¡Acabemos con la mentira una vez para siempre!
El tema de los visitantes extraterrestres antiguos y su relación con las mitologías antiguas se hizo popular por primera vez en la década de los setenta cuando el investigador y autor ruso Zecharia Sitchin publicó su primero libro El Duodécimo Planeta (1976). El planteamiento de Sitchin resultó ser bastante novedoso en el mundo occidental y llamó la atención de muchos investigadores de las llamadas ciencias alternativas. Sitchin propuso que las mitologías antiguas, cuyos protagonistas eran grandes dioses y semidioses de origen celestial que señoreaban sobre el mundo humano en una era primordial lejana y enseñaban a los hombres a construir grandes civilizaciones, eran en realidad registros históricos que relataban los hechos verídicos de una raza de seres muy avanzados de origen extraterrestre. Para la escuela sitchiniana, los grandes dioses de la antigüedad eran nada más ni nada menos que astronautas alienígenas que vinieron a la tierra en tiempos primordiales y su llegada a nuestro planeta fue el origen de la religión politeísta antigua. Un experto en las lenguas mesopotámicas e investigador de los textos antiguos, Sitchin pronto se dio cuenta de que existen muchos paralelismos exactos entre los distintos panteones divinos de las civilizaciones antiguas y empezó a identificar el origen de cada dios en sus varias formas.
Sitchin acertó en su conclusión de que el príncipe celestial y dios de la sabiduría Enki (sumerio) es idéntico a los personajes divinos posteriores Ea (babilonio), Ptah (egipcio), Poseidón (griego) y la Serpiente bíblica (hebreo); su hijo primogénito Marduk (sumerio) es el mismo dios que Bel (babilonio), Amón-Ra (egipcio) y Merodach (hebreo); y el maestro de los secretos del Árbol de la Vida Ningishzidda (sumerio) es igual a Thot (egipcio) y Hermes (griego); sin embargo, su afirmación de que el dios sumerio Enlil, el hermanastro de Enki, es el dios bíblico Yahvé ha sido un error garrafal.
Desde que Sitchin presentó su planteamiento hace casi cinco décadas, muchos autores del mismo tema han seguido su ejemplo afirmando que Enlil es idéntico a Yahvé sin estar dispuestos a cuestionar las conclusiones teológicas de la perspectiva sitchiniana. Se podría decir que el paradigma de Sitchin ya se ha convertido en una especie de dogma en el género de los antiguos astronautas.
Desde que Sitchin presentó su planteamiento hace casi cinco décadas, muchos autores del mismo tema han seguido su ejemplo afirmando que Enlil es idéntico a Yahvé sin estar dispuestos a cuestionar las conclusiones teológicas de la perspectiva sitchiniana. Se podría decir que el paradigma de Sitchin ya se ha convertido en una especie de dogma en el género de los antiguos astronautas.
A pesar de que el rey del panteón sumerio Anu, el dios del trono del cielo, tenga todas las características del dios bíblico y sus hechos sean idénticos, la mayoría de los autores populares ni siquiera se pone a considerar la posibilidad de que Anu sea el precursor original de Yahvé y sólo sigue repitiendo la mentira de que Enlil es la identidad secreta del dios de Israel. Curiosamente muchos de los investigadores famosos ignoran el papel de Anu en la mitología mesopotámica por completo como si él fuera un dios ausente que ya se hubiera retirado de la tierra y dejado el poderío con sus hijos. En fin, los Sitchinitas concluyen erróneamente que Enlil es Yahvé y malinterpretan el gran conflicto cósmico como una rivalidad fraternal entre Enki y Enlil.
Mucha de la erudición de Sitchin es muy buena y sus libros siempre han sido muy interesantes. Sin embargo, su afirmación de que Enlil es el precursor sumerio de Yahvé es un disparate total. ¿Por qué Sitchin afirmó algo tan absurdo en cuanto a la identidad del dios hebreo pese a que hubiera hecho un trabajo bien esmerado respecto a la historia de los otros dioses antiguos? La respuesta podría ser bastante desagradable para muchos de sus fanáticos. Tenemos que tener en cuenta que Sitchin puede haber tenido sus prejuicios y sus intenciones ocultas como cualquier otro autor. Recordemos que Sitchin era Judío, se educó en una escuela judía en Palestina e incluso afirmó en uno de sus libros que Yahvé era su dios. Aquí vemos las alianzas de Sitchin de modo clarísimo. Sitchin era un miembro del pueblo de Anu-Yahvé y reconocía el Judaísmo, el culto anuista original, como su religión. En fin, Sitchin trabajó para Anu.
No quiero juzgar si Sitchin trabajó para Anu a sabiendas o si estuvo bajo un engaño, pero lo cierto es que él tergiversó la verdad acerca de la identidad de Yahvé, presentó una visión muy errónea del conflicto cósmico y le culpó a Enlil por todas las fechorías de su padre Anu (el Yahvé verdadero). Recordemos que el modus operandi típico de la élite anuista es la vergonzosa inversión acusatoria por la cual ellos les acusan a sus rivales y enemigos de sus propios crímenes echando la culpa de modo engañoso y el conflicto diseñado en el que dos perspectivas falsas son manipuladas a pelear entre sí mientras se esconde una tercera variable que es la verdad.
Los conspiradores de la élite que trabajan para Anu saben que la verdad acerca de la historia de nuestra raza está saliendo a la luz y no la pueden detener. En el último siglo varios registros históricos de origen sumero-acadio, todos mucho más antiguos que las mentiras de la Biblia, se han desenterrado y muchos de ellos ahora están disponibles para el público. Los eruditos ahora saben que muchos de los relatos bíblicos son nada más que refundiciones tergiversadas del contenido de las tablillas históricas y literarias de las civilizaciones mesopotámicas y aquellos que investiguen la literatura sumeria original pueden saber que Enki es el verdadero creador y benefactor de la humanidad, lo cual significa que el Yahvé bíblico es nada más que un impostor engañoso. En fin, las falsedades de la religión judeocristiana ya han sido expuestas y la verdad se ha manifestado gracias al redescubrimiento de nuestro pasado auténtico.
En las últimas décadas del siglo 20 cada vez más personas se alejaban de las mentiras religiosas de la Biblia y empezaban a tener interés en los registros sumerios y la Teoría de los Antiguos Astronautas ya se había hecho popular a finales de la década de los sesenta. La verdad iba a salir sí o sí. Fue entonces cuando los Anuistas decidieron corromperla y distorsionar la naturaleza verdadera del conflicto cósmico divino. En vez de ser la lucha original entre el padre tiránico (Anu) y el hijo libertario y benévolo (Enki) que aparece en los textos mitológicos de varias culturas, el conflicto cósmico se convertiría en una rivalidad fraternal (Enlil VS Enki) y el hijo menor Enlil sería culpado de todos los actos malvados de su padre. Desafortunadamente las obras de Sitchin serían el vehículo de esa distorsión engañosa y muchos autores posteriores seguirían su ejemplo. El problema es que demasiada gente no hace sus propias investigaciones y sólo acepta las conclusiones erróneas de Sitchin como si fuesen una revelación del propio cielo sin cuestionar nada de lo que afirma. En fin, Sitchin fue manipulado por la élite y mezcló la verdad y la mentira con el fin de sembrar confusión.
A partir de ahora voy a presentar los hallazgos de mis investigaciones y demostrar que la verdadera identidad de Yahvé no es Enlil sino nadie más que Anu, el malvado rey del cielo en la mitología mesopotámica. Luego vamos a ahondar en la mitología comparativa y ver que en muchos casos hay una correspondencia exacta entre los miembros de los distintos panteones de las civilizaciones antiguas.
Anu-Yahvé: El Rey del Cielo
Un estudio profundo de la mitología comparativa revelará que la identidad original del dios bíblico Yahvé sólo puede ser Anu, el malévolo dios del cielo del panteón sumerio. La verdad es que Anu comparte muchas semejanzas llamativas con Yahvé no sólo en cuanto a sus características personales sino también a nivel mitológico mientras las únicas características que Enlil comparte con Yahvé son su personalidad irascible y autoritaria y su destreza militar. Ésta es la razón por la que mucha gente lo confunde con el dios bíblico y olvida a Anu completamente.
Tenemos que tener en cuenta que el tetragrámaton YHWH, vocalizado como Yahvé, no es el nombre original del dios hebreo sino más bien un epíteto semítico cuyo significado es 'él que hace existir' o 'él que crea'. Este pseudónimo es una abreviatura de Yahvé Sebaot o 'él que crea los ejércitos'. Este título divino refleja la belicosidad del dios guerrero de Israel que se describe a sí mismo como 'un hombre de guerra' (Éxodo 15:3). El nombre original del dios de la Biblia era El o a veces su forma plural Elohim. ¿Quién era El originalmente? En la religión semítica pre-bíblica, El era el dios más alto del panteón y el progenitor de los setenta Elohim o dioses jóvenes junto con su esposa divina Asera. El era considerado el rey del panteón, el dios del cielo, una deidad de la agricultura, el presidente de la asamblea de los dioses y un gran juez y guerrero divino por los Fenicios, los Cananeos, los Filisteos y los Hebreos primitivos. Sus epítetos más comunes incluían El dū yahwī ṣaba’ôt, un título bélico que significa 'El que crea los ejércitos' y el precursor del Yahvé Sebaot bíblico (Miller, 2000i); Padre de los Años, una variedad del epíteto jehovítico Anciano de Días encontrado en el Libro de Daniel (Day, 2002ii); y Padre de todos los Elohim. Es importante notar que el Culto de El en el Levante antiguo se caracterizaba por el sacrificio humano y el holocausto de los varones primogénitos en particular (Olyan, 1988iii) y esta práctica perversa sería heredada por los Hebreos en el culto jehovítico posterior (Smith, 2002iv). En tiempos antiguos El era asociado al titán sanguinario e infanticida Kronos en la mitología helénica del mundo griego vecino (Smith, 2002v).
Acabamos de establecer que El y Yahvé son dos nombres del mismo personaje divino y el dios bíblico El-Yahvé tiene su origen en el panteón semítico pre-israelita de la región levantina antigua. Además, ya sabemos que El-Yahvé era idéntico a Kronos, el titán más alto del panteón griego. Igual que El en el panteón semítico levantino y Kronos en la mitología helénica, Anu era considerado el rey del cielo y el dios más alto del panteón sumero-acadio. Enlil, en cambio, nunca llegó a ocupar el trono del cielo y siempre fue el dios número dos en la jerarquía divina. Además, muy parecido a El-Yahvé, Anu era conocido como El Señor de las Huestes Celestiales, temido como un gran juez que creaba los ejércitos del cielo para que castigaran a los pecadores, reverenciado como el presidente más alto del Concilio Divino y alabado como el Progenitor de todos los Anunnaki. Aquí vemos una correspondencia exacta con muchas de las características de El-Yahvé en la religión semítica occidental. Cabe decir que ninguna de estas características es propia de Enlil.
El dios celestial sumerio Anu y la deidad semítica más alta El eran considerados el mismo personaje en las regiones norteñas de Mesopotamia (Blásquez, 2001vi). De hecho, la raíz acadia Ilu de la cual proviene el teónimo semítico El tiene su origen en la cultura religiosa sumero-acadia y era asociada a Anu. El ideograma cuneiforme para el nombre de esa deidad era polivalente y podía leerse como Anu o Iludemostrando una relación cercana a nivel lingüístico. La verdad es que El (Yahvé) es Anu y punto. Lo cierto es que el dios bíblico no tiene nada que ver con el dios sumerio Enlil aparte de ser su padre biológico.
Aún quedan más semejanzas exactas entre El-Yahvé y Anu.
En la religión semítica El era representado por un disco solar a veces alado cuyo centro contenía una estrella puntiaguda. En el Libro de Amós leemos que el dios al que adoraban los Hebreos era representado por una especie de estrella (Amós 5:26). Del mismo modo, el dios sumerio Anu era representado por la misma estrella puntiaguda dentro de un disco solar.
En la religión semítica, El, igual que su equivalente griego Kronos, era asociado al planeta Saturno. La verdad espeluznante es que el Judaísmo siempre ha sido un culto a Saturno desde su inicio. El día sagrado de El-Yahvé es el sábado, el día de Saturno, llamado Diēs Saturnī en Latín y Kronía en el Griego clásico. Mucha gente sabe que sábado viene de Shabbath cuyo significado es 'día de descanso', pero muy poca gente sabe que esa raíz hebrea comparte su etimología con la voz antigua Shabbathai, el nombre del dios y del planeta Saturno en Hebreo. Además, en el Kabala, el misticismo judío, Yahvé Elohim es asociado a la sefirá Binah y por ende a Saturno (Guiley, 2009vii). En la mitología grecorromana el titán Saturno-Kronos inmolaba y devoraba a sus propios hijos por miedo a que lo superaran y le usurparan el trono. El culto satúrnico siempre ha mantenido una obsesión morbosa con el infanticidio ritual. Esa misma práctica perversa se conservaría en el culto jehovítico del Judaísmo primitivo y luego seguiría en el Cristianismo de manera simbólica (el sacrificio del hijo promogénito de Yahvé en la cruz). En fin, el secreto más grande del Judaísmo en que su culto es la adoración satúrnica. Paralelamente, en la tradición mesopotámica el dios celestial Anu era asociado a los planetas Marte y Saturno (Evans, 1998viii). Desde tiempos antiguos Marte siempre ha simbolizado la belicosidad y Saturno siempre ha sido considerado un planeta oscuro y maléfico.
Según los registros mesopotámicos, Anu era un violento usurpador que derrotó a su predecesor Alalu en una lucha por el trono del cielo (Van Der Toorn, 1996ix). Paralelamente, en la mitología helénica, el titán belicoso Kronos, un personaje divino idéntico a la deidad semítica El, era un tirano sanguinario que venció a su propio padre en batalla para usurpar el trono celestial y devoró a sus propios hijos por miedo a que se volvieran más poderosos que él y le quitaran el trono. Del mismo modo, en la religión hebrea primitiva (pre-exílica) podemos ver vestigios del mismo motivo de usurpación divina por parte del rey del panteón El-Yahvé. A pesar de que la teología judía afirme que El-Yahvé es el único dios creador y el primer motor de todo lo que hay en el cosmos, en la religión semítica original El era un ser creado y un dios engendrado por los dioses primordiales Elyon y Beruth, justo como su equivalente sumerio Anu era la progenie de los dioses pre-panteónicos Anshar y Kishar. El manuscrito 4QDeut, conocido también como el Canto de Moisés y considerado el texto subyacente de algunas partes del Deuteronomio bíblico, es uno de los pocos textos hebreos pre-exílicos encontrados entre los Rollos del Mar Muerto de Qumrán. Según la versión más antigua de Deuteronomio 32, El-Yahvé, el dios de Israel, aparece no como el dios altísimo que reparte las naciones entre los 'hijos de Israel' como afirma la versión bíblica posterior, sino como uno de los hijos de los Elohim (dioses) que recibe su herencia de la deidad superior Elyon (Stark, 2011x). Dicho de otra manera, en los textos más primitivos de la religión hebrea El-Yahvé se presenta como uno de los dioses jóvenes subordinados al dios primigenio Elyon. Luego en el mismo texto primitivo y en algunas partes del Libro de los Salmos encontramos pasajes que indican que El-Yahvé venció a sus rivales divinos y subió al trono del panteón gracias a su gran destreza militar (Smith, 2001xi; Stark, 2011xii).
Deuteronomio 32:43 según el manuscrito masorético del medievo:
Alabad, naciones, a su pueblo ... (truncado)Deuteronomio 32:43 según la Septuaginta griega del siglo 3 AEC:
Alabad, cielos, a su pueblo. Alabadlo, ángeles de Dios.
Deuteronomio 32:43 según el manuscrito 4QDeut del siglo 8-9 AEC:
Alabad, cielos, a su pueblo. Postraos delante de él, todos vosotros los dioses.
En fin, los elementos politeístas de la literatura hebrea primitiva fueron editados por los escribas bíblicos del sacerdocio judío en el exilio en Babilonia y la versión original de los textos hebreos conserva vestigios de una usurpación del trono del panteón por medios bélicos por parte del dios hebreo El-Yahvé. Justo como Anu desterró a su predecesor real Alalu tras un combate encarnizado y Kronos expulsó a su propio padre del trono del cielo por la fuerza, El-Yahvé venció a sus rivales divinos en la lucha por la supremacía y se apoderó del trono de su superior Elyon para hacerse el rey del cielo.
En el Libro de Génesis El-Yahvé se opone a que Adán coma del Árbol del Conocimiento y luego le reprende a la Serpiente por haberle otorgado a la humanidad la ciencia de los dioses y le deniega al hombre el fruto del Árbol de la Vida que es la clave de la inmortalidad. En la Leyenda de Adapa, la versión sumeria original del relato de Adán, el rey del cielo Anu es el dios que no quiere que Adapa tenga el conocimiento celestial, se queja del Ushumgal o Gran Serpiente (Enki) del santuario de Eridú (en el Edín) por haberle revelado al hombre el designio del cielo y de la tierra y hace que Adapa vuelva a la tierra sin recibir el Agua y el Pan de la Vida (Kramer y Maier, 1989xiii). En fin, Yahvé y Anu son el mismo personaje que juega el mismo papel tanto en Génesis como en su versión sumeria original: Anu-Yahvé es el malvado dios del cielo que se opuso a la iluminación del hombre, se enemistó con la Serpiente benévola y le denegó a la humanidad la fuente de la inmortalidad.
Según el relato bíblico, El-Yahvé decide enviar el diluvio para arrasar con la humanidad que supuestamente se volvía cada vez más inicua. En los relatos diluvianos sumerios como el encontrado en Nippur, vemos que Anu es el dios que preside en el Concilio Divino y toma la decisión de destruir a los hombres. Enlil, en cambio, ocupa el segundo puesto en el Concilio de los Anunnaki y está subordinado a su padre. En fin, aunque Enlil aún estaba aliado con Anu en aquel tiempo y apoyó la decisión de su padre en aquel momento él no fue el dios que aprobó el genocidio y Anu solo fue el verdadero responsable del cataclismo devastador. Sin embargo, autores como Sitchin olvidan mencionar el papel central de Anu en la decisión de enviar el diluvio y le echan a Enlil toda la culpa.
Es evidente que Yahvé no puede ser nadie más que Anu, el rey del cielo y padre biológico de Enki y Enlil. En resumen, El-Yahvé y Anu no sólo tienen muchas de las mismas características de las cuales muy pocas se aplican a Enlil, sino que también juegan el mismo papel en los relatos antiguos como el tirano oscurantista que quiso mantener a la humanidad en la ignorancia, se opuso al otorgamiento de la ciencia divina por parte de la Serpiente de la sabiduría y le denegó al hombre la fuente de la inmortalidad. Yahvé es idéntico a Anu, el auténtico adversario de la raza humana.
¿Cuál será la identidad semítica de Enlil entonces?
Enlil es Baal en el Panteón Semítico
Igual que Anu en el panteón sumerio, El era considerado el Padre de todos los Elohim en la religión semítica. Su hijos más importantes incluían a Baal, un dios guerrero, el señor de la tormenta y el vicepresidente de la Asamblea Divina; y a Kothar-wa-Khasis, una deidad de la sabiduría, la ingeniería y la magia. Baal y Kothar-wa-Khasis, ambos hijos de El (Anu), son los equivalentes semíticos levantinos de Enlil y Enki respectivamente.
Igual que Enlil que era considerado el dios del viento o el dios del aire en la religión sumeria, Baal era reverenciado como una deidad de la tormenta en el panteón semítico pre-israelita. Muchas veces se dibujaba con un relámpago en la mano justo como el titán griego Zeús, hijo de Kronos (El, Anu) en el panteón helénico.
Igual que Enlil que era respetado por su gran valentía como un guerrero divino de la segunda generación y llamado el Toro del Cielo, Baal era considerado un joven guerrero y representado por el becerro en la religión semítica. Aquí Enlil se asemeja mucho a Baal en cuanto a sus características divinas y su función y no es comparable con Yahvé puesto que el dios hebreo, igual que su precursor pre-bíblico El, es descrito como el Anciano de Días cuyo 'cabello es puro como la lana' en el Libro de Daniel y como un gran dios 'cuyos años son incontables' en el Libro de Job (Day, 2002xiv). Lo cierto es que Enlil no puede ser Yahvé puesto que él es un joven guerrero de la segunda generación del panteón. El-Yahvé y Anu, en cambio, son personajes mayores de la primera generación y El-Yahvé en particular es representado como un dios patriarcal envejecido y llamado Ab Shnom o 'Padre de los Años'.
Justo como Enlil que ocupaba el segundo puesto más alto en el Concilio de los Anunnaki y lo presidía al lado de su padre Anu, Baal era el vicepresidente de la Asamblea de los Elohim y reinaba sobre el concilio junto con su padre El, pero nunca lo superó y siempre se mantuvo subordinado a su padre (Smith, 2009xv). Aquí vemos que la relación entre El y Baal en la religión semítica es idéntica a la entre Anu y Enlil en el panteón sumerio.
En la época bíblica su relación cambia por completo. En la Biblia Baal (Enlil) es presentado como un 'dios falso' de los 'extranjeros impíos', calumniado como un 'ídolo perverso' de los Filisteos y su nombre es denigrado como Ba'al Zevuv (Belcebú), un juego de palabras en Hebreo y una expresión burlona cuyo significado es 'señor de las moscas'. Algunos eruditos bíblicos proponen la posibilidad de que Ba'al Zevuv sea una corrupción despectiva del título divino Ba'al Zebul que significa 'señor del lugar alto' (Freedman et al., 2000xvi), un epíteto parecido a Enlil (señor del aire). En la Biblia hebrea Baal es acusado del sacrificio humano y en el Cristianismo él es calumniado como 'el príncipe de los demonios'. Aquí volvemos a encontrar la inversión acusatoria muy típica de Anu-Yahvé. A pesar de que El-Yahvé siempre hubiera sido un dios perverso cuyo culto se caracterizara por la inmolación de seres humanos y el holocausto de los varones primogénitos y un tirano sanguinario cuyas prácticas fueran demoníacas, él le acusa a su hijo Baal (Enlil) del mismo crimen y le echa la culpa de sus propias fechorías. En fin, El-Yahvé (Anu) y Baal (Enlil) ahora son enemigos y el hijo fue difamado injustamente por su padre depravado en la Biblia porque al final se opuso a la tiranía y se unió con su hermanastro benévolo Enki, la Gran Serpiente de la ciencia divina.
El Panteón Revisitado
Si echamos un vistazo a la estructura del escalón más alto de los panteones respectivos de la región en la antigüedad y analizamos los papeles y las características generales de cada deidad de modo comparativo, pronto nos damos cuenta de que Enlil no puede ser el dios bíblico Yahvé y se asemeja mucho más a Baal en el panteón semítico y a Zeús en la mitología griega.
Mucha de la erudición de Sitchin es muy buena y sus libros siempre han sido muy interesantes. Sin embargo, su afirmación de que Enlil es el precursor sumerio de Yahvé es un disparate total. ¿Por qué Sitchin afirmó algo tan absurdo en cuanto a la identidad del dios hebreo pese a que hubiera hecho un trabajo bien esmerado respecto a la historia de los otros dioses antiguos? La respuesta podría ser bastante desagradable para muchos de sus fanáticos. Tenemos que tener en cuenta que Sitchin puede haber tenido sus prejuicios y sus intenciones ocultas como cualquier otro autor. Recordemos que Sitchin era Judío, se educó en una escuela judía en Palestina e incluso afirmó en uno de sus libros que Yahvé era su dios. Aquí vemos las alianzas de Sitchin de modo clarísimo. Sitchin era un miembro del pueblo de Anu-Yahvé y reconocía el Judaísmo, el culto anuista original, como su religión. En fin, Sitchin trabajó para Anu.
No quiero juzgar si Sitchin trabajó para Anu a sabiendas o si estuvo bajo un engaño, pero lo cierto es que él tergiversó la verdad acerca de la identidad de Yahvé, presentó una visión muy errónea del conflicto cósmico y le culpó a Enlil por todas las fechorías de su padre Anu (el Yahvé verdadero). Recordemos que el modus operandi típico de la élite anuista es la vergonzosa inversión acusatoria por la cual ellos les acusan a sus rivales y enemigos de sus propios crímenes echando la culpa de modo engañoso y el conflicto diseñado en el que dos perspectivas falsas son manipuladas a pelear entre sí mientras se esconde una tercera variable que es la verdad.
Los conspiradores de la élite que trabajan para Anu saben que la verdad acerca de la historia de nuestra raza está saliendo a la luz y no la pueden detener. En el último siglo varios registros históricos de origen sumero-acadio, todos mucho más antiguos que las mentiras de la Biblia, se han desenterrado y muchos de ellos ahora están disponibles para el público. Los eruditos ahora saben que muchos de los relatos bíblicos son nada más que refundiciones tergiversadas del contenido de las tablillas históricas y literarias de las civilizaciones mesopotámicas y aquellos que investiguen la literatura sumeria original pueden saber que Enki es el verdadero creador y benefactor de la humanidad, lo cual significa que el Yahvé bíblico es nada más que un impostor engañoso. En fin, las falsedades de la religión judeocristiana ya han sido expuestas y la verdad se ha manifestado gracias al redescubrimiento de nuestro pasado auténtico.
En las últimas décadas del siglo 20 cada vez más personas se alejaban de las mentiras religiosas de la Biblia y empezaban a tener interés en los registros sumerios y la Teoría de los Antiguos Astronautas ya se había hecho popular a finales de la década de los sesenta. La verdad iba a salir sí o sí. Fue entonces cuando los Anuistas decidieron corromperla y distorsionar la naturaleza verdadera del conflicto cósmico divino. En vez de ser la lucha original entre el padre tiránico (Anu) y el hijo libertario y benévolo (Enki) que aparece en los textos mitológicos de varias culturas, el conflicto cósmico se convertiría en una rivalidad fraternal (Enlil VS Enki) y el hijo menor Enlil sería culpado de todos los actos malvados de su padre. Desafortunadamente las obras de Sitchin serían el vehículo de esa distorsión engañosa y muchos autores posteriores seguirían su ejemplo. El problema es que demasiada gente no hace sus propias investigaciones y sólo acepta las conclusiones erróneas de Sitchin como si fuesen una revelación del propio cielo sin cuestionar nada de lo que afirma. En fin, Sitchin fue manipulado por la élite y mezcló la verdad y la mentira con el fin de sembrar confusión.
A partir de ahora voy a presentar los hallazgos de mis investigaciones y demostrar que la verdadera identidad de Yahvé no es Enlil sino nadie más que Anu, el malvado rey del cielo en la mitología mesopotámica. Luego vamos a ahondar en la mitología comparativa y ver que en muchos casos hay una correspondencia exacta entre los miembros de los distintos panteones de las civilizaciones antiguas.
Anu-Yahvé: El Rey del Cielo
Un estudio profundo de la mitología comparativa revelará que la identidad original del dios bíblico Yahvé sólo puede ser Anu, el malévolo dios del cielo del panteón sumerio. La verdad es que Anu comparte muchas semejanzas llamativas con Yahvé no sólo en cuanto a sus características personales sino también a nivel mitológico mientras las únicas características que Enlil comparte con Yahvé son su personalidad irascible y autoritaria y su destreza militar. Ésta es la razón por la que mucha gente lo confunde con el dios bíblico y olvida a Anu completamente.
Tenemos que tener en cuenta que el tetragrámaton YHWH, vocalizado como Yahvé, no es el nombre original del dios hebreo sino más bien un epíteto semítico cuyo significado es 'él que hace existir' o 'él que crea'. Este pseudónimo es una abreviatura de Yahvé Sebaot o 'él que crea los ejércitos'. Este título divino refleja la belicosidad del dios guerrero de Israel que se describe a sí mismo como 'un hombre de guerra' (Éxodo 15:3). El nombre original del dios de la Biblia era El o a veces su forma plural Elohim. ¿Quién era El originalmente? En la religión semítica pre-bíblica, El era el dios más alto del panteón y el progenitor de los setenta Elohim o dioses jóvenes junto con su esposa divina Asera. El era considerado el rey del panteón, el dios del cielo, una deidad de la agricultura, el presidente de la asamblea de los dioses y un gran juez y guerrero divino por los Fenicios, los Cananeos, los Filisteos y los Hebreos primitivos. Sus epítetos más comunes incluían El dū yahwī ṣaba’ôt, un título bélico que significa 'El que crea los ejércitos' y el precursor del Yahvé Sebaot bíblico (Miller, 2000i); Padre de los Años, una variedad del epíteto jehovítico Anciano de Días encontrado en el Libro de Daniel (Day, 2002ii); y Padre de todos los Elohim. Es importante notar que el Culto de El en el Levante antiguo se caracterizaba por el sacrificio humano y el holocausto de los varones primogénitos en particular (Olyan, 1988iii) y esta práctica perversa sería heredada por los Hebreos en el culto jehovítico posterior (Smith, 2002iv). En tiempos antiguos El era asociado al titán sanguinario e infanticida Kronos en la mitología helénica del mundo griego vecino (Smith, 2002v).
Acabamos de establecer que El y Yahvé son dos nombres del mismo personaje divino y el dios bíblico El-Yahvé tiene su origen en el panteón semítico pre-israelita de la región levantina antigua. Además, ya sabemos que El-Yahvé era idéntico a Kronos, el titán más alto del panteón griego. Igual que El en el panteón semítico levantino y Kronos en la mitología helénica, Anu era considerado el rey del cielo y el dios más alto del panteón sumero-acadio. Enlil, en cambio, nunca llegó a ocupar el trono del cielo y siempre fue el dios número dos en la jerarquía divina. Además, muy parecido a El-Yahvé, Anu era conocido como El Señor de las Huestes Celestiales, temido como un gran juez que creaba los ejércitos del cielo para que castigaran a los pecadores, reverenciado como el presidente más alto del Concilio Divino y alabado como el Progenitor de todos los Anunnaki. Aquí vemos una correspondencia exacta con muchas de las características de El-Yahvé en la religión semítica occidental. Cabe decir que ninguna de estas características es propia de Enlil.
El dios celestial sumerio Anu y la deidad semítica más alta El eran considerados el mismo personaje en las regiones norteñas de Mesopotamia (Blásquez, 2001vi). De hecho, la raíz acadia Ilu de la cual proviene el teónimo semítico El tiene su origen en la cultura religiosa sumero-acadia y era asociada a Anu. El ideograma cuneiforme para el nombre de esa deidad era polivalente y podía leerse como Anu o Iludemostrando una relación cercana a nivel lingüístico. La verdad es que El (Yahvé) es Anu y punto. Lo cierto es que el dios bíblico no tiene nada que ver con el dios sumerio Enlil aparte de ser su padre biológico.
Aún quedan más semejanzas exactas entre El-Yahvé y Anu.
En la religión semítica El era representado por un disco solar a veces alado cuyo centro contenía una estrella puntiaguda. En el Libro de Amós leemos que el dios al que adoraban los Hebreos era representado por una especie de estrella (Amós 5:26). Del mismo modo, el dios sumerio Anu era representado por la misma estrella puntiaguda dentro de un disco solar.
En la religión semítica, El, igual que su equivalente griego Kronos, era asociado al planeta Saturno. La verdad espeluznante es que el Judaísmo siempre ha sido un culto a Saturno desde su inicio. El día sagrado de El-Yahvé es el sábado, el día de Saturno, llamado Diēs Saturnī en Latín y Kronía en el Griego clásico. Mucha gente sabe que sábado viene de Shabbath cuyo significado es 'día de descanso', pero muy poca gente sabe que esa raíz hebrea comparte su etimología con la voz antigua Shabbathai, el nombre del dios y del planeta Saturno en Hebreo. Además, en el Kabala, el misticismo judío, Yahvé Elohim es asociado a la sefirá Binah y por ende a Saturno (Guiley, 2009vii). En la mitología grecorromana el titán Saturno-Kronos inmolaba y devoraba a sus propios hijos por miedo a que lo superaran y le usurparan el trono. El culto satúrnico siempre ha mantenido una obsesión morbosa con el infanticidio ritual. Esa misma práctica perversa se conservaría en el culto jehovítico del Judaísmo primitivo y luego seguiría en el Cristianismo de manera simbólica (el sacrificio del hijo promogénito de Yahvé en la cruz). En fin, el secreto más grande del Judaísmo en que su culto es la adoración satúrnica. Paralelamente, en la tradición mesopotámica el dios celestial Anu era asociado a los planetas Marte y Saturno (Evans, 1998viii). Desde tiempos antiguos Marte siempre ha simbolizado la belicosidad y Saturno siempre ha sido considerado un planeta oscuro y maléfico.
Según los registros mesopotámicos, Anu era un violento usurpador que derrotó a su predecesor Alalu en una lucha por el trono del cielo (Van Der Toorn, 1996ix). Paralelamente, en la mitología helénica, el titán belicoso Kronos, un personaje divino idéntico a la deidad semítica El, era un tirano sanguinario que venció a su propio padre en batalla para usurpar el trono celestial y devoró a sus propios hijos por miedo a que se volvieran más poderosos que él y le quitaran el trono. Del mismo modo, en la religión hebrea primitiva (pre-exílica) podemos ver vestigios del mismo motivo de usurpación divina por parte del rey del panteón El-Yahvé. A pesar de que la teología judía afirme que El-Yahvé es el único dios creador y el primer motor de todo lo que hay en el cosmos, en la religión semítica original El era un ser creado y un dios engendrado por los dioses primordiales Elyon y Beruth, justo como su equivalente sumerio Anu era la progenie de los dioses pre-panteónicos Anshar y Kishar. El manuscrito 4QDeut, conocido también como el Canto de Moisés y considerado el texto subyacente de algunas partes del Deuteronomio bíblico, es uno de los pocos textos hebreos pre-exílicos encontrados entre los Rollos del Mar Muerto de Qumrán. Según la versión más antigua de Deuteronomio 32, El-Yahvé, el dios de Israel, aparece no como el dios altísimo que reparte las naciones entre los 'hijos de Israel' como afirma la versión bíblica posterior, sino como uno de los hijos de los Elohim (dioses) que recibe su herencia de la deidad superior Elyon (Stark, 2011x). Dicho de otra manera, en los textos más primitivos de la religión hebrea El-Yahvé se presenta como uno de los dioses jóvenes subordinados al dios primigenio Elyon. Luego en el mismo texto primitivo y en algunas partes del Libro de los Salmos encontramos pasajes que indican que El-Yahvé venció a sus rivales divinos y subió al trono del panteón gracias a su gran destreza militar (Smith, 2001xi; Stark, 2011xii).
Deuteronomio 32:43 según el manuscrito masorético del medievo:
Alabad, naciones, a su pueblo ... (truncado)Deuteronomio 32:43 según la Septuaginta griega del siglo 3 AEC:
Alabad, cielos, a su pueblo. Alabadlo, ángeles de Dios.
Deuteronomio 32:43 según el manuscrito 4QDeut del siglo 8-9 AEC:
Alabad, cielos, a su pueblo. Postraos delante de él, todos vosotros los dioses.
En fin, los elementos politeístas de la literatura hebrea primitiva fueron editados por los escribas bíblicos del sacerdocio judío en el exilio en Babilonia y la versión original de los textos hebreos conserva vestigios de una usurpación del trono del panteón por medios bélicos por parte del dios hebreo El-Yahvé. Justo como Anu desterró a su predecesor real Alalu tras un combate encarnizado y Kronos expulsó a su propio padre del trono del cielo por la fuerza, El-Yahvé venció a sus rivales divinos en la lucha por la supremacía y se apoderó del trono de su superior Elyon para hacerse el rey del cielo.
En el Libro de Génesis El-Yahvé se opone a que Adán coma del Árbol del Conocimiento y luego le reprende a la Serpiente por haberle otorgado a la humanidad la ciencia de los dioses y le deniega al hombre el fruto del Árbol de la Vida que es la clave de la inmortalidad. En la Leyenda de Adapa, la versión sumeria original del relato de Adán, el rey del cielo Anu es el dios que no quiere que Adapa tenga el conocimiento celestial, se queja del Ushumgal o Gran Serpiente (Enki) del santuario de Eridú (en el Edín) por haberle revelado al hombre el designio del cielo y de la tierra y hace que Adapa vuelva a la tierra sin recibir el Agua y el Pan de la Vida (Kramer y Maier, 1989xiii). En fin, Yahvé y Anu son el mismo personaje que juega el mismo papel tanto en Génesis como en su versión sumeria original: Anu-Yahvé es el malvado dios del cielo que se opuso a la iluminación del hombre, se enemistó con la Serpiente benévola y le denegó a la humanidad la fuente de la inmortalidad.
Según el relato bíblico, El-Yahvé decide enviar el diluvio para arrasar con la humanidad que supuestamente se volvía cada vez más inicua. En los relatos diluvianos sumerios como el encontrado en Nippur, vemos que Anu es el dios que preside en el Concilio Divino y toma la decisión de destruir a los hombres. Enlil, en cambio, ocupa el segundo puesto en el Concilio de los Anunnaki y está subordinado a su padre. En fin, aunque Enlil aún estaba aliado con Anu en aquel tiempo y apoyó la decisión de su padre en aquel momento él no fue el dios que aprobó el genocidio y Anu solo fue el verdadero responsable del cataclismo devastador. Sin embargo, autores como Sitchin olvidan mencionar el papel central de Anu en la decisión de enviar el diluvio y le echan a Enlil toda la culpa.
Es evidente que Yahvé no puede ser nadie más que Anu, el rey del cielo y padre biológico de Enki y Enlil. En resumen, El-Yahvé y Anu no sólo tienen muchas de las mismas características de las cuales muy pocas se aplican a Enlil, sino que también juegan el mismo papel en los relatos antiguos como el tirano oscurantista que quiso mantener a la humanidad en la ignorancia, se opuso al otorgamiento de la ciencia divina por parte de la Serpiente de la sabiduría y le denegó al hombre la fuente de la inmortalidad. Yahvé es idéntico a Anu, el auténtico adversario de la raza humana.
¿Cuál será la identidad semítica de Enlil entonces?
Enlil es Baal en el Panteón Semítico
Igual que Anu en el panteón sumerio, El era considerado el Padre de todos los Elohim en la religión semítica. Su hijos más importantes incluían a Baal, un dios guerrero, el señor de la tormenta y el vicepresidente de la Asamblea Divina; y a Kothar-wa-Khasis, una deidad de la sabiduría, la ingeniería y la magia. Baal y Kothar-wa-Khasis, ambos hijos de El (Anu), son los equivalentes semíticos levantinos de Enlil y Enki respectivamente.
Igual que Enlil que era considerado el dios del viento o el dios del aire en la religión sumeria, Baal era reverenciado como una deidad de la tormenta en el panteón semítico pre-israelita. Muchas veces se dibujaba con un relámpago en la mano justo como el titán griego Zeús, hijo de Kronos (El, Anu) en el panteón helénico.
Igual que Enlil que era respetado por su gran valentía como un guerrero divino de la segunda generación y llamado el Toro del Cielo, Baal era considerado un joven guerrero y representado por el becerro en la religión semítica. Aquí Enlil se asemeja mucho a Baal en cuanto a sus características divinas y su función y no es comparable con Yahvé puesto que el dios hebreo, igual que su precursor pre-bíblico El, es descrito como el Anciano de Días cuyo 'cabello es puro como la lana' en el Libro de Daniel y como un gran dios 'cuyos años son incontables' en el Libro de Job (Day, 2002xiv). Lo cierto es que Enlil no puede ser Yahvé puesto que él es un joven guerrero de la segunda generación del panteón. El-Yahvé y Anu, en cambio, son personajes mayores de la primera generación y El-Yahvé en particular es representado como un dios patriarcal envejecido y llamado Ab Shnom o 'Padre de los Años'.
Justo como Enlil que ocupaba el segundo puesto más alto en el Concilio de los Anunnaki y lo presidía al lado de su padre Anu, Baal era el vicepresidente de la Asamblea de los Elohim y reinaba sobre el concilio junto con su padre El, pero nunca lo superó y siempre se mantuvo subordinado a su padre (Smith, 2009xv). Aquí vemos que la relación entre El y Baal en la religión semítica es idéntica a la entre Anu y Enlil en el panteón sumerio.
En la época bíblica su relación cambia por completo. En la Biblia Baal (Enlil) es presentado como un 'dios falso' de los 'extranjeros impíos', calumniado como un 'ídolo perverso' de los Filisteos y su nombre es denigrado como Ba'al Zevuv (Belcebú), un juego de palabras en Hebreo y una expresión burlona cuyo significado es 'señor de las moscas'. Algunos eruditos bíblicos proponen la posibilidad de que Ba'al Zevuv sea una corrupción despectiva del título divino Ba'al Zebul que significa 'señor del lugar alto' (Freedman et al., 2000xvi), un epíteto parecido a Enlil (señor del aire). En la Biblia hebrea Baal es acusado del sacrificio humano y en el Cristianismo él es calumniado como 'el príncipe de los demonios'. Aquí volvemos a encontrar la inversión acusatoria muy típica de Anu-Yahvé. A pesar de que El-Yahvé siempre hubiera sido un dios perverso cuyo culto se caracterizara por la inmolación de seres humanos y el holocausto de los varones primogénitos y un tirano sanguinario cuyas prácticas fueran demoníacas, él le acusa a su hijo Baal (Enlil) del mismo crimen y le echa la culpa de sus propias fechorías. En fin, El-Yahvé (Anu) y Baal (Enlil) ahora son enemigos y el hijo fue difamado injustamente por su padre depravado en la Biblia porque al final se opuso a la tiranía y se unió con su hermanastro benévolo Enki, la Gran Serpiente de la ciencia divina.
El Panteón Revisitado
Si echamos un vistazo a la estructura del escalón más alto de los panteones respectivos de la región en la antigüedad y analizamos los papeles y las características generales de cada deidad de modo comparativo, pronto nos damos cuenta de que Enlil no puede ser el dios bíblico Yahvé y se asemeja mucho más a Baal en el panteón semítico y a Zeús en la mitología griega.
Los panteones mesopotámico, semítico y griego tienen prácticamente la misma estructura. El escalón más alto de las deidades masculinas está compuesto por una tríada de tres dioses altos que tienen sus características individuales constantes y muy marcadas. El dios más alto siempre es un rey celestial misántropo y tiránico, un padre de todos los dioses del panteón, un usurpador violento, un personaje asociado al planeta Saturno y en muchos casos una deidad del tiempo. El segundo personaje siempre es un joven guerrero, el hijo predilecto del rey, un dios que tiene tremendo poder político y reina junto con su padre en la Asamblea de los Dioses y una deidad de las tempestades. El tercer personaje siempre es otro hijo importante del rey y hermanastro del dios de la tormenta, un dios muy benévolo y un gran maestro para la humanidad, un señor de las ciencias, el conocimiento, la construcción y la magia y en muchos casos una deidad de las aguas.
Como podemos ver arriba, Anu, El (Yahvé) y Kronos comparten muchas características siendo todos dioses del cielo, reyes patriarcales tiránicos, usurpadores violentos, misántropos y personajes asociados al planeta Saturno. Además, El (Yahvé) y Kronos comparten el título de Padre del Tiempo, la práctica del sacrificio humano y una fascinación por el infanticidio ritual por holocausto y El (Yahvé) y Anu comparten el epíteto Señor de las Huestes Celestiales y se oponen a la iluminación del hombre por la Serpiente en el santuario del Edén/Edín.
Del mismo modo, Enlil, Baal y Zeús tienen casi todas las mismas características. Todos son hijos predilectos del rey del cielo tiránico, son guerreros jóvenes de la segunda generación, se destacan por su gran destreza militar, ocupan un puesto muy alto en el Concilio Divino muchas veces reinando junto con su padre y aparecen como deidades de las tormentas. Baal y Zeús empuñan un relámpago devastador por el cual vencen a sus adversarios y Enlil es un guerrero de las tempestades.
Enki en el panteón sumero-acadio, Kothar-wa-Khasis en la religión semítica primitiva y Poseidón en la mitología griega son todos hijos importantes del rey del panteón, deidades de la sabiduría, maestros de las artes de la construcción, magos poderosos y dueños de las ciencias ocultas y grandes amigos y benefactores de la humanidad. Enki y Poseidón son dioses de las aguas y tienen una relación especial con las zonas acuáticas. Además, se piensa que sus nombres respectivos significan lo mismo: Señor de la Tierra. Enki está compuesto por las raíces sumerias en (señor) y ki (tierra) y Poseidón posiblemente viene de las raíces primitivas pósis (señor, dueño; cognado del proto-indoeuropeo pótis y del sánscrito páti) y da ('tierra' en el dialecto griego dórico y cognado de gē en el Griego clásico). La pronunciación original de su nombre griego era Poseidaōn. En las regiones levantinas Kothar-wa-Khasis era asociado a Ptah, el equivalente egipcio de Enki conocido en Egipto como Señor de las Serpientes y de los Peces, Maestro Constructor y Señor de la Magia.
En resumen, Enlil no es Yahvé sino Baal, un dios que luego fue calumniado y denigrado por el pueblo de Yahvé en su maldecida Biblia. Enlil-Baal se ha enemistado con su padre Anu-Yahvé y ahora está aliado con los Enkitas en la gran lucha cósmica. Enlil-Baal es un gran dios guerrero y defensor de la raza humana que no tolera las maldades de su padre enajenado.
La afirmación errónea de que Enlil es el precursor sumerio de Yahvé es una mentira anuista que debe ser expuesta. Enlil se dio cuenta de la depravación de su padre Anu-Yahvé y se unió a Enki hace unos cuantos milenios. Ahora Enlil está al lado de su hermanastro noble y lucha contra el mal cósmico como un gran libertador de la humanidad.
Como podemos ver arriba, Anu, El (Yahvé) y Kronos comparten muchas características siendo todos dioses del cielo, reyes patriarcales tiránicos, usurpadores violentos, misántropos y personajes asociados al planeta Saturno. Además, El (Yahvé) y Kronos comparten el título de Padre del Tiempo, la práctica del sacrificio humano y una fascinación por el infanticidio ritual por holocausto y El (Yahvé) y Anu comparten el epíteto Señor de las Huestes Celestiales y se oponen a la iluminación del hombre por la Serpiente en el santuario del Edén/Edín.
Del mismo modo, Enlil, Baal y Zeús tienen casi todas las mismas características. Todos son hijos predilectos del rey del cielo tiránico, son guerreros jóvenes de la segunda generación, se destacan por su gran destreza militar, ocupan un puesto muy alto en el Concilio Divino muchas veces reinando junto con su padre y aparecen como deidades de las tormentas. Baal y Zeús empuñan un relámpago devastador por el cual vencen a sus adversarios y Enlil es un guerrero de las tempestades.
Enki en el panteón sumero-acadio, Kothar-wa-Khasis en la religión semítica primitiva y Poseidón en la mitología griega son todos hijos importantes del rey del panteón, deidades de la sabiduría, maestros de las artes de la construcción, magos poderosos y dueños de las ciencias ocultas y grandes amigos y benefactores de la humanidad. Enki y Poseidón son dioses de las aguas y tienen una relación especial con las zonas acuáticas. Además, se piensa que sus nombres respectivos significan lo mismo: Señor de la Tierra. Enki está compuesto por las raíces sumerias en (señor) y ki (tierra) y Poseidón posiblemente viene de las raíces primitivas pósis (señor, dueño; cognado del proto-indoeuropeo pótis y del sánscrito páti) y da ('tierra' en el dialecto griego dórico y cognado de gē en el Griego clásico). La pronunciación original de su nombre griego era Poseidaōn. En las regiones levantinas Kothar-wa-Khasis era asociado a Ptah, el equivalente egipcio de Enki conocido en Egipto como Señor de las Serpientes y de los Peces, Maestro Constructor y Señor de la Magia.
En resumen, Enlil no es Yahvé sino Baal, un dios que luego fue calumniado y denigrado por el pueblo de Yahvé en su maldecida Biblia. Enlil-Baal se ha enemistado con su padre Anu-Yahvé y ahora está aliado con los Enkitas en la gran lucha cósmica. Enlil-Baal es un gran dios guerrero y defensor de la raza humana que no tolera las maldades de su padre enajenado.
La afirmación errónea de que Enlil es el precursor sumerio de Yahvé es una mentira anuista que debe ser expuesta. Enlil se dio cuenta de la depravación de su padre Anu-Yahvé y se unió a Enki hace unos cuantos milenios. Ahora Enlil está al lado de su hermanastro noble y lucha contra el mal cósmico como un gran libertador de la humanidad.
http://www.enkiptahsatya.com/
Referencias
iMiller, P.D. (2000) The Religion of Ancient Israel. Westminster (p. 2)
iiDay, J. (2002) Yahweh and the Gods and Goddesses of Canaan. New York (p. 18)
iiiOlyan, S. (1988) Asherah and the Cult of Yahweh in Israel. Atlanta (p. 12, pp. 62-68)
ivSmith, M.S. (2002) The Early History of God: Yahweh and the Other Deities in Ancient Israel. Michigan (pp. 172-178)
vSmith, M.S. (2002) The Early History of God: Yahweh and the Other Deities in Ancient Israel. Michigan (pp. 172-178; 78)
viBlázquez. J.M. (2001) Dioses, mitos y rituales de los semitas occidentales en la antigüedad. (pp. 29-30)
viiGuiley, R.E. (2009) The Encyclopedia of Demons and Demonology. New York (p. 139)
viiiEvans, J. (1998) The History and Practice of Ancient Astronomy. New York (pp. 8.9)
ix Van Der Toorn, K. (1996) Family Religion in Babylonia, Ugarit and Israel: Continuity and Changes in the Form of Religious Life. Leiden (p. 159)
x Stark, T. (2011) The Human Faces of God: What Scripture Reveals When It Gets God Wrong (And Why Inerrancy Tries To Hide It). Oregan (pp. 70-78)
xi Smith, M.S. (2001) The Origins of Biblical Monotheism: Israel's Polytheistic Background and the Ugaritic Texts. New York (pp. 156-157, 64)
xiiStark, T. (2011) The Human Faces of God: What Scripture Reveals When It Gets God Wrong (And Why Inerrancy Tries To Hide It). Oregan (pp. 70-71; 74-76)
xiiiKramer, S.N. & Maier, J. (1989) Myths of Enki, the Crafty God. New York & Oxford. (p. 116)
xivDay, J. (2002) Yahweh and the Gods and Goddesses of Canaan. New York (p. 18)
xvSmith, M.S. (2009) The Ugaritic Baal Cycle. Leiden (pp. 46; 289)
xviFreedman, D.N., Beck, A.B. & Meyers, A.C. (2000) Eerdmans Dictionary of the Bible. Michigan (p. 160)
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