades falsas y engañosas basadas en el ascetismo y la renuncia de este mundo para que nos mantengamos distraídos en su ignominiosa red de mentiras religiosas. Sin embargo, un entendimiento cabal de la espiritualidad esotérica expondrá lo absurdo que es la pseudo-espiritualidad vacía de la corriente judeocristiana. En fin, el conocimiento nos salva de los depredadores oscurantistas.

Tercero, la religión cristiana exige que sus seguidores dóciles sigan un código moral bíblico. Sin embargo, el código moral de la Biblia no es un sistema de moralidad auténtico sino solamente la ley del tirano despótico que lo inventó. A primera vista la ley bíblica parece ser un código moral con sus prohibiciones de crímenes ilícitos como el robo, el asesinato y el perjurio, pero en realidad la moralidad bíblica es nada más que una flagrante justificación de la dictadura y la inmoralidad de su dios malévolo Anu-Yahvé. Por ejemplo, la ley bíblica exige la matanza por apedreamiento de cualquier persona que no guarde el sábado (el día del culto satúrnico de Anu-Yahvé) y ordena la ejecución de cualquier supuesto 'hereje' que practique otra religión o aprenda las artes mágicas y los misterios de la espiritualidad (Éxodo 31:12-15; Números 15:32-36; Deuteronomio 13:6-10; ; Levítico 20:6). En los países cristianos millones de personas fueron perseguidas, torturadas y quemadas en la hoguera a manos de los inquisidores por sus supuestos crímenes de la libertad de creencia y la práctica de la espiritualidad ancestral. ¡Qué quede claro que la horrorosa inquisición es la verdadera faceta de la supuesta 'moralidad bíblica'! ¿Y el conocimiento? Cuando la población de una nación está ilustrada y tiene el discernimiento individual ya no se deja llevar por el pensamiento irracional de una colectividad y no se somete a la voluntad de ningún dictador tiránico. En fin, el conocimiento nos permite distinguir entre la ética auténtica y los códigos legales sesgados de regímenes dictatoriales disfrazados de sistemas de moralidad.

Cuarto, la religión cristiana es antitética al individualismo y condena a sus seguidores a la mediocridad. La verdad es que el Cristianismo judío es un precursor de la filosofía comunista, otra invención judía. La filosofía cristiana no intenta que los creyentes crezcan y alcancen la grandeza, sino que más bien exige que los seguidores se empequeñezcan, se humillen, tengan odio para este mundo, renuncien sus posesiones y su logros terrenales y acepten su impotencia como un pecador perdido. Además, la Biblia enseña misantrópicamente que el Cristiano no es nada sin su supuesto 'dios' Yahvé y no puede lograr nada si no es por su dizque 'salvador' Jesucristo. Para colmo, el Cristianismo exige la sumisión ciega y hace que sus seguidores se conviertan justamente en eso: seguidores de una élite dirigente. El Cristianismo es el enemigo del individualismo y de la creatividad individual. La mentalidad cristiana es antitética a los principios libertarios y a la dignidad del individuo. La religión cristiana es nada más que el colectivismo embrutecedor y almicida. Si lo analizamos bien, la ignorancia colectiva es la raíz de este tipo de comportamiento. Sin embargo, el conocimiento y la razón son el antídoto contra este tipo de estupideces colectivistas.

Quinto, la religión cristiana les inculca a sus convertidos un sentido de culpa desmedido y miedos irracionales de conceptos ultraterrenales como el demonio, el infierno y el juicio final a manos de su 'dios'. Los élites de la jerarquía religiosa amenazan a los insumisos y a los detractores de sus doctrinas con el horror de la condenación divina y el lago de fuego eterno. Si no logran convencernos con argumentos teológicos entonces intentan convencernos con el miedo. Sin embargo, una vez que nos educamos y nos damos cuenta de que sus doctrinas espeluznantes son nada más que programas de control mental judíos, las tácticas de miedo del sistema religioso anuista ya pierden su efecto. En fin, el conocimiento es lo que nos libera de los males de la ignorancia.


3) La Eudaimonía Enkista VS El Ascetismo Anuista

La filosofía enkista mantiene que el ser humano tiene el derecho de ser feliz y por lo tanto la búsqueda de la eudaimonía en esta vida es un objetivo muy noble. El deseo de vivir y gozar de la vida en su plenitud es una expresión natural de la fuerza de la vida que mora en el alma de cada uno de nosotros. Por lo tanto, el camino enkista abraza los placeres de la vida sin sentir temor ni sentidos de culpa. La corriente cristiana, en cambio, apoya el ascetismo, exige una renuncia de lo material de este mundo y promueve una idealización de lo ultraterrenal y lo etéreo más allá de esta realidad física.

De hecho, el mismo Jesucristo, aquel Nazareno supuestamente de infinita sabiduría, por cierto dijo que cualquier persona que no aborrezca su propia vida y no odie el mundo no es digna de ser su discípulo. El Cristianismo predica la enseñanza extrañísima de que el mundo es pecaminoso, esta vida es ilusoria y la vida por venir en el reino celestial es lo que importa. Por lo tanto, la cosmovisión cristiana desfavorece los placeres de este mundo y relega la importancia de la búsqueda de la felicidad en esta vida terrenal enseñando que la recompensa real se encuentra en el cielo. Según el pensamiento cristiano, lo que más importa en este mundo no es la búsqueda de la felicidad humana en esta vida sino la obediencia sumisa a 'dios' y una vida de austeridad puritana para aumentar nuestro 'tesoro' en el cielo.

Sin embargo, este tipo de mentalidad ascética es venenoso y antinatural a tantos niveles. Es un engaño total y otro método de manipulación psicológica.

Primero, la creencia de que el mundo físico es irrelevante y un reino celestial etéreo y ultraterrenal es lo que importa es muy errónea. La realidad es que el alma del hombre puede desarrollarse a nivel espiritual sólo cuando está encarnada en un cuerpo físico. Desencarnada y alejada de la materia, el alma no puede evolucionar. El cuerpo material es el vehículo de la conciencia del alma. Así que cuando no está en un cuerpo de carne ella no puede realizar el Opus Magnum y su nivel de evolución espiritual queda igual hasta que vuelva a encarnarse. El ser está compuesto por cuerpo, mente y alma por su esencia y estos tres componentes tienen que estar combinados para que el hombre sea un ser completo. En fin, el mundo físico es la palestra de la vida; aquí sucede el juego. El mundo físico es el mundo de la acción.

Segundo, el 'cielo' cristiano es nomás una forma pensada anuista; no es ningún lugar de recompensa ultraterrenal. Es simplemente una vórtice energética vampírica del malvado Anu y sus secuaces extraterrestres o Arcontes. Los filósofos grecorromanos de la antigüedad nunca llegaron a entender por qué los convertidos cristianos aborrecían tanto el mundo y pensaban más en ilusiones ultraterrenales cuando sólo iban a renacer en el mismo mundo vez tras vez. Aunque encaminen la mayoría de su energía espiritual a su esperanza en el cielo, los seguidores de las religiones de Anu sólo van a volver a encarnarse en este mundo físico vida tras vida. Si ellos están distraídos con añoranzas etéreas y no se dedican al desarrollo espiritual de su alma durante sus encarnaciones terrenales sólo se van a volver más débiles a nivel espiritual y renacer en nuevas vidas con un nivel de conciencia cada vez más bajo.

Tercero, el menosprecio de la importancia de la felicidad en este mundo y la preocupación con una recompensa divina en el cielo asociados a este tipo de pensamiento ascético bíblico son por supuesto otra manera de manipular a las masas oprimidas y asegurar que se sometan ciegamente a sus opresores judeoanuistas. La 'moralidad' cristiana enseña que los creyentes aguanten su desdicha en el mundo, amen a aquellos que los oprimen y dejen que el gran juez su 'señor' haga la justicia en un día futuro. Este mandamiento venenoso enseña que las masas gentiles se sometan a sus opresores sionistas y al sistema judeoanuista. En fin, el ascetismo del Cristianismo es puro veneno para el pueblo gentil.


Comparación

En resumen, las doctrinas y enseñanzas de los sistemas religiosos y filosóficos de Anu como el Judeocristianismo, el Islam, el comunismo colectivista y hasta las filosofías budistas ascéticas están diametralmente opuestas a los principios y los valores de la corriente espiritual enkista. Mientras las corrientes anuistas favorecen la sumisión ciega, el pensamiento colectivo, el oscurantismo, la auto-humillación, la dependencia pasiva y el ascetismo, el noble camino enkista abraza y valora la búsqueda de la verdad, la libertad intelectual, el individualismo, la adquisición del conocimiento, la dignidad del ser humano, el desarrollo espiritual proactivo y la búsqueda de la felicidad humana en esta vida. Ya debería quedar bien claro cuál de estas cosmovisiones está a favor de la humanidad y cuál es el sistema malévolo en nuestra contra.
Los Valores de la Filosofía Enkista
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Cada sistema filosófico se basa en un puñado de doctrinas básicas y tiene sus principios fundamentales por los cuales sus adeptos observan el mundo y procuran vivir. Las religiones mundiales tienen sus códigos legales y sus catecismos y las filosofías intelectuales tienen sus manifiestos doctrinales. La filosofía enkista no tiene dogmas en el sentido convencional de la palabra como las religiones organizadas y los movimientos político-filosóficos, pero sí existe un conjunto de valores espirituales y filosóficos que son centrales en la cosmovisión enkista.
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El respeto por la vida y el aprecio de la naturaleza

El Enkista siempre mantiene sumo respeto por la vida tanto humana como animal y aprecia la diversidad de razas y criaturas que hay en el cosmos. Por lo tanto, el Enkista actúa con benevolencia hacia la creación y reconoce el valor de todas las formas de vida que hay en la tierra. El Enkista siempre procura no hacer daño tanto a los humanos como a los animales y por lo tanto recurre a la matanza sólo cuando sea muy necesaria (en la lucha contra los enemigos anuistas de la humanidad, en defensa propia y para la supervivencia).

Aquí la filosofía enkista es muy distinta a la judeocristiana, pues la religión bíblica no respeta la santidad de la vida en absoluto. De hecho, en la corriente jehovítica se ordena el sacrificio sangriento tanto de animales como de seres humanos para la expiación de los supuestos pecados del hombre y para la prosperidad terrenal, y además se exige la ejecución de la gente sólo por no acatar ciertos mandamientos bíblicos como la observación del sábado y por practicar una religión distinta. En fin, la religión judeocristiana igual que el Islam valora la obediencia a reglas supersticiosas y ritualistas mucho más que la propia vida humana. Las religiones abrahámicas son sistemas malévolos de depravación total. En cambio, la filosofía enkista está totalmente opuesta a esas prácticas sacrificatorias bárbaras y primitivas.

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El amor de la libertad y el respecto por el albedrío libre

La filosofía enkista reconoce el derecho de cada uno a seguir los deseos de su corazón, buscar su propia felicidad, determinar su propio destino y hacer con su
vida lo que quiera con tal de que no le cause daño a nadie más y no perjudique los derechos de otros. El camino enkista apoya los principios libertarios y por lo tanto aprecia el valor del individuo. Para el enkista, la libertad es una de las virtudes más nobles y al contrario la dictadura y la coerción son males abominables. La dignidad del individuo como la unidad más básica de cualquier grupo ha de ser respetada. Además, el respeto por el libre albedrío es un fundamento central de la corriente enkista. El individuo tiene su derecho a la libertad de pensamiento, de creencias y
de expresión y no debe ser obligado a aceptar una ideología estandarizada por un gobierno tiránico. El individuo es libre para regir su propia vida y sus intereses personales han de respetarse.

En cambio, los sistemas filosóficos y religiosos de los Anuistas como el Judeocristianismo, el Islam, el fascismo y el comunismo son corrientes colectivistas y todos sin ninguna excepción colocan la voluntad del colectivo por encima de la libertad y los derechos del individuo. No respetan la libertad y los intereses personales del individuo en absoluto; al contrario exigen la sumisión ciega y la obediencia conformista a una jerarquía autoritaria queriendo que el pueblo se convierta en sus borregos y sacrifiquen incluso sus propios intereses por sus causas colectivas.

Irónicamente, algunos de los grupos mencionados arriba como la religión cristiana por ejemplo dicen apoyar el libre albedrío del individuo; sin embargo, la idea del libre albedrío en las religiones de Anu-Yahvé es algo falso y engañoso. Por ejemplo, la teología cristiana mantiene que el supuesto dios amoroso de la Biblia ama al hombre tanto que incluso respeta su libre albedrío de no creer y no seguir el camino judeocristiano. Sin embargo, es irónico que el dios bíblico y su supuesto Mesías Jesús amenacen a todos los infieles con el juicio final y el castigo en el lago de fuego infernal sólo por no creer. En realidad, en el sistema cristiano no hay libertad auténtica alguna. Es un caso de ¡crean en mí y sigan mi camino o mueran en el fuego! Allí no hay respeto por el libre albedrío del individuo sino sólo dictadura.

Con Enki no hay nada de estas tonterías. Enki respetará tu libertad y tu libre albedrío siempre que no pisotees los derechos de los demás. Si decides que no quieres seguirle a Enki está bien con él. Enki simplemente te dejará en paz y respetará tu decisión de caminar solo. Lo cierto es que él no va a ordenar tu muerte sólo por no aliarte con él. 

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Una moralidad razonable y un criterio propio

Naturalmente la libertad conlleva la responsabilidad. Quede claro que la libertad jamás debe confundirse con la licencia insensata. Por lo tanto, el Enkista abraza un sistema de moralidad razonable.

¿En qué se basa la filosofía moral del camino enkista? Nuestra moralidad se basa en la razón y el sentido común. Nuestra capacidad de raciocinio es algo innato. ¡Los hombres fuimos creados a través del ADN divino de nuestro gran padre ancestral el gran dios Enki! Llevamos su chispa divina dentro de nosotros. Enki no nos dejó ningún libro de dogmas morales; él confía en nuestra capacidad natural de razonar y llevar una vida moral por sí mismos. Enki sabe que su esencia genética que brilla dentro de nosotros nos hace como los propios dioses y nos capacita para establecer un sistema moral razonable en la tierra.

¿Cómo se caracteriza el sistema moral enkista? La moralidad enkista es sencilla. El individuo actúa de acuerdo con su propia voluntad con tal de que sus hechos no perjudiquen la libertad y los derechos de los demás. Además, las acciones que favorecen la felicidad o más bien la eudaimonía humana son consideradas morales mientras las que producen la miseria y desbaratan la eudaimonía del individuo y de la sociedad son consideradas inmorales. En fin, la moralidad enkista es muy práctica y su objetivo es promover una vida eudaimónica.

A diferencia de las varias filosofías ateas modernas, la cosmovisión enkista no apoya ninguna filosofía de amoralismo. Dejemos esto bien claro. La moralidad no es de ninguna manera algo subjetivo o imaginario como algunos pensadores radicales quieren hacernos creer. Los conceptos del bien y del mal no son de ningún modo inventos arbitrarios del hombre. La filosofía enkista sí distingue entre el bien y el mal y reconoce que dichos conceptos son reales e innegables. El mal representa la coerción, la dictadura, el pisoteo de los derechos de otros, el engaño, el adoctrinamiento, la esclavitud, la explotación, la injusticia, el colectivismo forzado, etc. La filosofía enkista es el camino del bien eudaimónico y rechaza el mal de modo rotundo. El Enkista no tolera el mal y tampoco a sus perpetradores y representantes.

Cabe decir que la moralidad enkista es muy distinta a la bíblica. En la religión judeocristiana la moralidad tiene mucho más que ver con la obediencia a ciertas prácticas rituales que con el establecimiento de un sistema de ética pragmático. Esto hace que la moralidad bíblica sea bastante incoherente. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento se exige que la gente sea apedreada brutalmente sólo por tener el sexo sin casarse o por prender fuego en el sábado, pero a la vez está bien que los Judíos cometan el genocidio de pueblos enteros, compren esclavos y ofrezcan sacrificios humanos. La Biblia no ofrece ningún sistema moral auténtico; la Biblia es nada más que un manifiesto justificante de una dictadura tiránica. En cambio, la moralidad enkista es muy pragmática y tiene por propósito la auténtica búsqueda de la felicidad humana y el bienestar de la sociedad.

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El amor por el conocimiento y la búsqueda de la ilustración

Para el Enkista, el conocimiento es sin lugar a dudas el bien más importante del hombre.
El conocimiento es la raíz de todo lo bueno. En ello está el origen de todas las grandes virtudes del ser humano como los fundamentos de la libertad, la ética y la moralidad, la justicia, el discernimiento, el acercamiento a la verdad, la iluminación, la fortaleza de la mente, la nobleza del corazón, la evolución psíquica y espiritual y por supuesto los poderes ocultos. Todo lo positivo proviene de una sola realidad: el conocimiento.

En términos espirituales, el conocimiento lo sana todo. El conocimiento es la clave para el auténtico crecimiento psíquico y espiritual. Él borra todos nuestros miedos y prejuicios, nos libera de la falsedad y de lo ilusorio, nos emancipa de los grilletes de las tinieblas, nos alivia de nuestros tormentos mentales y eleva nuestra conciencia de la vida. Sin el conocimiento nada es posible. La ignorancia es la raíz de todo mal.

El Enkista abraza la búsqueda del conocimiento con todo su corazón y repudia la ignorancia y el oscurantismo. Nuestro gran padre Enki nos otorgó el conocimiento celestial en el santuario de Eridú hace muchos milenios para que nos iluminásemos como los mismos dioses. Anu-Yahvé, en cambio, nos prohibió la ciencia del cielo y se opuso a que alcanzáramos la iluminación divina. Él nos quiso mantener en la ignorancia y nos impuso un programa de oscurantismo. Ésa es la prueba de que él nunca nos quiso realmente. Si uno realmente quiere a alguien desea su iluminación con sinceridad y quiere que posea el conocimiento. Enki nos quiere de verdad. Él quiere que tengamos el conocimiento de los dioses y crezcamos en nuestro camino del endiosamiento.

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La verdad absoluta

El Enkista valora la verdad absoluta y se va acercando a ella a través del conocimiento. Por lo tanto, la filosofía enkista no tolera las religiones de la falsedad y las sectas de la fe ciega y del lavado de cerebro como el Judaísmo, el Cristianismo, el Islam, el Budismo y la Nueva Era. No las respetamos en absoluto, pues son sistemas maléficos del enemigo de la humanidad. ¡No se deben tolerar la mentira y el lavado de cerebro!

Seguramente algunas personas, adoctrinadas por la educación de tolerancia extrema del Nuevo Orden Mundial, me tacharán de intolerante por decir eso, pero la gente tiene que entender que todos estamos en medio de una guerra cósmica encarnizada y la supervivencia de la raza humana últimamente estará en juego. Así que no tenemos lugar para tonterías como la tolerancia para nuestros enemigos. ¡Los adversarios de la humanidad y todos sus inicuos sistemas de control mental y adoctrinamiento mortífero no deben ser tolerados!

Además, muy pocas de esas religiones mencionadas arriba tienen respeto y tolerancia para las creencias ajenas. El Judaísmo bíblico es nada más que un programa de dominación mundial sionista disfrazado de una religión, el Cristianismo tacha de 'satánicos' a todos aquellos que no comparten su teología mesiánica y el Islam promueve la 'guerra santa' contra todos los 'infieles'. Ninguna de esas tres religiones de pura basura está en condiciones de pedir la tolerancia de sus creencias.

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El espíritu de la lucha y el rechazo del 'amor incondicional'

El Enkista es un guerrero noble que lucha por su libertad, sus ideales y su supervivencia. Él es un gran rebelde en el sentido más noble de la palabra, pues se opone a todos los males que amenazan su existencia y su prosperidad como la coerción, la esclavitud, el engaño y la explotación.
Un gran guerrero de Enki ama a sus amigos y a la humanidad en general, pero no muestra compasión ni piedad por sus adversarios que oprimen a nuestra raza. ¡El mal contra nosotros no se puede tolerar! El Enkista hará todo lo que pueda para asegurar su supervivencia y la de sus hermanos enkistas y sus seres queridos. Por lo tanto, los hijos de Enki rechazamos las idioteces cristianas como el amor incondicional, el amor para nuestros enemigos y aquellos que nos oprimen y el pacifismo ciego.

Ésas son nomás las enseñanzas venenosas del idiota de Nazaret, en realidad una maligna forma pensada del sistema anuista. El deplorable ideal del pacifismo ciego es una doctrina sumamente perversa, pues es extremadamente anti-vital y mortífero. Es la epítome de la anti-supervivencia. Es el veneno puro. Del mismo modo, las supuestas virtudes transcendentales del amor condicional y del amor para aquellos que nos oprimen son más bazofia destructiva y suicida del hipócrita judío 'ungido'. Esas enseñanzas crueles y lastimosas vienen directamente de los Anuistas. Son el Caballo de Troya anti-gentil de los Sionistas judeoanuistas. Son estrategias nefandas y engañosas de nuestro enemigo. Lo que pretenden hacer con dichas enseñanzas saboteantes es anular nuestro espíritu de lucha natural, hacernos más dóciles y domables, y entregarnos a la voluntad de nuestros opresores sionistas.

Quieren que toleremos la opresión perpetrada contra nosotros y aguantemos la esclavitud y la explotación a las cuales estamos sometidos por los Anuistas sin que ofrezcamos ni una pizca de resistencia debido a motivos religiosos y filosóficos. Las enseñanzas anti-vitales del perverso Nazareno anuista son nuestro cautiverio psíquico. Debemos rechazar esas porquerías de enseñanzas y luchar por nuestra supervivencia. No somos ovejas dóciles de amor incondicional; somos grandes guerreros de la libertad y de supervivencia y no toleraremos a aquellos que nos oprimen.

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El individualismo

La filosofía enkista abraza el individualismo, la libre expresión de uno mismo, la creatividad y la innovación. Todas éstas son las características del genio auténtico. El individuo es invitado a seguir su propio camino y ejercer su creatividad única. Al contrario, la corriente enkista rechaza el pensamiento en grupo embotador y está diametralmente opuesta al dogmatismo colectivo embrutecedor. Nuestro gran dios Enki abraza los principios libertarios.

En cambio, los Anuistas y sus varias filosofías debilitadoras favorecen el colectivismo ciego y la normalización del montón plebeyo. Lo que ellos quieren es una sociedad uniforme en la cual todos los vulgos de la muchedumbre piensen lo mismo y sean fáciles de dominar mientras una pequeña camarilla minoritaria de la élite, la facción anuista, esté por encima de todos los demás. Así es una típica organización o sociedad de los Anuistas. Las religiones de Anu y los regímenes políticos de su pueblo están basados en el colectivismo uniformado. Los Enkistas rechazamos esas tonterías como vicios ignominiosos del sistema anuista. 

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La búsqueda de la felicidad y el gozo de la plenitud de la vida

La filosofía enkista entiende que la búsqueda de la eudaimonía es uno de los objetivos más nobles de la vida humana y por lo tanto abraza el gozo y los placeres de la vida sin sentir nada de culpa ni de vergüenza. El Enkista reconoce que el hombre tiene todo el derecho de ser feliz en esta vida. Él siempre busca disfrutar de la plenitud de la vida eudaimónica y ama el placer.

El ascetismo y la abstinencia de los placeres mundanos enseñados por las religiones de Anu no son necesarios ni útiles en la espiritualidad enkista. El Enkista sabe que el crecimiento psíquico y espiritual no se consigue a través de la austeridad rígida y la privación de los placeres de la vida sino sólo a través de las prácticas ocultas como el yoga y la meditación esotéricos que activan nuestros chakras y posibilitan el levantamiento de la serpiente sagrada de la Kundalini.

Las religiones de los Anuistas enseñan el ascetismo y la abstinencia de los placeres del mundo como el camino del crecimiento espiritual porque nos quieren mantener distraídos en una falsa espiritualidad de engaño y encarcelarnos en una mentalidad ilusoria de culpa y vergüenza. Los extraterrestres anuistas en el plano astral son Arcontes depredadores y vampíricos que se alimentan energéticamente de nuestro miedo y de nuestro sufrimiento. Por supuesto, los Enkistas rechazamos este tipo de doctrinas ascéticas y abrazamos el placer y el disfrute de la vida terrenal.

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El amor por uno mismo

El Enkista entiende que el hombre debe amarse a sí mismo. El amor por uno mismo es de lo más natural. La filosofía enkista reconoce que un ego sano y fuerte es necesario para el crecimiento psíquico y la evolución espiritual. De hecho, la destrucción del ego equivale la muerte espiritual del individuo. El ego es un componente natural de nuestro ser y su buen desarrollo es imprescindible para lograr el Opus Magnum. Por lo tanto, el amor por uno mismo es primordial.

Las religiones miserables de Anu que predican en contra del desarrollo del ego y del amor por uno mismo como el Cristianismo, el Islam, el Budismo y cualquier tipo de colectivismo ciego son antitéticas a la corriente espiritual de Enki. El malvado y perverso proto-sionista Pablo de Tarso, el supuesto apóstol de los gentiles y un agente de los Anuistas, enseñó que el hombre tenía que negarse a sí mismo y hacer morir el ego para alcanzar el crecimiento espiritual. El Nazareno misántropo y el Buda asceta enseñaron lo mismo. Este tipo de enseñanzas es totalmente anti-vital e inevitablemente desemboca en el suicidio espiritual. Por supuesto, los Enkistas rechazamos este veneno mortífero anuista de modo rotundo. 

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La búsqueda de la prosperidad

El Enkista no glorifica la pobreza y la mediocridad. La filosofía enkista abraza la riqueza, la prosperidad y la continua mejora de uno mismo. El Enkista idealiza la abundancia, el bienestar, la comodidad, el espíritu de la superación, la inteligencia, la ilustración, la ingeniosidad, la inventiva y la belleza.

La mentalidad de 'dichosos son los pobres de la tierra' y la idealización de la mediocridad son expresiones de la enfermedad mental del Nazareno necio y de los partidarios abobados del igualitarismo social. Los descarados Anuistas quieren que el montón plebeyo se conforme con lo poco que tiene mientras ellos mismos se apoderen de la gran mayoría de la riqueza del planeta sin encontrar resistencia alguna. Naturalmente los Enkistas rechazamos la glorificación de la pobreza y de la mediocridad y abrazamos la prosperidad y la eudaimonía. Nosotros no somos enfermos mentales.

El rechazo de las enseñanzas primitivas del sacrificio

La filosofía enkista rechaza cualquier ideología que exija los sacrificios tanto materiales como espirituales. El sacrificio es una superstición primitiva y degenerada que es la marca de fábrica de los sistemas religiosos de Anu y no tiene ningún lugar en la corriente espiritual de los dioses enkitas. Si alguien te dice que tienes que ofrecer inmolaciones de criaturas vivientes o sacrificar tu ego y los placeres de la vida para conseguir la salvación escápate de allí de una vez y corre hasta las colinas lo más rápido que puedas porque ese tipo de doctrinas es la firma sangrienta de Anu.

Como ya sabemos muy bien, las religiones de los Anuistas se basan en las enseñanzas del sacrificio y del derramamiento de la sangre inocente. El Judaísmo mosaico cuyo meollo era la ofrenda de sacrificios animales exigía por lo menos tres tipos de sacrificios: el holocausto, una ofrenda quemada de un animal que se ofrecía en los templos jehovíticos diariamente para demostrarle a Yahvé devoción y amor; la ofrenda de paz, un sacrificio sangriento cuyo propósito era apaciguar la ira violenta de Yahvé y agradecer su misericordia; y la ofrenda de expiación, la inmolación cruenta de un animal sobre el altar del templo para suplicarle a Yahvé su perdón por los pecados y las transgresiones de la ley mosaica. ¡La Biblia relata que una vez el rey jehovita Salomón y sus sacerdotes sacrificaron más de 22,000 bueyes y 120,000 ovejas en un período de sólo dos semanas! Además, el Judaísmo temprano permitía también el sacrificio humano ritual y el holocausto infanticida. El Cristianismo también tiene como su doctrina central el sacrificio expiatorio del supuesto primogénito de Yahvé y la teología neotestamentaria exige que los creyentes se nieguen a sí mismos y sacrifiquen su ego para alcanzar la salvación. Del mismo modo, las filosofías budistas enseñan la abnegación completa de uno mismo para lograr la Nirvana. Todas esas prácticas son formas de sacrificio.

El Enkista rechaza este tipo de barbaridad primitiva como un acto de perversión aborrecible. Esa clase de depravación es propia de sólo los enfermos mentales. Enki está totalmente opuesto a las prácticas sacrificatorias de las religiones abrahámicas. La corriente enkista reconoce la santidad de la vida y reprende su destrucción innecesaria. El Enkista es lo suficientemente sabio para entender que el derramamiento de sangre ritual no puede borrar las transgresiones de uno mismo. Ese tipo de pensamiento supersticioso y degenerado es propio de la Edad Oscura. El Enkista sabe también que la abnegación del ego no conlleva ningún beneficio para la evolución psíquica y espiritual auténtica. Por lo tanto, cualquier filosofía religiosa o espiritual que enseñe la inmolación expiatoria literal, el sacrificio del ego o el pago de deudas kármicas inter alia es rechazada de modo rotundo.

La corriente enkista encarna la fuerza de la vida, la vitalidad intensa, el fuego ardiente de la supervivencia, el poder sagrado de la Kundalini, la iluminación esclarecedora, el avance de la humanidad, el amor auténtico y el espíritu de la eudaimonía. La antorcha lucífera brillante de nuestro noble dios benévolo Enki penetra las tinieblas de las filosofías anti-vitales y mortíferas de Anu y expone su malevolencia ignominiosa. Enki es la auténtica luz del mundo y su camino desemboca en la verdadera ilustración y la auténtica evolución del alma.
Reflexiones
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Acabamos de exponer los fundamentos principales de nuestra cosmovisión enkista y compararlos con las ideologías y enseñanzas generales de los sistemas filosóficos anuistas.

La corriente enkista tiene por propósito nuestra auténtica evolución espiritual, nuestra iluminación verdadera, la realización de nuestro bienestar y por último nuestra apoteosis. Nuestro auténtico padre ancestral quiere guiarnos a la ilustración completa y ayudarnos a seguir nuestra trayectoria evolutiva natural y llegar al altísimo nivel de Homo Divinus. Nuestro gran Enki nos ama como sus hijos, pues somos de su sangre, y por lo tanto quiere elevarnos, enseñarnos y echarnos una mano en nuestro crecimiento. La filosofía enkista abraza el conocimiento, la continua mejora de uno mismo, la eudaimonía o la plenitud de la vida, los principios libertarios, el noble espíritu de la lucha, el fuego ardiente de la supervivencia y el camino hacia la divinidad. El Enkismo encarna la vida.

En cambio, las filosofías religiosas y pseudo-espirituales de Anu se caracterizan por una espiritualidad involutiva y vacía de auto-sacrificio, abnegación de uno mismo y auto-humillación, una política de oscurantismo (el rechazo o la prohibición del conocimiento) y fideísmo ciego, el ascetismo vacío y el rechazo de los placeres de la vida, el pacifismo absurdo ante la opresión y la obediencia ciega a la autoridad. Las religiones de la corriente anuista como el Judaísmo, el Cristianismo, el Islam, el Budismo y el Movimiento de la Nueva Era tienen la mayoría de estas características respectivamente. Las corrientes anuistas son veneno mortífero para el hombre y todas equivalen el suicidio espiritual. Todas son nada más que programas de control mental.

Ya he expuesto las características fundamentales de ambas corrientes espirituales. Ahora tu decisión depende sólo de ti. Yo personalmente elijo la vida, la libertad, la evolución auténtica y la eudaimonía. Elijo a Enki. Elijo a nuestro auténtico dios y padre ancestral benévolo.

¡Gloria a Enki!

¡Gloria a todos nuestros grandes Dioses de Orión!
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